Democracia y oposición

CARLOS E. CAÑAR SARRIA

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Después de los resultados de las pasadas elecciones presidenciales que dieron continuidad al presidente Santos, se viene discutiendo en la opinión pública sobre el papel que tendrá la oposición democrática en nuestro país. Que si los partidos de izquierda que apoyaron el proceso de paz entrarían o no a hacer parte del nuevo gobierno; que cuál sería el desempeño del Centro Democrático en el Congreso, que si el sector del conservatismo que respaldó a Santos tendría o no alguna representatividad, etc.

Hasta el momento, los sectores o dirigentes de izquierda que estuvieron de acuerdo con la reelección del presidente, han sido enfáticos en afirmar que ellos y sus partidos seguirán en la oposición; también se escucha que en el seno del conservatismo se está pensando en la posibilidad de regresar a la Unidad Nacional en busca de cargos. El Presidente ha sido enfático en manifestar que gobernará para todos los colombianos, pensando en el bienestar de todos, incluyendo a los sectores que no lo respaldaron.

Pensamos que en toda verdadera democracia el papel de la oposición es fundamental. Es la encargada de fiscalizar al Gobierno y de ejercer control político para que quienes detentan el poder no desvíen sus caminos, cumplan con lo prometido y realicen gestiones y acciones inclinadas al bien público. Desestimar la oposición es identificarse con regímenes totalitarios, fascistas o dictatoriales. En un país como el nuestro, pluriétnico y multicultural, donde confluyen una serie de identidades e intereses que muchas veces se ponen en pugna, es casi imposible la unanimidad, por lo tanto, es la diversidad el eje conductor tanto del régimen como del sistema político. Donde no exista oposición, quienes detentan el poder terminan gobernando con poderes omnímodos y estamos seguros de que ese no ha sido ni será el estilo del presidente Santos, caracterizado por un comportamiento político de corte liberal.

En la configuración del nuevo gobierno, se podría pensar en la posibilidad de que el Presidente incluya a los sectores que lo respaldaron electoralmente; a quienes confiaron en sus propuestas y programas, a quienes confiaron en su iniciativa de paz, etc. Porque no sería coherente la participación de quienes se han caracterizado por todo lo contario. No resultaría cómodo para nadie hacer parte de un gobierno con el que no se está de acuerdo y en el que se desconfía. Ello no quiere decir que no se puedan lograr algunos consensos que permitan de pronto coincidir con unos ejes programáticos y con algunas iniciativas como la de la paz. Mirando hacia el futuro.

Presuponemos que como la Unidad Nacional tiene garantizada su participación en el nuevo gobierno, no estaría mal visto que el sector del conservatismo que apoyó la reelección del presidente tenga participación ministerial o en otros cargos. Lo mismo con respecto a los dirigentes de la izquierda que apoyaron la reelección fundamentados en el tema de la paz. Pero la oposición es necesaria e imprescindible. De ahí también las expectativas con respecto al Centro Democrático y al uribismo que dan lugar a muchas especulaciones. Si este partido hace una oposición seria, crítica, propositiva y responsable es mucho lo que puede aportar en el devenir de la política y la democracia nacional. Nos imaginamos, lo importantes que serían unos debates en el Congreso bajo el ánimo de la defensa de intereses colectivos, de lo público. Ello podría abonar terreno para que el Centro Democrático pueda convertirse en verdadera opción de poder. Ojalá el ex presidente Uribe pueda cambiar de actitud y deje sus expresiones belicosas y de resentimiento en un país que electoralmente demostró sus ansias de convivencia civilizada.

La democracia es un régimen político de consenso, es cierto; pero también de disenso. Se trata de consolidar un gobierno que tenga en cuenta a las mayorías pero sin apabullar a las minorías, éstas deben ser también escuchadas e incluidas. Dice Alberoni Franco que por democracia en occidente” se entiende un sistema político en el que no hay consenso sino disenso, competición, competencia.” En las sociedades modernas la unanimidad es casi imposible, pues como ya lo aludimos, el pluralismo es una característica fundamental. No sólo hay variedad de sectores e intereses sino también de puntos de vista. Hay que privilegiar los medios pacíficos de confrontación dentro de un esquema Gobierno-oposición que identifique una democracia liderada por un gobierno compartido por todos. Privilegiar medios como el diálogo, la negociación y el voto para dirimir los conflictos atajarían la violencia como alternativa de determinar el rumbo de nuestra sociedad.