Día del Zapatero

HORACIO DORADO GÓMEZ

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Tantos festivos, sobre todo los lunes, me hacen volver la memoria cuando era niño. Recuerdo las “fiestas de guardar” por eventos religiosos, cuando Colombia era católica. En Popayán, ni se diga. Se celebraba con pompa. Pero ya nadie recuerda esas fechas, ni sabe, ni entiende, ni pregunta el porqué de los festivos, a los que simplemente llaman: “puente festivo”.

Algunas fiestas religiosas tenían relación con la ayuda santa para el favorecimiento de las cosechas. Así, la fiesta de San Isidro Labrador, patrono de los agricultores estaba asociada con la vida cristiana del campo y las cosechas que festejaban en la mayoría de los pueblos. En Popayán, el padre Andrade, convocaba al atrio de la iglesia de Fátima a fieles de las veredas circunvecinas para mostrar lo mejor de sus cosechas que con natural alegría amenizaban con cantos, música, requintos y tiples, tocados por virtuosos y trovadores campesinos. A San Isidro, lo adornaban con billetes de distintas denominaciones y monedas en una bandeja en señal de agradecimiento. Fiesta popular religiosa en donde se apreciaba en una visión general, el trabajo intenso, la producción y la sana alegría del pueblo.

Otra celebración era la de San Pedro y San Pablo, quizá la más antigua del año litúrgico, que aparece en el santoral, incluso antes que la fiesta de navidad. Con el tiempo cambiada al ritmo del tradicional Sanjuanero. Los opitas inician la fiesta en Neiva, cerrando con carrozas y comparsas el Reinado del Bambuco, Festival y muestra folclórica realizadas desde dos semanas antes.

Algún jurista demandó la ley 37 de 1905 que contemplaba que una de las formas de preservar la religión Católica era guardar los días festivos religiosos ¡Y San se acabó! surgió entonces, la ley 51 del 22 de diciembre 1983 o ley “Emiliani”, porque, el congresista, Raimundo Emiliani Román, propuso trasladar la mayoría de los días festivos que caían entre semana o el mismo domingo, al lunes inmediatamente siguiente, para juntarlos con el fin de semana, evitando así, interrupciones laborales.

¡De carambola acabaron con el lunes del zapatero! Oficio esencial en el conjunto de la burguesía ciudadana, bien diferenciado entre maestros zapateros que confeccionaban zapatos y zapateros remendones que reparaban los viejos, que eran vendidos cuando no los reclamaban. Zapatos sólo usaban aquellos que podían, los que tenían dinero o bien para los días de lluvia. Hoy todos los usan. Conocí zapateros remendones en pequeños cuchitriles donde atendían y otros callejeros que a grito herido ofrecían sus servicios a la clientela. Yo aún tengo la visión lejana de mi infancia cuando remontaban los zapatos con suela de llantas de carros. Tan buenos eran los zapatos de la época, que duraban años, y cuando se desgastaba alguna parte, se llevaban al zapatero para remontarlos, heredándolos entre hermanos.

Zapatero remendón era un oficio pobre, pues el sarcasmo popular, los creía sucios y perezosos. Por sus pocas ganas de trabajar, se decía que los remendones no trabajaban ningún día de la semana. Domingo no trabajaban por no pecar; lunes era día del zapatero; martes compraba materiales; miércoles afilaba cuchillas; jueves, remojaba el cuero; viernes, ablandaba el taburete, y sábado cobraba.

Civilidad: El trabajo endulza el bolsillo.