La carrera contra el tiempo de los venezolanos a su paso por Popayán

Ciudadanos del vecino país que buscan una segunda oportunidad en Ecuador y Perú tienen el tiempo en su contra.

Jazmín Muñoz Yela

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La emoción aparece cada vez que un carro se detiene, aunque no siempre es para llevarlos. Fotos Alexander Paloma/El Nuevo Liberal.

Sus expresiones ya los identifican como venezolanos que necesitan ayuda para viajar.

A pesar de las dificultades, el amor por su país sigue vivo.

La situación de los venezolanos cada vez se pone más difícil, mientras en Venezuela más de 700 trabajadores de la filial de la italiana Pirelli se quedan sin empleo por el intempestivo cierre de dicha empresa, cientos de venezolanos que ya habían decidido salir de su país aceleran sus pasos para poder llegar a los países donde esperar tener una nueva oportunidad, Perú o Ecuador son esas naciones preferidas por la mayoría, pero ahora se enfrenta al cierre de esta posibilidad.

A partir del 25 agosto del año en curso, Perú solicitará pasaporte a los venezolanos que deseen ingresar a su territorio. Decisión que también había tomado Ecuador, pero que fue suspendida por 45 días, después de que un tribunal de Quito anuló la regulación del gobierno y dio este plazo a las autoridades para poner en marcha un plan integral para regular el flujo migratorio. Poco después la Cancillería anunció que ahora exigirá la validación de la cédula de identidad a venezolanos. Esta situación tiene preocupados a los emigrantes del país vecino, quienes procuran llegar antes de que se cumpla el plazo y el ingreso a estos países sea más difícil por el factor económico.

Nos dimos a la tarea de recorrer la panamericana desde Mi Bohío hasta Rio Blanco y conocer las historias de aquellos que buscan reiniciar sus vidas alejados de los conflictos de su país.

“A mí me han deportado, pero en la 7 vez pase. Venía solo, en el paso de la frontera me encontré con un hermano venezolano y continuamos juntos y ya en Colombia nos encontramos otro y ahora somos tres”, dijo Miguel, uno de los venezolanos que nos encontramos en Río Blanco.

El optimismo de ellos era evidente, la razón, los colombianos que se iban encontrando en el camino les han brindado ayuda con comida, transporte, dinero y apoyo moral, algo que sentían que ya no tenían en su país.

“Yo voy para Ecuador, allá tengo mi hermana y cuando ya esté ubicado mando por mi familia que está en Venezuela”, agregó Alonso, quien es interrumpido por Andrés quien agrega que el si va para Perú, porque allá tienen una prima. “Mi prima me va a recibir, me va ayudar a conseguir un empleo y a ganar dinero para poder mandarle a mi familia. Pero eso sí, apenas maduro se vaya, yo me regreso a mi país”.

En su país ellos eran militar de la Guardia Nacional Venezolana, Conductor de transporte privado y un mecánico respectivamente, quienes ven con tristeza, rabia y dolor la situación por la que atraviesa su país y nos permiten ver un poco más a fondo.

“Yo era Sargento Primero, pero no estoy de acuerdo con lo que pasa en mi país. Con un grupo de compañeros intentamos dar un golpe de estado, 21 de ellos eran francotiradores de 63 que participamos, 15 de ellos murieron y al resto nos tocó huir porque si no nos mataban”, afirma Miguel, a quien en sus ojos se le nota la ira al recordar lo sucedido.

Entrados un poco en confianza nos permite escuchar audios enviados por sus familiares donde les cuentan como están, uno de ellos dice, “la situación está muy dura, yo estoy trabajando en un lado y mi José se está rebuscando, con lo que conseguimos le enviamos a mamá, pero no alcanza, ahora sí se puede comprar carne es una vez cada quince días. Está muy difícil, pero no se preocupe siga usted allá, yo le estoy contando”, dice un familiar de uno de los venezolanos.

Según los viajantes para vivir en Venezuela hay que tener ayudas del gobierno, algo parecido a un subsidio y tener el carnet del gobierno, si no se tiene no se puede aspirar a nada. “Un conocido estaba aspirando a un empleo pero por no tener ese carnet, no pudo acceder al empleo, sin ese carnet allá uno no es nadie”, dijo Andrés.

Mientras hablamos ellos hacen la señal con su dedo para que los lleven y de repente una tractomula para. Traía muchas personas encima. Ellos corrieron pero el conductor no paró para llevarlos, sino para bajar a los otros venezolanos que ahí venían, porque solo podía llevarlos hasta ese sector.

Ahora ya no eran tres, eran diez y por lo tanto no podían quedarse juntos pidiendo que los lleven. Nuestros entrevistados agarraron maletas y con dos de los que bajaron de la tractomula continuaron a pie, los demás se quedaron ahí esperando.

Con un, ‘que les vaya bien’ los despedimos. Ahora si señal para pedir ayuda la usarían nuevamente después de que hayan cruzado la ciudad por la variante, porque en ese sector de Río Blanco a Mi Bohío no nos iban a llevar para evitar multas. La solidaridad del colombiano no se ha hecho esperar, pero la situación cada vez es más difícil para ellos que migran a un lugar, como para los que los deben recibir.