Firmas contra las EPS

MIGUEL CERON HURTADO

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Desde hace un cuarto de siglo existe el instrumento, pero sólo ahora ha tomado fuerza el mecanismo de las firmas para el ejercicio de la democracia participativa, que se viene utilizando con diversos propósitos, siendo un síntoma que demuestra la desconfianza en las instituciones colombianas. Ya ni en los partidos políticos se puede confiar, según se deduce del hecho que muchos aspirantes a presidente recurren a los grupos significativos de ciudadanos para sustentar su candidatura, tal vez, por la mercantilización que han tomado los avales de los partidos.

Ahora surge en Manizales un comité promotor de la recolección de firmas para exigir a los órganos estatales competentes, la eliminación de los mercaderes de la muerte y traficantes de vidas humanas, alias las EPS, esas empresas creadas para hacer de la salud del pueblo un negocio rentable, cuyas utilidades o ganancias dependen de la vida humana. Si salvan a los pacientes, la empresa quiebra.

Las EPS nacieron con la filosofía del aseguramiento. Pero con el tiempo se han convertido en un parafiscal que opera como un impuesto cuya base gravable son los ingresos de la víctima, que llaman paciente y en algunos casos cliente. Son la principal causa de la crisis institucional del sector salud, por lo cual su desaparición se ha planteado varias veces, pero ellas luchan como fiera herida para defenderse y conservar su lucrativo negocio. Recurren a la corrupción de los congresistas, a quienes les dan aportes en la campaña electoral y luego coimas para que voten a su favor en las cámaras. Esto es de conocimiento general y suficientemente difundido en la opinión pública.

El recurso de las firmas es procedente, ya que la iniciativa gubernamental no pasa en el Congreso. Aunque el gobierno presente el proyecto de ley respectivo, los congresistas lo modifican o no lo aprueban y las EPS permanecen vivas. El comité de Manizales debe extenderse por toda la Nación, porque el país ya no aguanta más los atropellos de estas entidades y su contribución al deterioro de este servicio social. Desde varios actores han presentado fórmulas para la organización institucional del sistema de salud sin la existencia de las EPS, lo cual es perfectamente viable y evidencia que no son necesarias. Se trata de seguir con un esquema de corte neoliberal como el actual, conservando la capitación y los pagos mensuales, pero sin la presencia de este parásito que se come la mayor parte de los recursos de financiamiento. Por supuesto, significa reformar el Fosyga, modificar la administración de las IPS, cambiar el rol de las secretarías de salud territorial y ajustar la superintendencia. Pero es fácil. Sólo falta voluntad política.

Por supuesto en el largo plazo es necesario adoptar el mecanismo de universalización de la salud con un esquema de financiamiento apropiado, para sacar este bien público de las garras del neoliberalismo y, sin regresar al Estado asistencialista, aplicar fundamentos alejados de las leyes del mercado que permitan brindar soluciones de corte social a la comunidad y al derecho a la vida, por lo cual es conveniente apoyar la iniciativa de Manizales de recoger firmas contra las EPS.