MARCO ANTONIO VALENCIA CALLE
Simón Muñoz ayudó a crear una guerrilla invencible para defender al Patía. Como militar fue protagonista de la batalla de la Cuchilla, en El Tambo, y capturó al Sabio Caldas para que fuera fusilado por el general Morillo, el 28 de octubre de 1816. Al principio defendió a España y al rey, como realista, pero luego se pasó a la causa patriota con la orden de capturar a José María Obando.
Prócer se le llama a una persona que ofrenda su vida por causas del pueblo. En esa medida, Simón Muñoz fue un prócer con todas las credenciales, aunque ninguneado por una historia centralista que lo juzga con las leyes de hoy, olvidando el contexto histórico.
Se sabe que era natural del Patía, mulato y educado en Pasto. Con méritos en lides de vaquería, esgrima con machete, manejo de lanza y nado a contracorriente. Y, como buen patiano, católico, enamorado, dicharachero, aventao y avispado.
Para entender el comportamiento de resistencia de los patianos, con el fin de no apoyar la causa revolucionaria de los patriotas, es necesario un poco de historia: resulta que los curas y hacendados les dijeron que quiteños y caleños querían robarse y gobernar a Popayán y el Patía; que tenían que salir a defender sus tierras, a Dios y al rey. Y, para que apoyaran la causa, se les ofreció libertad a los esclavos, legalización de su situación jurídica a los prófugos cimarrones y reducción del tributo a los indígenas.
Sin embargo, la mecha que emberracó a los patianos la prendió un grupo de patriotas al mando de Eusebio Borrero. Ellos incendiaron el pueblo del Patía con todo e iglesia. Ese día nació una guerrilla vengativa y despiadada, organizada por el fraile dominico Andrés Sarmiento, que entre 1811 y 1821 sembró el miedo y el terror en el sur del país.
La primera acción militar que realizaron fue atracar a unos frailes quiteños, a quienes mataron y robaron para financiar un ejército de dos mil hombres. La leyenda dice que uno de ellos maldijo al Patía y, al poco tiempo, una plaga bíblica de langostas azotó la región.
De España llegaron, en 1816, Pablo Morillo y Juan Sámano a reconquistar la Nueva Granada, con la orden de fusilar a los líderes patriotas. Para hacerlo se apoyaron en los patianos, quienes saquearon más de veinte veces a Bolívar y a Popayán.
Bajo las instrucciones de Sámano, un grupo de realistas, con Simón Muñoz a la cabeza, hizo que las tropas de Antonio Nariño los persiguiera hasta la Cuchilla de El Tambo, donde fueron emboscados y derrotados (el 29 de junio de 1816). Más tarde, el mismo Sámano le ordenó a Muñoz emboscar y capturar al revolucionario Francisco José de Caldas, pues sospechaban que iría a esconderse en su finca de Paispamba.
El 23 de junio de 1819, los realistas se tomaron las gobernaciones de Popayán y Cali. Allí Simón Muñoz fue nombrado gobernador de la provincia del Valle del Cauca. En 1821, Simón se pasó al bando patriota y su primera misión como oficial fue perseguir a su excompañero de luchas en el Patía, José María Obando, aunque fue derrotado y se ordenó su muerte en Pasto.
Nadie sospechaba que a los pocos meses, el 10 de enero de 1822, Obando también se pasaría a la causa patriota, llevándose a todos los guerrilleros patianos bajo su mando, con el propósito de luchar junto a Simón Bolívar.
No se puede esconder que Muñoz participó en acciones de guerra vergonzantes, pero, al juzgarlo, hay que entender el momento histórico en el que actuó, vivió y luchó. Era un contexto donde no hizo nada distinto a lo que hicieron Obando, Sucre, Córdova, Mosquera o Bolívar, declarados próceres de la república.