A un toque: Como a niños chiquitos

JULIO HERNEY NARVÁEZ ZAPATA

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Da mucha pena que, por culpa de unos cuantos inadaptados, a los payaneses nos estén tratando como a niños chiquitos. Ante la falta de sentido común, cultura vial y hasta de tolerancia; a la Secretaría de Tránsito y Transporte del municipio le dio por señalarnos todas las maniobras que debemos seguir conductores y peatones en las principales intersecciones viales de nuestra querida ciudad.

Es el colmo que para poder transitar con fluidez y normalidad por la malla vial de Popayán, nos tengan que “coger de la mano” para no armar caos ni trancones. Tal y como sucede en el norte en la glorieta ‘Guillermo León Valencia’ a la altura del Sena del Alto Cauca; la intersección del héroe de Ayacucho, el General José María Obando en el sector de Bellavista; y otras más en distintos sitios de la ciudad.

Ahora por donde uno transite se topa con los tubulares de color naranja enlazados con cintas amarillas que en otras ciudades del país, por lo general, se utilizan para delimitar aquellas zonas viales que están siendo intervenidas por trabajos de recuperación o que por deterioro representan un alto riesgo de accidentalidad para el tráfico vehicular y hasta peatonal. Y que aquí cumplen la función de “lazarillo” o regulador vial para que los incultos sepan qué hacer en las vías.

Que dicha iniciativa funcione o no, no pongo en discusión. Pero me pregunto: ¿Tan mal estamos en Popayán en el tema de educación vial que la Secretaría de Tránsito y Transporte Municipal no encontró otra alternativa distinta a la de este recurso? Recurso que entre otras cosas debería tener el acompañamiento necesario de agentes de la Policía de Tránsito y/o personal de dicha dependencia municipal para que refuercen la iniciativa.

Es que no se le puede delegar, de manera exclusiva, a unos simples tubos de plástico la tarea de ordenar el tráfico de la ciudad; labor que entre otras cosas debería ser asumida y reforzada por personal capacitadode la Secretaría de Tránsito y Transporte de Popayán. Porque es que ante la ausencia de la autoridad en las vías payanesas estos tubulares (carentes de la misma) empezaron a ser irrespetados por muchos y maltratados por otros. Y no hay quién los defienda.

Además, como si lo anterior fuese poco, los que se mantienen de pie le dan mal aspecto a la ciudad porque la presentación de los mismos es horrible. El color naranja y el amarillo de las cintas se han perdido y ahora los cubre una capa de polvo y hollín producto de la combustión de los motores de los vehículos que a diario transitan por estos lugares bajo la mirada inerme de estos “agentes de tránsito”.

“No joda hermano, ustedes aquí si están es como niños chiquitos que hasta por dónde conducir tienen que explicarles. Eso ya es el colmo compañero”, fueron las palabras de un colega y amigo barranquillero que, en su paso por esta capital hacia la ciudad de Pasto, se reunió conmigo para saludarme y tomarnos un café en un sitio acogedor de nuestro centro histórico.

Luego de una corta pero amena charla y la despedida de mi “hermano”, como mi colega y amigo me llama, me quedé pensando en el tema y de inmediato decidí darme un pequeño paseo por la ciudad. Así pude comprobar que en realidad nosotros nos comportamos como niños chiquitos y lo que es peor, ante la falta de autoridad, todos hacemos lo que se nos da la gana en las vías de Popayán.