Por estos días y también… por los otros

DANILO REINALDO VIVAS RAMOS

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Faltan pocos días para que los partidos políticos tradicionales: Partido Liberal y Partido Conservador, con sus híbridos: Partido de la U, Cambio Radical y Centro Democrático, los que se han aferrado a un nombre, a un color, a un caudillo, a un favor recibido o por recibir, definan candidatos para las elecciones de octubre, se elegirán mandatarios regionales y locales que dirigirán, por los próximos cuatro años, los destinos de Departamentos y Municipios; así mismo, se conocerá la integración de Asambleas Departamentales y Concejos Municipales.

Todos, unos más que otros, parten del convencimiento que su “estructura” y a veces desempolvados y deshilvanados discursos, con corte ideológico, les dará el triunfo o por lo menos una decorosa derrota con la esperanza de que el triunfador algo de “poder” les dará, pues en esencia responden a los mismos intereses y a idénticas lógicas, sus diferencias son imperceptibles, aunque se haga alarde, en los medios de comunicación, de lo contrario.

Por otro lado, los que vienen “apostándole” a lo alternativo, lo contrario a lo tradicional, se preparan exactamente para lo mismo y curiosamente con idénticos métodos de quienes han querido diferenciarse. Pareciera que la gran divergencia está solo en el nombre del partido, movimiento, grupo o alianza, entre los que podemos contar: El Polo Democrático, el Partido Verde, MAIS, el MIRA, la ASI, en sus vertientes: Independiente e Indígena, y otros tantos que van surgiendo a medida de las “circunstancias”, entiéndase aquí conveniencias que, con unas pocas desteñidas diferencias con los tradicionales, desarrollan y reproducen vicios que cada vez empañan más el ejercicio de la política. En nuestra región, ni se diga, aquí es crítico en los dos escenarios.

La lucha electoral tiende a focalizarse en que el bloque predominante: Los tradicionales, adelanten acciones para mantener su dominio político y expresarse en todos los órdenes de la vida nacional, logrando con ello mantener, lo que muchas veces se ha dado por llamar: El Establecimiento, cerrando el paso a otras expresiones políticas, acuñadas hoy como representante de la Izquierda Democrática, calificación que se asume para diferenciarla de la izquierda radical, la levantada en armas.

Dadas las cosas así, podríamos decir que no hay problema, que todo está dentro del marco general de lo que se entiende por Democracia, se esperaría, en consecuencia, que cada “grupo”, hago referencia a los dos bloques anteriores mencionados, pudieran adelantar individual o colectivamente acciones ideológicas y programáticas en correspondencia con su naturaleza u origen, para desde allí visualizar el futuro de la localidad, la región y el país. Accionar que les permitiera llegar a sus bases con ideas y que a través de ellas elevaran su capacidad y opinión política y ciudadana para que ellas sean protagonistas de su devenir, que su compromiso trascienda el “favor” que se le hizo o el que se espera que le haga quien tiene “la sartén por el mango”, es decir la cabeza del partido o movimiento, esto le serviría mucho a la democracia, pues esta se fundamenta en partidos fuertes ideológica y políticamente, no poderosos social, económica y burocráticamente, con tentáculos en todas las instancias del poder, no de otra manera se puede entender hoy el desprestigio que arrastran las grandes cortes y los organismos de control que operan según sus conveniencias o las de sus amigotes en el ejecutivo o el legislativo.

Recurrir a la historia es un aliciente en estos momentos de tanta incertidumbre, cuando se terminó el excluyente Frente Nacional, se inició todo un proceso de alianzas entre grupos diferentes a los liberales y conservadores, para enfrentar las prácticas hegemónicas dejadas por estos, quienes nos quisieron hacer creer, en ese momento, que lo hacían por defender la patria, se erigieron como los salvadores de una Democracia fallida, cuando en el fondo era para alternarse y repartirse el poder. De esta nefasta época nos queda un movimiento guerrillero, con el que después de 60 años, “hemos” decidido sentarnos a negociar una paz esquiva y una secuela de prácticas políticas que, sin negociación alguna, pareciera tener a todos pastando sobre el mismo potrero.

Hoy impera en el campo político, no la alianza entre agrupaciones del mismo bloque ideológico y político, sino una mezcla amorfa entre unos y otros para alcanzar el poder a cualquier precio, bajo el aforisma: La política es dinámica, luego vendrá la repartición burocrática y contractual. Es tanto el cinismo por estos días y también… por los otros, que los cambios que requiere el Cauca y Popayán no se podrán ver muy pronto.