GISELLE DELGADO
Estas palabras proferidas por mi madre que acaba de cumplir cien años, pero que tiene una capacidad de racionamiento y una gran justificación para no hacerlo. Lo paradójico es que en nuestra casa hay dos médicos: el uno está de acuerdo con la necesidad de aplicarse la vacuna hace lo posible para que se tenga acceso al biológico, y la otra -soy la susodicha- que no estoy de acuerdo en la aplicación de las vacunas. El debate familiar resulta interesante, pero a los cien años, ella pide que se respete su decisión.
Mi decisión de no vacunarme, tiene la siguiente explicación: el virus es un ser viviente, por tanto nace, crece, se reproduce y muere. La ciencia debe aislar el virus sembrarlo, como cualquier planta en un caldo de cultivo; lo que permite que el virus se reproduzca y multiplique y ante todo, que se le haga un seguimiento a su comportamiento; lo que tiene que ver con eventos como: A qué temperatura es viable o a qué temperatura no lo es. Qué situaciones ambientales permiten que el virus se reproduzca en los caldos de cultivo. De esta manera se conocería el comportamiento y accionar y se detecta cómo impedir que se reproduzca. Que yo me haya dado cuenta en ningún país del mundo se ha podido cultivar el virus, aislarlo y conocerlo; detectar que sepas tiene. Lo que es un impedimento puesto que si no se tiene o conoce la virulencia del virus; pues no se puede atenuar.
Mis queridos lectores, la verdadera vacuna es la inoculación de la enfermedad misma, pero sin la letalidad. Un ejemplo: es como mandar policías sin armas a atacar. Este estudio que estoy mencionando puede demorar años, pero mientras tanto: todo lo que ese ha dicho hasta el momento del coronavirus, es y será pura especulación. Nos han sometido a rituales absurdos como el aislamiento cruel, la medición de la temperatura con termómetros que no funcionan. Tampoco está confirmado que el tapabocas sea la salvación ni mucho menos el lavado de manos.
Yo tuve la oportunidad de tener acercamiento con el Ministerio de Salud y Protección Social y debo dejar constancia que esta institución, desde la capital, me sorprendió por su calidad humana. El actual Ministro y el Vice-Ministro me prestaron la atención debida sobre la queja que en el momento yo planteaba. Esto quiere decir que no desconozco el esfuerzo que hace esta institución. Pero creo que actualmente ha sido utilizada para aplicar políticas que están muy distantes de la prevención y que al contrario y excúsenme la crueldad: ¡los que no han muerto por coronavirus, van a morir por la vacuna! Y ¿saben por qué? Lo que se va a aplicar no es el virus atenuado sino una mutación en los mensajes genéticos que podría quizás tener repercusiones en los factores hereditarios, es decir en nuestra descendencia.
Por lo anterior admiro a mi madre que a cien años y ante la propuesta de la vacuna, prefiere privilegiar las decisiones divinas de la naturaleza sobre ella. Enhorabuena y muchos años más de vida.