Por: Vanessa Lya Giraldo Orozco
Escenógrafa. Gerente de Espectáculos, Universidad de Palermo, Buenos Aires, Argentina
“Solo cuando lo volteamos para verle la cara comprendimos que era imposible reconocerlo, aunque no hubiera estado carcomido de gallinazos, porque ninguno de nosotros le había visto nunca, y aunque su perfil estaba en ambos lados de la moneda, en las estampillas del correo, en las etiquetas…” (pág. 12).
Le interesa leer… ‘El otoño del patriarca (I)’
En el fragmento anterior el dictador no tiene rostro, no tiene identidad, logra tomar cualquier forma, principalmente la que nos somete impotentes bajo su régimen. El libro se refiere al patriarca, con mucha frecuencia, como un hombre viejo, “anciano crepuscular”, “anciano aborrecido”, “el anciano de lástima”. Es un poder antiguo, dando la sensación de permanencia, siempre ha estado y va a estar ahí, idea de omnipresencia y eternidad, imagen ideal para que un dictador pueda ejercer su cargo con más autoridad, lo que él dice es la única manera de ver el mundo correctamente, por eso los demás necesitan de él, el guía de su camino.
La dictadura logo céntrica sustenta su poder bajo la forma de verdad, su realidad total y única, su punto de vista es la verdad indiscutible. Su poder es casi divino, logra delimitar lo que conforma el mundo, lo considerado como real. Nadie más puede cumplir ese papel porque de ser así sería negar lo que hemos construido bajo este mandato, casi toda nuestra historia y desde donde hemos fundamentado toda nuestra existencia.
De esta forma el tiempo de la dictadura se transforma entonces en un tiempo de mito. Se centra la mirada bajo una verdad o un mundo, desconociendo otras formas de pensar. Toda forma fuera de ese mundo dictatorial será rechazada y tratada como imposible, así la posibilidad de inventar se anula y el mundo se circunscribe bajo ciertos parámetros que conforman lo real y lo posible.
‘El otoño del patriarca’, aunque tiene la intención de mostrar una dictadura, se sale de ella y logra mostrarnos los límites de nuestro mundo, muchos de los eventos que son narrados en el libro son posibles, pero no hacen parte de la forma lógica que la dictadura de la razón logo céntrica ha dictaminado, se salen de este esquema universal racional y dejamos de ver lo absurdo, percibiendo, en cambio, la alternativa de posibilidad.
Gabriel García Márquez demuestra la transparencia del lenguaje, la posibilidad de realidad que ofrece, somos capaces de atribuir sentido y de buscar nuevos significados, romper con el imaginario de verdades y totalidades que la dictadura nos impone y ver el mundo desde diferentes ángulos para expandir las fronteras de lo real. El autor nota la alteridad, le da una significación en el mundo de sus representaciones y logra contagiar al lector, al punto de hacerla imperceptible. Trata las diferencias con amabilidad y así construye un mundo en donde todo puede tener un lugar, porque es posible dotar de sentido y comprender más la realidad.
El libro trata de la dictadura del discurso canónico y de la manera de salirse de esto. La dictadura intenta imponer un mundo, implantar una realidad que nadie sea capaz de discutir para llevar el control de las vidas y mantener un orden. Se vale, para ello, de un discurso enteramente coherente que abarque todo detalle sin dejar espacio a cuestionamientos, el lenguaje le sirve como un excelente recurso puesto que con él es posible la construcción de cualquier mundo. El lenguaje se puede ajustar a todo, principalmente a la mentira, esa posibilidad de engaño es lo que dibuja su verdad irrefutable
El autor entiende perfectamente el poder del lenguaje y su maleabilidad, por eso logra construir una realidad que se destruye y se reconstruye, se mantiene en desorden y está fuera de nuestra referencialidad, aun así, nos es familiar y podemos comprenderla. Llegamos entonces al punto donde vemos que el objetivo del autor es mostrarnos que la dictadura logo céntrica no es más que otra probabilidad de ver, no la única.
En ‘el otoño del patriarca’ es evidente la representación del poder absoluto en la persona del patriarca, nadie puede resistirse a obedecer, resulta aterrador pensar en desacatar las órdenes del dictador. Es curioso, sin embargo, constatar dentro de la obra la presencia de unos personajes que, por el contrario, logran escapar de ser dominados y son capaces de controlar al todo poderoso patriarca. El mundo femenino constituido por Bendición Alvarado, madre del dictador, Manuela Sánchez, amor inalcanzable del patriarca, y Leticia Nazareno, su única esposa, son elementos que durante el desarrollo de la historia juegan un papel muy importante, son las únicas personas que logran profanar el poder absoluto del patriarca.
Los rasgos elaborados por el autor para estos personajes corresponden a los arquetipos asignados a la mujer: la madre, la damisela y la bruja. Durante la historia humana estas representaciones han llegado a ser muy desprestigiadas, dando a la figura femenina una imagen negativa y peyorativa: la madre se asocia con ser castradora, manipuladora y posesiva, la doncella y su belleza se convirtieron en un símbolo de inutilidad e ineptitud, y la bruja se transformó en un personaje malvado, falso y desleal.
García Márquez toma estos arquetipos considerados como construcciones sociales de lo femenil y los pone en su obra de modelo interpretativo, es decir él no busca categorizar a la mujer dentro de estos tres valores. De hecho, busca expandir la riqueza femenina y su valor, rompiendo de nuevo, los esquemas y discursos que son tomados como verdades universales para abrir campo a una nueva interpretación de la figura femenina.
