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LENNY Z PITO BONILLA
@creaciónpsicología XXI
Estamos aquí y ahora en el momento crucial de desaprender, reaprender y aprender a vivir distinto, a afrontar la vida sin el miedo permanente, a mirarnos con compasión, recorrer las carreteras con la certeza que llegaremos al destino, a reencontramos con el campo y la naturaleza con la seguridad que regresaremos a casa o a soñar en la nación poderosa y prospera que merecemos. Lo que implica dejar de seguir aferrados a la queja por la miseria que construimos, heredamos o heredaremos sino nos ponemos las pilas.
Le interesa leer… A disfrutar de ‘Coyuntura Emocional (I)’
El sendero como caminantes es el de dejar de tirar a herirnos, lastimarnos, tratarnos mal, poner por delante la grosería, andar con un armamento interno para atacar a todo el que es, parece, siente, piensa, expresa o vive diferente. Miles de armas salieron del conflicto, ya no nos apuntan, pero seguimos emocionalmente aferrados a esa sensación que alguien nos vigila, nos tiene en la mira, ataca, dispara o aniquila.
El reto es reencontrarnos con nosotros mismos, reconocer nuestra grandeza, recargamos de renovadas energías, sembrar semillas diferentes y permitimos que germine un nuevo paradigma en el marco de la paz: negociación, acuerdos, respeto por las diferencias, resolución pacífica de los conflictos, dialogo y aceptación de la diversidad que es riqueza, entre otros.
Pasamos una coyuntura también emocional. Lo que vivimos es ceguera del alma, parálisis mental y un profundo dolor psicológico que arrastramos en pesadas cadenas, tanto que no vemos los lados ya rotos y seguimos cargando pedazos de ellas. Es nuestra responsabilidad en primer lugar individual, liberarnos en forma total y colocar tanta tragedia en espacios comunitarios donde se dé la reflexión colectiva, para recordar que existieron, nos esclavizaron y que estamos llamados a no repetir esa historia.
Es un proceso de reconciliación con nosotros mismos, los cercanos, los hermanos, que nos permita superar esas ideas falsas, esas creencias que nos han llevado a imaginar que somos mediocres, inferiores, incapaces, poca cosa, todo aquello que nos mantiene en la autodestrucción, no deja ver el horizonte e impide ensoñar una nación rica, prospera y poderosa. Porque pareciera que eso no es para nosotros, que vivir en la miseria física, material pero ante todo mental es a lo que estamos condenados.
La tragedia nos ha marcado, a nuestros padres y abuelos, a los hijos y nietos. Reconocer en lo que nos convertimos es un paso fundamental para empezar a desprendernos de ese yugo violento, dejar cadenas, abrir jaulas y empezar a volar bajo los cielos de la no agresión, la no violencia, el reconocimiento de las diferencias y la diversidad que lejos de apartarnos nos enriquece, nos demuestra lo que en verdad somos, nuestra esencia, el potencial que estamos llamados a desarrollar y sobre el cual evolucionar hacia otra consciencia.
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