El viernes anterior, un grupo de ciudadanos que transitaba por la carrera 6ª, en inmediaciones del barrio Bolívar, cerca de la sede de la Cruz Roja Cauca, comenzó a sentir una molesta irritación en sus ojos acompañada de una fuerte tos desatada entre los transeúnte afectados. El malestar rápidamente se contagió a empleados y propietarios de establecimientos comerciales, con gran cantidad de clientes, a esa hora ‘pico’ de la mañana.
Toda esta sintomatología despertó una inusual alerta, por lo que rápidamente se descubrió que los malestares provenían de un extraño humo emanado de uno de los acostumbrados basureros acumulados en el sector. Ante la preocupación, llamaron al Cuerpo de Bomberos de Popayán, entidad que envió personal a la zona, develado, al remover los residuos, que el humo era producido por una sustancia química, hasta ese momento desconocida y que había sido depositada en un balde.
El ente de socorro decidió sustraer el recipiente con el químico y llevarlo hasta su comando para analizarlo. Allá, este material accidentalmente provocó una explosión que no causó novedad entre el personal bomberil.
Se conoció después que el químico causante del tremendo susto, resultó ser carburo, una peligrosa sustancia química sobrante en procesos de latonería y pintura. Todo parece indicar, que de manera irresponsable, este elemento fue arrojado entre la basura en el barrio Bolívar y en su reacción, causó ese nocivo vapor que terminó afectando a quienes hacían tránsito por este populoso barrio payanes.
Es grave que una situación de este talante, donde se involucran sobrantes químicos peligrosos, se conozca solo cuando ya muchos habían inhalado aquel irritante vapor y luego que la sustancia reaccionara y explotara.
La pregunta es, ¿qué control se ejerce en las empresas o talleres de parte de la Secretaría de Salud Municipal, entorno al manejo de elementos potencialmente peligrosos? Igual cuestionamiento podría dirigirse a la gente de Serviaseo, entidad que en su programa preventivo para manejo de residuos sólidos, creemos, debería contar con la capacitación a comerciantes y operarios, sobre cómo disponer finalmente de esos sobrantes.
Para el reciente caso, el cual pensamos debería haber generado una honda preocupación en las entidades municipales encargadas, es claro que en su génesis estuvo en el abandono de residuos en el proceso de latonería adelantado desde alguno de los talleres similares (incluso varios al aire libre) instalados en la zona.
¿Será que esta actividad, que se sabe, utiliza sustancias químicas en cualquiera de sus actividades cotidianas, recibe la visita de personal de Secre-salud o de Serviaseo?, ¿el personal del Ministerio de Trabajo, en Popayán, tendrá en su lista aquellos talleres donde apliquen procesos que necesariamente usen químicos potencialmente peligrosos?, ¿se conoce de parte del municipio el número de talleres de este tipo en la ciudad?
Ahora y para enfocar responsabilidades a quienes se ganan la vida con esta actividad ¿Hay algún control para el manejo de residuos químicos dentro del proceso que están ejerciendo?, ¿los empleados tienen conocimiento del peligro que representa manipular determinados compuestos que usan diariamente?
Todas estas preguntas, ojalá despierten inquietudes y acciones preventivas entre las entidades gubernamentales respectivas y entre los comerciantes y empresarios con talleres y procesos donde usan químicos potencialmente peligrosos. No quisiéramos pues, que un campanazo de alerta, como el del pasado viernes, se repitiera, de pronto, causando emergencias mayores con víctimas entre la ciudadanía.
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