Bajo este retrato de la mujer, el autor deposita en ella el manejo de situaciones límite que conducen la trama de un punto específico. Son las mujeres las encargadas de la resolución de conflictos en el “otoño del patriarca”, pero son también las principales causas del apremio.
La posible imagen femenina que Gabriel García Márquez esboza, para el arquetipo madre – damisela – bruja, se basa en ciertas virtudes: la bondad, el encanto, la persistencia. La mujer como un ser con autoridad natural, sabiduría esotérica, mucha pasión y amor. En lo anterior el autor quiere resaltar la falta de plenitud en el significado de mujer, y atribuirle a su figura un sentido diferente.
Durante el desarrollo de la historia las mujeres logran adueñarse de ella, resolver las situaciones de todos los personajes involucrados, manejar el conflicto utilizando las características anteriormente mencionadas como herramienta principal otorgada por el autor. La intención de Gabriel García Márquez es presentar a la mujer en todas sus facetas, demostrando su capacidad de imponerse a lo imposible, someter al dictador a su dominio y voluntad.
Incluso el mismo dictador, personaje principal, representante de la fuerza, el vigor y el poder, es caracterizado por una fuerza natural femenina: “encontramos en el santuario desierto los escombros de grandeza, el cuerpo picoteado, las manos lisas con el anillo de poder”, “descargó todo su poder con sus manos de doncella”. Debo advertir mi extrañeza por la manera en que el autor relaciona las manos del patriarca con las de una mujer, ya que fueron esas manos las autoras de actos atroces. Aunque podríamos interpretarlo, más bien como una burla, nadie puede imaginarse al dictador con unas manos suaves, pequeñas y femeninas, en realidad deberían ser símbolo de fuerza y despotismo. O la propia contradicción humana reveladora de que aquello que más rechazamos lo llevamos dentro: la delicadeza y suavidad, la ternura y otras virtudes propias del lado femenino de la personalidad, rechazables e impropias del duro dictador, tienen que aflorar a través de una faceta de la personalidad humana.
La mujer entonces es la encargada y la única autorizada a subvertir el orden, solamente las mujeres rompieron con los esquemas que identifican al patriarca como única autoridad. Es la figura femenina quien maneja los hilos de poder a través del patriarca.
Para concluir en el texto “el otoño del patriarca” se lleva a cabo una crítica a las dictaduras, sin embargo, durante esta reseña tomamos como sentido principal la dictadura logo céntrica. Gabriel García Márquez logra representar varios aspectos de las dictaduras, usando al personaje del patriarca quien se presenta como un ser eterno, poderoso y masculino, impostor de una su visión de mundo como verdadera e inmutable.
Al poner al discurso canónico como una dictadura vemos que éste intenta hacer lo mismo que el patriarca, al proponer una perspectiva incuestionable nos muestra el mundo como una realidad única, un mundo objetivado sin oportunidad de ser reconstruido. Este discurso naturaliza todas las cosas de la realidad y las pone en un estadio de permanencia de un orden imperturbable.
Ingeniosamente García Márquez, en su libro “el otoño del patriarca”, logra salirse del orden lógico que nos impone la dictadura logo céntrica, cuando propone un espacio que no se ajusta al orden de la verdad, al saber canónico. En lo narrado no encontramos secuencia, no hay una cronología definida. Somos capaces de hilar la historia gracias a una serie de pistas que el autor nos da cuando relata algunas situaciones, tampoco nos ubica espacialmente en un lugar, ni hay una referencialidad conocida.
El autor se sale de todos los límites semánticos impuestos por el logo centrismo y reconstruye un mundo que hace significar todos los sentidos, edifica sentidos diferentes a los que ya conocemos, el texto resulta fuera de todos nuestros parámetros y de la dictadura misma. García Márquez es un disidente de la dictadura, se niega la posibilidad de un único mundo verdadero, somos animales simbólicos, es posible ampliar los límites del mundo cuando dejamos que en el de nuestras representaciones se inserten nuevos sentidos.
La figura de la mujer en el libro es una demostración del intento de García Márquez de producir nuevos sentidos en su pretensión de romper con el arquetipo de madre – la damisela – la bruja, históricamente dado a la mujer en forma socialmente despectiva, identificándola con la imagen de manipuladora, desleal, bruta y elemental. La figura femenina en la obra “el otoño del patriarca” juega un papel importante y logra resaltar singularidades propias de la mujer: el encanto, su bondad, su capacidad de amar, de criar, y su belleza. Son estas cualidades las que llevan a las mujeres, en el desarrollo de la obra, a ser consideradas como las responsables del manejo de las situaciones, solucionadores de conflictos, y las únicas capaces, fuera del patriarca, de influir en la vida de los diferentes personajes.
Por otro lado, la mujer es el elemento desestabilizador del orden, demostración palpable de que la verdad no es absoluta, sólo una máscara de aparente estabilidad y continuidad, la presencia femenina demuestra que ese orden no es universal. Las mujeres en “el otoño del patriarca” pudieron escapar al dominio del dictador y cambiaron el orden único del que supuestamente nadie estaba exento, fueron ellas quienes manejaron el poder detrás del patriarca.
Finalmente es posible concebir esta propuesta que García Márquez elabora gracias a la forma tangible de su argumentación, él la hace posible porque durante todo el libro habla de esta posibilidad de construcción de sentido. Sin embargo, es posible que esta manera de dar sentido tenga como núcleo referencial la realidad objetivada, única e inmutable y si esto fuera así las posibilidades de producción de sentido seguirían sujetas al mandato de una lógica logo céntrica dictaminadora.