Columna de Opinión
Por: CARLOS E. CAÑAR SARRIA
Tiene que ser muy desencantador para un gobernante, no haber tenido un solo momento de legitimidad a lo largo de su mandato. Y mucha decepción también para aquellos que lo eligieron y para quienes no lo hicimos; pues al fin y al cabo, un presidente es el encargado de conducir las riendas del Estado y las consecuencias de sus procederes repercuten favorable o negativamente en toda la sociedad.
En una de las recientes encuestas, Iván Duque llega al 67% de desaprobación; un porcentaje de esta índole, no refleja otra cosa que el gran inconformismo social frente a un gobierno que produce la sensación de que siempre está en decadencia.
La Ciencia política nos enseña que el momento más crítico de un gobernante es la pérdida de legitimidad, que no es otra cosa que la consecuencia del descontento y la poca confiabilidad que despierta en los asociados, en un país que no avizora nada diferente a un barco sin timonel. Cuando se pierden los horizontes el barco-si es que llega- llega a cualquier parte y de eso no se trata.
Pero el presidente vive convencido que al país le ha ido bien en su gobierno y, en sus costosas giras internacionales tiene el cinismo de afirmar que sí estuviera permitida la reelección, resultaría reelegido, cuando la verdad muchos colombianos no ven la hora de que termine la horrible noche el próximo 7 de agosto. En la reciente campaña presidencial, no faltaron episodios en que Duque demostró su ilegal participación política en contra de Petro y a favor de otros candidatos.
Terminada la segunda vuelta, con el triunfo de Petro, Duque se dedica ahora a hacer advertencias al nuevo gobierno sobre los cambios que el líder de la izquierda democrática prometió en su campaña y que espera el respaldo de los sectores políticos, sociales y económicos tras un acuerdo nacional, capaz de cohesionar a un país fragmentado por el odio, el sectarismo y la violencia.
Olvida Duque y sus adeptos, que Petro no es fruto de la improvisación y de la irresponsabilidad; que el líder del Pacto Histórico es un curtido hombre público, con destacado desempeño como congresista y como ex alcalde de Bogotá en donde mostró indicadores sociales favorables, situación que le permitió un nutrido respaldo electoral en la capital del país.
Que vendrán cambios es innegable, pues hablamos del gobierno del cambio, se trata de cambiar para mejorar. No faltan aves de mal agüero que pronostican el fracaso sin siquiera comenzar el nuevo gobierno.
Estando Duque en el poder, el peso se ha venido devaluando, lo mismo han subido los índices de inflación, pero se lo achacan a Petro que ni siquiera se ha posesionado. Duque dice que la subida del dólar y la devaluación del peso, se debe a las incertidumbres que generan los anuncios de las medidas a implementar Petro; ante lo cual responde el presidente electo que respetuosamente no aconseja comprar dólares porque a la hora de venderlos, los dólares habrían rebajado y esa inversión les daría pérdida.
Antes y durante la campaña presidencial, lo común fue la actitud de todos contra Petro de parte de sus detractores, pero tras el llamado del presidente electo a un acuerdo nacional, la actitud cambió y ahora parece que todos están con Petro; desde luego que no hay unanimidad y es necesario que no la haya, pues si bien es cierto, que la democracia es un régimen político de consenso, también es de disenso y a las minorías hay que escucharlas, respetarlas e incluirlas y en esto Petro la tiene bien clara.
La oposición desempeña un papel fundamental en el ejercicio del poder debido a su papel vigilante y actuante en el control político. Y con Petro, seguramente no será, como algunos pensaban y siguen pensando todavía, que se implementaría una dictadura. Petro está interesado en el desarrollo conjunto de la sociedad colombiana, en la reconciliación nacional y en la convivencia civilizada.
Dentro del capitalismo se avecinan cambios, eso se espera; si se trata de un gobierno del cambio, la economía no puede quedar incólume. En un país saqueado por la corrupción es necesario que el capital tenga una función social y para ello es urgente depurar las instituciones. Los cambios no se suscitan de la noche a la mañana, pero sí existe prisa para que algunas reformas hagan trámite en el Congreso lo más pronto posible.
Miremos el futuro con optimismo, ese futuro lo construimos todos. Si no hay cambios en la economía, la sociedad no puede cambiar, la economía es la base de todo y Petro lo sabe muy bien. Se avecina la implementación del primer gobierno de la izquierda democrática en Colombia; son muchos los retos y responsabilidades que tiene el nuevo gobierno.