Las gotas de optimismo

EDUARDO NATES LÓPEZ

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Resulta agradable hacer un alto en el camino de la crítica política para girar a referirse a otros temas de mucha importancia que, como este, trascienden por mucho las fronteras locales y proyectan esta comarca al panorama científico internacional.

Se trata de la investigación que ha realizado el Médico Oftalmólogo Luis Felipe Vejarano Restrepo para inventar unas gotas que producen un estímulo específico en el músculo ciliar -que controla el enfoque ocular- para retraer una visión normal a quienes adolecemos de Presbicia (dificultad para ver de cerca), mal que nos llega a la mayoría de seres humanos al sobrepasar la temprana barrera de los cuarenta años.

La investigación y sus resultados han sido un verdadero éxito mundial y tiene a la comunidad oftalmológica internacional impactada y agradecida por el alcance científico. Tanto que ha sido objeto de muchos artículos en revistas científicas europeas y americanas y por estos días la prensa nacional de primer nivel le ha realizado explícitos y amenos reportajes donde el doctor Vejarano hace el tema muy digerible y fácil de entender.

Por supuesto no soy yo a quien corresponde hacer el reconocimiento científico del descubrimiento. De eso se encargan los especialistas mundiales en el tema. Pero sí siento el deber de hacerlo en el ámbito social y afectivo de lo local donde, para nuestra fortuna, Felipe es muy querido personaje.

Comencemos por reconocer su profundo amor por esta su tierra natal, pues con la facilidad a mano de haber escogido cualquier otra ciudad del país o del exterior para realizar sus estudios, decidió ser bachiller del Colegio Champagnat, hacer su carrera de medicina en la Universidad del Cauca (siempre con excelentes calificaciones) y sus especializaciones en varias universidades de Colombia y luego en el exterior. Concentra su actividad profesional en Popayán donde, con la guía de su padre, el doctor Alberto Vejarano Cucalón, pionero de la medicina oftalmológica en esta región, han puesto al servicio de los pacientes del suroccidente colombiano y del país en general, un centro científico que, francamente, otras ciudades del país envidiarían.

Pues, en este ejercicio de “Popayanejismo” Felipe, con frecuencia inusitada, sale de Popayán, va a un congreso científico en el otro lado del mundo, dicta su conferencia en otra latitud, expone su investigación ante un auditorio en otro extremo del planeta y vuelve a este rincón, tan pronto como si hubiera ido a la esquina de La Ermita. Y tiene su residencia aquí, en su casa del centro histórico de la ciudad, donde por supuesto goza y padece las satisfacciones y dificultades de la provincia.

Según le escuché en uno de los reportajes radiales -creo que en la cadena Caracol- en este momento está enfrascado en la lucha casi insuperable de la inscripción, licencia y registro ante las entidades nacionales y extranjeras encargadas del tema, donde la tramitología y los obstáculos acaban con la paciencia de quien quiera. Ojalá pronto lo logre.

Es este un hecho esperanzador y optimista que compensa con creces la desilusión y decaimiento que en no pocas ocasiones nos desalienta… Es un ejemplo para muchos jóvenes de que el tesón y la disciplina, esté donde se esté, siempre alcanzan el éxito. Es la antítesis vencedora frente a la creencia pesimista de que para triunfar en la vida personal o profesional, hay que salir de Popayán. Inclusive, es una enseñanza clara -hasta para los gobiernos locales y regionales que manejan absurdamente los recursos oficiales destinados a investigación- de que sí se pueden obtener resultados efectivos y útiles para la sociedad, cuando aquellos dineros se manejan con honradez y eficiencia.

Felicitamos cordialmente a Luis Felipe, a su esposa Marisol Zambrano, a su familia, y a todas las personas que los rodean y trabajan en la Fundación Oftalmológica Vejarano y les agradecemos su invaluable aporte y todo lo que hacen en favor de esta tierra y deseamos que muy pronto estas gotas alcancen el caudal de unas cataratas de éxitos.