El fin de una vida laboral

HAROLD MOSQUERA RIVAS

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El pasado 2 de octubre de 2018 a través de diligencias de conciliación ante el Ministerio del Trabajo, cerraron su ciclo laboral como directivos sindicales los señores María Cristina Cabanillas, María Edil Campo, Sebastián Fernández, Ana Cecilia Mosquera, Amanda Mosquera, Rosemary Solarte y Alexis Solarte, quedando pendiente la diligencia de Gladys Sánchez, hecho emotivo y nostálgico por tratarse de los directivos del sindicato Sintracomfamiliar, con el cual inicié mi ejercicio profesional como abogado laboralista por allá en enero de 1992.

Al lado de ellos, durante estos 26 años de trabajo, pasamos por todas las situaciones que se le pueden presentar a un trabajador y a una organización sindical en medio de la permanente lucha por defender sus derechos y procurar unas mejores condiciones de vida para cada uno de los trabajadores y sus familias.

De todo corazón quiero agradecer a estos directivos sindicales y sus compañeros de asociación, por haber sido ese laboratorio en el que con cada caso aprendimos del derecho laboral, de los sentimientos del trabajador, de la tragedia de un despido, del dolor de la muerte intempestiva de algún compañero y hasta del resentimiento justificado de aquellos cuyos procesos se perdieron en los estrados judiciales. Fueron años de amistad, de lucha y del fortalecimiento de afectos que ni la misma muerte podrá llevarse.

Aún recuerdo las reuniones a veces secretas en la sede de Utracauca, donde, con una pequeña máquina de escribir redactábamos poderes, querellas, memoriales y demandas, hasta que la tecnología nos facilitó la vida con el advenimiento de los computadores personales.

Imposible será olvidar las celebraciones de cumpleaños, las marchas del día del trabajo, las fiestas de navidad, los debates en las asambleas, las charlas de capacitación y la alegría de una negociación exitosa. Cuanto felicidad produce el haber apostado el ejercicio profesional a la causa de trabajadores como los compañeros que motivan el presente artículo, pues más allá de los honorarios percibidos por cada proceso llevado a feliz término, está la felicidad que produce restablecer el buen nombre o la dignidad del trabajador despedido, devolverle a su familia el mínimo vital y ver de nuevo sonreír a quien lloraba por la tragedia que para él representaba su despido y el desamparo de los suyos. Agradezco de corazón a todos los trabajadores del sindicato Sintracomfamiliar y en especial a los arriba citados por su ejemplo de vida y de lucha, continuaremos con el trabajo silencioso en favor de quienes continúan en la labor y recordaremos por siempre con cariño sincero a quienes escribieron las páginas maravillosas, sencillas y humildes de la historia del sindicato, como José Vicente Castillo (q.e.p.d.), Alonso Medina, Gloria Solís, Luz Alba Acosta y Samuel Lasso (q.e.p.d.), entre otros, ofreciendo disculpas a todos los que por lo limitados de este espacio no alcanzo a mencionar.

Espero que ahora en su vida de pensionados retirados, disfruten del tiempo con sus hijos y nietos y se mantengan siempre activos, pues la inactividad, la soledad y la tristeza son los peores enemigos del pensionado retirado, incluso algunos llegan a morirse de nostalgia, soledad o tristeza, cuando tienen tantas cosas maravillosas para disfrutar en esta etapa de la vida. Que Dios los bendiga y les de muchos años más de vida pensional y feliz.