Las mujeres que dan vida al paro de campesinos y docentes en el Cauca

La historia de dos caucanas que integran el grupo logístico que respalda esta amplia movilización, cuyo escenario son las calles de la capital del Cauca. Son Piedad y Emilse, hijas de esta tierra que piden más garantías para agro así como para los docentes, también exigen el reconocimiento a las mujeres como dinamizadoras de la sociedad.

Piedad y Emilse unen fuerzas para el desarrollo diario de esta amplia movilización, “hay que ayudar a la lucha porque nadie va a venir a darnos salud, educación y los recursos de nuestros proyectos productivos”, concuerdan estas lideresas. / Fotos: Francisco Calderón – El Nuevo Liberal.

Detrás del paro indefinido de los campesinos y profesores de esta zona del país, está la voluntad de las mujeres, quienes apuestan a un reconocimiento a los trabajadores del agro colombiano, así como al acceso a un sistema de salud humano y de calidad y también por un reconocimiento a su trabajo como dinamizadoras de la sociedad.

Esa es la postura de Piedad Satizabal y Emilse Muñoz Benítez, dos caucanas que integran los equipos logísticos que dan vida a esta amplia movilización que ya cumple tres días. Por eso llegaron a Popayán, la primera desde el corregimiento de Usenda, Silvia; y la segunda desde Argelia, sur del departamento. Llegaron en chivas, como los demás compañeros, quienes salieron de sus veredas, atendiendo al llamado a luchar por sus derechos.

“Estamos acá para demostrar que el campesinado colombiano está unido, que como los demás grupos poblacionales, está peleando para un reconocimiento social y jurídico, como el caso de nosotros en Usenda, donde comprendimos que solo no alcanzamos nada y que la mejor forma era unirse para salir todos adelante”, Piedad Satizabal esbozando una amplia sonrisa, mientras hace llamadas a otras mujeres que están en la parte organizativa, consulta cómo van las negociaciones o cómo están se está ubicando en los lugares donde pernoctan

Ella dice que es campesina, lo dice con orgullo, con la mirada en alto y con la esperanza de que esta vez el gobierno nacional cumpla, que se ponga al día en lo pactado en pasadas concentraciones, porque dice que no es necesaria la violencia para conseguir las cosas, menos para que respeten sus derechos.

“Que nos cumplan, porque nosotros somos los que estamos dando prácticamente de comer a las ciudades, como en mi caso, gracias a la unión de todos, estamos ejecutando proyectos de porcicultura, piscicultura y ganadería, ofreciendo productos que comercializamos en la ciudades, por eso llegamos acá, para hacernos oír”, agrega Piedad sin descansar un minuto en las tareas de organizar a sus compañeros, toca recoger la carne, los plátanos, el arroz para el almuerzo para que ese campesinado que se concentra en el parque Caldas aguante la lucha.

Eso mismo realiza Emilse Muñoz Benítez, quien llegó a la Ciudad Blanca en la madrugada de lunes, en una chiva que movilizó 50 compañeros desde Argelia y que están dispuestos a todo, porque quieren que su parcela, su tierra, su municipio, produzca a gran escala para el beneficio de todos.

Emilse comparte con una compañera a la hora gestionar los alimentos para los integrantes de su organización, facilitando luego su elaboración.

“La tierra en Argelia es fecunda, allá se da lulo, granadilla, papa, plátano, por eso queremos que inviertan allá, que la gente pueda vivir de estos productos y no de los cultivos de uso ilícito porque eso da es para terceros, mas no para uno como dueño de una parcela, a uno le queda son problemas, de ahí que yo vendiera mi cultivo de eso y ahora tenga mi tienda, mi plantas de café para ganarme la vida con más tranquilidad”, dice Emilse, mostrando sus manos afectadas por trabajar la tierra, pero exhibiendo la belleza femenina con su rostro, bajo un delicado maquillaje. Nunca deja de ser mujer, así esté en pie de lucha, demostrando que ellas son tan guerreras como sus compañeros.

“Para mi es un orgullo ser campesina y de Argelia, porque con mi tienda y mis plantaciones de café, que ahora mi esposo e hijo cuidan porque estoy acá peleando, estoy obteniendo los ingresos para salir adelante, con esta actividad le doy estudio a mi hija, en Cali, como a mi muchacho que está en el pueblo”, agrega Emilse mientras ayuda a Piedad en la preparación de la carne que usan para el almuerzo, el cual preparan, bajo improvisadas carpas, entre todos en las instalaciones de la institución educativa Jhon F. Kennedy sede la Nueva Esperanza. Uno de los tantos puntos donde pasan la noche, luego de pedir en la plaza pública el cumplimiento de sus exigencias.

“Esta movilización es el granito de arena que aportamos para que nuestros hijos aprendan el valor de las cosas, que superen ese estigma de que ser campesino es ser menos, no. Estamos acá para que ellos vean que hay una historia de lucha y de resistencia en un país que ignora el eslabón principal de su economía”, explica Piedad mientras colabora para que esta amplia movilización cumpla con sus objetivos.

Piedad Zatizabal con sus compañeros a la hora de coordinar la forma cómo se van a repartir los almuerzos de la comisión de Silvia, Corinto y Argelia.