¿Niegas tu sangre?

MARÍA ALEJANDRA ORTIZ VELA

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Infortunado, por no decir más, respecto a lo que escuchamos, vimos y leímos por parte de una persona que nació en Francia y se crió en Popayán, porque “infortunadamente” para ella, sus padres sí nacieron y se formaron en la ilustre Ciudad Blanca.

A decir verdad, pienso que la vergüenza por la cual deben estar atravesando estos señores debe ser aterradora, pues conociendo su formación profesional, de ninguna manera, podría uno pensar que esos fueron los valores y principios que inculcaron en su joven hija, que, como muchos muchachos, a expensas de recibir absolutamente todo por parte de sus padres, pierden el horizonte, y consideran que el mundo gira a su alrededor y entonces se sienten con la autoridad moral, de “vomitar” su pobreza mental en programas de televisión, que igual, son inocuos, vacíos y sin ningún contenido cultural.

Desprovista ya del malestar que me genero el oír a esta cuasi paisana, les quiero compartir unas letras convertido en monologo que me salió de lo más profundo de mi ser, pues si hay algo que le genera a uno más sentido de pertenecía y a querer lo suyo, es estando lejos de la patria chica: ¿Un día me preguntaron de dónde eres?, ¡De una ciudad pequeña que tal vez ni lo conozcas! ¡¿un Pueblito?! Soltamos a reír. ¡¿Sabes una vaina?! ¡CON ORGULLO! Soy de la ciudad ¿Dónde todo el mundo te saluda y te pregunta… ¿cómo estás?; ¿Tanto tiempo sin vernos!; ¿eres el hijo de…?; ¡Con tu papá fuimos al colegio!; ¡Con tu mamá salíamos a bailar! Soy de una ciudad donde no hay nada, pero lo tiene todo. Una ciudad donde hay gente que cuando uno necesita del otro, siempre estamos para ayudarnos. Soy de una ciudad donde indicamos las direcciones diciendo: al lado de… enfrente de… a la vuelta de… Soy de una ciudad donde gozamos de la riqueza natural, que se toma un caucano azul en el parque, en sus alrededores o en cualquier esquina, donde todos queremos estudiar y prepararnos, donde siempre, el que está por fuera, sea en Colombia o en el exterior añora regresar, y en el mes de diciembre la nostalgia aumenta por volver a sentarse en la esquina con los amigos del barrio, cada diciembre es el premio al esfuerzo de todo el año, ¡ESTOY FELIZ DE HABER NACIDO EN MI POPAYÁN!, somos parranderos, buenos amigos, y des complicados, que viva mi tierra hermosa, que viva mi gente bella, de ahí vengo yo, porque POPAYÁN es POPAYÁN.