EDITORIAL
Por: Danilo Reinaldo Vivas Ramos
El día de ayer, los habitantes del norte de Popayán tuvieron que asistir a una nueva toma y/o bloqueo de la vía internacional de la Panamericana, a la altura del Parque Industrial de la ciudad, se puede afirmar que en lo que va corrido del año son más de una veintena de veces en que diferentes sectores y movimientos sociales han hecho uso de este instrumento de presión que, día a día se consolida como tal, por dos razones simples que no se quieren entender por los gobernantes, ya sean del orden nacional, regional o local, y por los mismos promotores de este tipo de acciones de hecho, por lo que una solución próxima para que esto no vuelva a suceder se ve muy remota.
En menos de cuatro meses, hemos asistido a varias expresiones atentatorias a la libre movilidad de las personas por esta importante vía que une al Cauca con los departamentos del Valle y de Nariño, por grupos de madres comunitarias que tienen, como agentes educativos comunitarios la responsabilidad del cuidado de los niños y niñas de primera infancia del Programa Hogares Comunitarios de Bienestar, del Instituto de Bienestar Familiar ICBF, que fueron creados en 1986 y debidamente reglamentado en 1989, es decir, el programa tiene más de treinta años de funcionamiento, tiempo suficiente para poder refrendar el reconocimiento que de él hace la comunidad beneficiaria por su solidaridad, convivencia y compromiso con el desarrollo de los niños, niñas y sus familias, pero que en la práctica no es tal.
En esta oportunidad los manifestantes indicaron que su acción estaba motivada por la total indiferencia por parte del ICBF, tanto a nivel nacional como a nivel de la Regional Cauca, a sus demandas, asociadas a la atención de la niñez caucana en los Hogares Infantiles y las Madres Comunitarias, unas relacionadas con la defensa de la alimentación de los niños que se les da en estas entidades que cumplen un papel importante para niños y niñas de bajas condiciones económicas y sociales, así mismo, su protesta está asociada a reivindicaciones que han elevado al Instituto relacionada con la jornada laboral, el reconocimiento de los días legales de descanso y el suministro de alimentación para ellos por la jornada que tienen que atender.
No se puede seguir sobre la lógica de unos, que, si no acuden a las acciones de hecho, no son atendidas sus demandas, y de otros que, pudiendo anticiparse a que los problemas se agraven, los engaveta y pasan a segundo plano ante los diversos y múltiples problemas que tienen que enfrentar en el día a día del ejercicio de gobierno.
Pareciera ser que las dos situaciones se juntan y por lo tanto, cuando se expresan, los mayores afectados no son los generadores de la tensión que desemboca en este tipo de acciones de hecho, son los ciudadanos y amplios sectores de la población que ven alterada su movilización, el transporte de bienes y productos, tanto hacia afuera de la ciudad como de los que nos llegan, sin mencionar otra serie de situaciones que, en lugar de ayudar a resolver de fondo los problemas que motivan dichas tomas o bloqueos, varias de ellas asociadas a los cada vez mayores índices de pobreza y precario desarrollo del Cauca y de su ciudad capital, se agravan más.
Los gobernantes y los movimientos promotores de estas vías de hecho tienen que pensar que la estrategia de la “toma de la Panamericana” ya se está agotando, porque más son los efectos negativos que ello genera a la región por la estigmatización que se hace de este territorio como hostil para adelantar proyectos de inversión económica y social, marginando al Cauca cada vez más de los necesarios procesos de desarrollo y modernidad, para poder enfrentar los distintos problemas que nos aquejan y que sus soluciones están más allá de las tomas y bloqueos y de la falta de eficacia en sus decisiones y ejecutorias por parte de nuestros gobernantes y la clase política regional.