¡Navidad dulce navidad!


ÁLVARO GRIJALBA GÓMEZ

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El mundo se ha vestido de luces y color. Acá las lluvias han cesado un poco, es el veranito del Niño Dios; en otras latitudes el frío cala los huesos, aparecen abrigos, gorros y bufandas, se encienden chimeneas y el paisaje se torna blanco por la gélida nieve, los niños se divierten armando blancos y regordetes muñecos y patinan en el hielo, llega la Navidad.

Nosotros en medio del hermoso verdor de nuestros valles y cordilleras, iniciamos hoy la tradicional novena de aguinaldos, la Novena del Niño Dios; suenan villancicos, panderetas y dulzainas, se encienden luces de pesebres y árboles navideños que adornan casas y hogares para dar alegría y colorido a esta hermosa época de recuerdos y añoranzas, de ilusiones y contento para niños, de dulces sabores, cenas de pavos y lechones, de tamales y natillas, encurtidos y hojaldres, todo es alegría.

Suenan por doquier alegres chirimías de flautas traveseras, mates, tamboras, charrascas y diablillos juguetones; familias enteras con fe y devoción cantan tonadas y canciones navideñas con sus pequeños hijos alrededor del pesebre de portales o grutas de Belén, donde María y José, con la mula y el buey, esperan la llegada de Jesús, el Niño Dios, al lado de pastores y pequeñas ovejitas, de casitas, riachuelos y cervatillos, los tres Reyes Magos que viajan al portal guiados por la estrella, y diversas figuritas que dan vida y color a esta ancestral y bella tradición cristiana vestida de música y coplas de lindos villancicos.

Las navidades son un universo de fantasías e ilusiones, de amores y cariños, de alegrías y nostalgias, de perdones y reconciliaciones, de afecto y calor humano que dulcifican y enternecen corazones, dan tregua y altos en los caminos.

En el aire flotan y se trenzan risas de chiquillos, coros infantiles con alegres cánticos y sus tiernas voces se escuchan al unísono del repicar de campanas navideñas en templos y santuarios.

Llegó la navidad con su alegría y la inevitable añoranza de esos seres queridos que marcharon al encuentro de la gloria de Dios a compartir con Él su natividad plena de luz y felicidad, en donde en dolor no existe, la paz y la alegría son eternas para ellos.

Hay que convertir las navidades en instantes para recordar los bellos momentos vividos, para vivir el presente y pensar en el futuro, pues la vida continúa, y nuestro deber es seguir adelante caminando de la mano de Dios por los senderos que nos ha elegido para recorrer.

Que en estas navidades cesen los actos de barbarie, se sosieguen los espíritus beligerantes, se depongan armas, se callen fusiles, termine la violencia social de género, y luces de ilusión brillen como la estrella de Belén por todas partes.

Popayán ha prendido unas lindas luces en su corazón el Parque de Caldas, el de Carantanta y otros sitios, pero es triste ver las centenarias iglesias y sus campanarios, los viejas casonas que hoy ocupa el comercio que usufructúa de ellas para sus negocios, al igual que en el resto de la Ciudad, no colocar un solo bombillo o un arreglo navideño en sus establecimientos comerciales, para ayudar al embellecimiento de nuestra amada Ciudad en esta época, como mínima compensación por la riqueza que ella les provee a diario.

¿Ese es el amor por esta amadísima Ciudad que les da todo? Aún hay tiempo para hacerlo. La Ciudad se vería muchísimo más linda engalanada por el amor de todos sus habitantes y comerciantes en estas épocas navideñas.

Que se prendan y ardan los fogones caseros con sus pailones de cobre para caguinguiar el manjar blanco y calar limones y naranjas, papayuelas y papayas, higos y brevas, piñas y cocos, y armar las exquisitas y coloridas bandejas de nochebuena payanesa con sus buñuelos, rosquillas y hojaldras veleras, infaltables en nuestra mesa.

Las navidades son para vivir en familia, reencontrarnos y departir con nuestros seres queridos, sentirnos amados y mimados, cantar tutainas tuturumainas, nanas nanitas nanas, los zagales y zagalas, vamos pastorcitos, oh! navidad, Noche de Paz y tantas otras hermosas melodías que llenan los corazones e invaden los hogares del júbilo navideño.

¡Que ésta dulce Navidad y el Año Nuevo que llega, sean abundantes y pródigos en bendiciones, salud, gozo, venturas y mucho amor para todos ustedes mis queridísimos y caros lectores!