Una misteriosa criatura

JAIME BONILLA MEDINA

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En relajada lectura dominical, encontré la referencia de un actual misterio: Beth Janeta, mujer de 41 años halló, mientras paseaba su perro por la costa Roshilli -sur de Gales- los despojos de un extraño cuerpo que tiene desconcertados a los científicos. Dan Forman, experto en biociencia lo detalla: “Tiene un esqueleto de 1,52 metros, presenta una cabeza larga y una gran mandíbula. La forma semeja la de un cetáceo o reptil. Al mirarlo la primera vez parece un cocodrilo, pero no lo es, ¿es un primitivo ejemplar de ballena, marsopa o delfín?”

La descripción me trasladó, inmediatamente, a nuestra reciente jornada de votación y sus novedosos resultados. Entre los candidatos en contienda figuraban dos delfines, (delfín: poder de un individuo adquirido por herencia familiar); y pensé, la enigmática criatura bien puede representar la muerte política de uno de ellos, Germán Vargas Lleras, quien cumple con los criterios descritos: nieto del expresidente Carlos Lleras Restrepo, mitad lagarto y mitad delfín, con la cabeza elongada por los coscorrones devueltos de sus frustrados seguidores; gran mandíbula por la ostentación de una copiosa oratoria, con la que quiso mentirnos al pintar de gratuidad la infraestructura vial y las casas de interés social, promovidas durante la soterrada campaña iniciada desde la vicepresidencia y ministerios ejercidos en los gobiernos de Santos; cuando la verdad, son obras construidas con los tributos de todos los colombianos. La agonía se inició con la derrota en las elecciones presidenciales del 2010, obteniendo apenas el 6% de los votantes. Innegable la antipatía que despierta la imagen de hombre frío y autoritario, junto a su partido Cambio Radical, cuna de escándalos en parapolítica y corrupción, culpable del abandono de las propias huestes para postularse por firmas. Pésimo ejemplo. Ahora lo vemos en un lapidario cuarto lugar y el 7% de los votos. ¿Resucitará? Lo más posible es su adhesión al favorito en segunda vuelta, para bien personal mas no colectivo, haciendo gala de buen camaleón.

El otro delfín es Iván Duque, una especie diferente pues es hijo, no biológico, pero si reconocido del expresidente Álvaro Uribe. No es un animalejo excéntrico y está más vivo que nunca. Se vislumbra futuro presidente, pero con algunas deficiencias llamativas. La peor: ausencia de autoestima y autocrítica al aceptar la candidatura al primer cargo de la nación, no por méritos propios, sino por el querer y la imposición de su jefe de partido. No nos digamos mentiras, hace ocho meses era un perfecto desconocido en el panorama político y solo bastó la bendición de Uribe para saltar a la arena de presidenciables. No fue fruto de una encuesta popular como se plantea, recordemos la insistente campaña previa a la consulta partidista: “Yo voto por el que diga Uribe, Duque es el ungido.”

La inexperiencia administrativa lo coloca en desventaja. Quienes se atreven a comparar su juventud con la del presidente francés Emmanuel Macron, o el primer ministro canadiense Justin Trudeau, seguramente desconocen la laureada y extensa hoja de vida pública de estos dos mandatarios.

Libre de acusaciones, Duque se encuentra mal asesorado: tanto su padre putativo, como el jefe de campaña Luis Alfredo Ramos y el jefe de debate Alejandro Ordoñez, son investigados por posible corrupción, paramilitarismo y narcotráfico. Además, publicó como propio, un conmovedor video “Carta a Eloisa”, su hija, que terminó siendo un plagio de “Carta a Daniela” del político español Albert Rivera. Se vio obligado a corregir la hoja de vida al descubrirse una falsa especialidad académica en la U. De Harvard, cuando apenas fue un curso realizado en cinco días.

Viene una disputada segunda vuelta con Petro como representante de una sorpresiva primavera progresista, y Duque como candidato favorito con augurios dudosos de gobernabilidad. Ojalá no sean más que eso: augurios; y el cuasi presidente venidero resulte un líder autónomo, justo, apartado de padrinazgos e influencias malsanas; nunca un futuro híbrido yacente en cualquier playa del planeta.