Columna de Opinión
POR: RODRIGO SOLARTE
La nueva historia de Colombia por mandato electoral mayoritario del pueblo, seguirá construyéndose sin armas, ni masacres de toda índole que hemos tenido como común denominador desde la periferia geográfica campesina, cabeceras municipales y ciudades.
La degradación de principios y valores que llegó hasta los gobiernos, parlamento y demás Instituciones, muestran la degradación humana a la que hemos llegado como sociedad, al considerar a ciudadanas y ciudadanos, más como objetos de explotación que seres humanos dignos.
Esas plurales condiciones humanas, tradicionalmente ubicadas en derechas, izquierdas y centros del espectro político, también se fueron degradando organizativamente, exigiendo nuevas consideraciones para buscar y encontrar alternativas a los grandes problemas: económicos, culturales, sociales, familiares y organizativos desde las bases comunitarias, ante la profunda crisis de las élites gobernantes y complicidades.
Las sociedades no se suicidan. La vida en su territorio local, siempre produce liderazgos comprometidos en todas las esferas del sentir, pensar y aspirar como personas, familias y comunidades.
La búsqueda de alternativas también se heredan colectivamente, al igual que las élites económicas lo hacen centrados en lo personal y familiar o grupal.
Tales búsquedas construyeron historia, progresando en los procesos con liderazgos comprometidos con el presente y futuro de las presentes y futuras generaciones a todos los niveles del Estado y las Instituciones.
La continuación de esta nueva historia, con poder Legislativo que se posesionará el próximo 20 de julio, y el Ejecutivo el 7 de agosto de este ya histórico 2022 con Pandemia incluida, ya cuenta con solidaridades al PACTO HISTORICO, GRAN ACUERDO NACIONAL con prioridades programáticas nacionales que seguirán nutriéndose con las regionales, departamentales y municipales, ante las diversidades que los movimientos y organizaciones sociales, culturales y populares, han puesto en evidencia como selecto capítulo de esta historia que seguirá escribiéndose.
El bipartidismo del Frente nacional, liberal conservador, y rotaciones preconcebidas por sus élites para mantenerse en el manejo del Estado y sus Instituciones, incluyendo la militar y policiva, induce a la incomprensión actual de la solidaridad manifiesta de científicos, religiosos y personajes de reconocido conocimiento, experiencia y sensibilidad con compromiso social, que desean o se comprometen con un futuro diferente para sus conciudadanos.
La convergencia de procesos para afrontar las crisis múltiples que afectan a la humanidad y al planeta, nos han ido acercando a los de América y otros continentes, con especificidades tan degradantes de las violencias y lucha armada por las polarizaciones cultivadas en Colombia, que la Constitución de 1991, Los Acuerdos de paz con justicia social con las FARC-EP, también degradas y deshumanizadas, y los fundamentales informes de la Jurisdicción especial para la paz y Comisión de la verdad, son ya fundamentales para la formación plural de las actuales y futuras generaciones, nuestras y de otras latitudes.
Ante la complejidad de las crisis, amenazantes de la vida misma biodiversa, la humanidad se apresta a cambiar los paradigmas hegemónicos por tanto tiempo. En todos los estratos habrá liderazgos pertinentes y actualizados integralmente, espiritual y materialmente.
Visiones como el hacer de Colombia, potencia mundial de la vida; protección de la CASA COMÚN que habitamos; autoabastecernos de los elementos fundamentales para crecer y desarrollarnos con agua, alimentos, aire, derechos humanos y deberes para sí y los demás; desarrollar agroindustrialmente el campo, propiedad de los campesinos con apoyo decidido de sus comunidades y país, etc, superan el inmediatismo mental al que nos tienen acostumbrados, sin desconocer las prioridades vitales que con el trabajo de todas y todos, se irán logrando.
Sirvan estas reflexiones de un adulto mayor comprometido pluralmente con la niñez por su solidaridad y profesión de pediatra biosocial, como una opinión ciudadana y caucana esperanzada.