La acción armada ocurrida en pleno casco urbano de El Plateado, importante corregimiento en jurisdicción de Argelia, al suroccidente del Cauca, donde un comando de guerrilleros disidentes ataviados con elementos de combate, entra a un hotel y saca a un ciudadano de uno de los cuartos para luego ejecutarlo ante la población inerme y desprotegida, no es más que la muestra fehaciente que el Estado no tiene control sobre muchos puntos de la geografía caucana.
Las impresionantes imágenes grabadas por las cámaras de seguridad del establecimiento hotelero, nos retraer a la década de los 90 cuando las Farc ingresaban sin oposición alguna a barrios periféricos de ciudades capitales para secuestrar y asesinar personas. Incluso, fue tal la temeridad de los insurgentes que llegaron hasta el centro de Cali para llevarse a todos los asambleístas del Valle del Cauca, a los que sacaron desde la misma sala de sesiones de la corporación legislativa de ese departamento. Todos conocemos el trágico final de este grupo de políticos del vecino departamento.
Esta reciente situación que ocurre a plena luz del día en la golpeada zona del Micay, deja muy mal parada a la fuerza pública apostada en dicho sector caucano, ya que, al parecer, son los grupos armados ilegales lo que ejercen control en todo este territorio, el cual el mismo gobierno central lo califica como un corredor estratégico utilizado por la ilegalidad. Entonces, ¿si es tan estratégico, porque razón patrullan en un casco urbano y sin control alguno miembros de una fuerza irregular, ataviados con todos los pertrechos militares y fusiles de largo alcance que supuestamente son de uso exclusivo de las FFMM?
Lo más preocupante es que acciones de este corte son perpetradas por toda clase de agrupaciones irregulares en puntos diferentes a lo largo y ancho del departamento del Cauca sin que se reporte oposición de parte de la nutrida fuerza pública que el Estado tiene replegada en la zona. Así, casi a diario, escuchamos sobre ataques armados en el nororiente del Cauca, en la zona del Naya, en el Pacífico, en el oriente e incluso hasta en el centro de la comarca, relativamente cerca de la capital caucana, donde incluso ya se denunció de patrullajes de hombres fuertemente armados por sus veredas rurales.
Recordemos también que aquí operan el Eln, disidencias de las Farc y bandas narcotraficantes como el Clan del Golfo, que sucedieron a los paramilitares. Sus actividades se concentran en el narcotráfico y la minería ilegal. Para obtener el control territorial se valen de masacres, homicidios selectivos, amenazas, desapariciones forzadas y el asesinato de líderes sociales y defensores de derechos humanos.
Todo lo anterior deja en evidencia que la seguridad en diversos puntos del Cauca se mantiene en riesgo latente, a causa no solo de la delincuencia armada ilegal como tal sino también por los conflictos varios protagonizados por indígenas, campesinos y afros, confirmando que nuestra comarca es una región bastante convulsionada, caracterizada por altos niveles de desigualdad económica, violencia y conflictos sociales.
Es claro entonces decir sin vacilación, que las cosas no están saliendo como todos queremos en materia de seguridad. ¿Cómo detener esta dura racha que nos atormenta? Gobierno central tiene la palabra.