Grave, muy grave



GUILLERMO ALBERTO GONZÁLEZ MOSQUERA

[email protected]

Lo que acaba de suceder en la Escuela de Policía General Santander de Bogotá dista de ser un incidente menor. Cuando creíamos que los carros bomba habían terminado y nos aprestábamos jubilosos a celebrar la paz, se nos viene encima un remezón que deja 20 estudiantes muertos y 80 heridos, nada menos que en el centro de una institución que está muy cerca del corazón de los colombianos. Definido que fue el Eln el autor material y el determinador de los hechos sangrientos que han enlutado al país, cabe ahora conocer cuáles serán las consecuencias políticas, económicas y sociales, las que ya empiezan a sentirse. El flujo turístico disminuirá, las relaciones con Cuba se tensionarán y de todas maneras la situación política interna se enrarecerá.

Pero, debemos rodear al Presidente Duque en esta difícil circunstancia. Su decisión es honesta y prudente y a la vez enérgica como se lo ha pedido el pueblo colombiano que salió a las calles a marchar contra los violentos. El pueblo payanés -en otras épocas decidido y valeroso- a diferencia de otras ciudades, resolvió esconderse detrás de las ventanas y dejó que no más de un centenar de personas marchara valerosamente por las calles del centro histórico sin la presencia de sus autoridades civiles. Así se deja atropellar por los miserables que juegan con el destino de sus hijos. Vale la pena reflexionar sobre este hecho para conocer lo que sucede.

Existe un debate que deberá resolverse en estos días y que involucra a la opinión internacional. Se trata de respeto o no a los protocolos acordados sobre un plazo que deberá concederse para abandonar el país sede cuando se han roto las conversaciones. El Gobierno ha llevado el tema a las Naciones Unidas y se acogerá a lo que estas dictaminen. Así las cosas, debemos esperar a una decisión que gestiona el Canciller Carlos Holmes Trujillo en Nueva York. Si bien el presidente argumenta que el protocolo solamente rige para las Farc y que fue firmado el año anterior por Santos, lo cierto es que Noruega como país garante exige que los negociadores del ELN puedan retornar a Colombia una vez se defina el acompañamiento correspondiente. Hay detalles que deben ser examinados en el asunto, como sería la llegada al punto de inflexión de esta guerra que justamente ha despertado la conciencia del país para saldarla de una vez por todas. En todo caso estamos frente a un estado de derecho y se resolverá el diferendo conforme a las disposiciones que rigen la materia, tanto en Naciones unidas como en la relación bilateral con Cuba. Por fortuna tanto el presidente Duque como el canciller Trujillo son personas serenas que sabrán tomar la determinación que más le conviene a Colombia y que lo principal es respetar la dirección que en ese sentido tome el actual gobierno.

Lo que queda en el aire es la sensación de inseguridad frente a una guerrilla alocada, que aprovecha las fallas de inteligencia del Estado. En los próximos días habrá un largo camino por recorrer y estamos a la expectativa de que el hecho no vuelva a repetirse porque en caso tal, será mejor apagar e irnos.