Sesenta años atrás

HORACIO DORADO GÓMEZ

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Popayán era una pequeña ciudad, poseedora de muchas costumbres y tradiciones. Apenas contaba con unos barrios tradicionales: Loma de Cartagena, la Pamba, El Cacho, Barrio Bolívar, El Cadillal, Pandiguando, La Esmeralda, Barrio Alfonso López, El Empedrado, Santa Inés, Hernando Lora, que con el núcleo del parque de Caldas integraban el epicentro de concentración masiva durante la época de fin de año y sobraba espacio. Popayán se iniciaba de norte a sur, en el Paso a Nivel del Ferrocarril, que quedaba frente al Hospital San José, y llegaba hasta la calle 13 en el Barrio Alfonso López.

De oriente a occidente, Popayán iba de la Loma de Cartagena hasta “La última lágrima”, como su nombre lo indica, sitio obligado después de enterrar a los muertos, donde se bebía y comía frito, varias cuadras antes del Cementerio Central. En la celebración de fin de año, había participación de todos los barrios para elaborar los monigotes, y taitas puros, fabricados, en su mayoría, de aserrín, papel, goma y trapos, representando a cualquier personaje, que en ese tiempo, se hubiese destacado para bien o para mal en la gestión pública, especialmente. El más laborioso en cuestión de máscaras era Próculo González.

Era la ciudad de los apodos, pues el vecindario se reconocía con el sobrenombre. Desde luego, normal, por ser una pequeña ciudad, en la que todo el mundo se conocía. La concentración principal era el parque de Caldas y en Casetas barriales amenizadas con orquestas de la ciudad y las contratadas de otras latitudes para “azotar baldosa” al ritmo del merecumbé, guarachas, y charangas “brillando hebilla”, bailando cachete con mejilla, los boleros de la vieja guardia.

Había también, conjuntos musicales en la ciudad denominadas “murgas” sin que en ese entonces existiera ninguna organización para conseguir la alegría popular. Simplemente se reunían los amigos que tenían mucha chispa y creatividad para hacer los famosos testamentos, elaborados con estrofitas muy literarias y jocosas, y picantes, para hacer reír a la comunidad.

Lástima, con el transcurrir del tiempo, todo se perdió. Los personajes más quemados en esa época fueron el Presidente, generalísimo, Gustavo Rojas Pinilla, “Gurropin”, Fidel Castro y otros protagonistas de la vida política de ese entonces en la ciudad, Colombia y el mundo. Había participación de todos los barrios. Recuerdo entre ellos, los barrios: El Empedrado, Bolívar y el Cadillal, como máximos arreglistas que nos deleitaban en los desfiles con monigotes en movimiento, siendo la atracción de visitantes y ciudadanía en general. Se organizaban bailes de “inocentes” con los mejores disfraces, el 28 de diciembre en los Clubes Popayán y Campestre, con la participación de orquestas como la de Lucho Bermúdez y “Ritmo estudiantil de la Universidad del Cauca. Las festividades populares del 5 y 6 de enero, en tablados y casetas como la “Cacho cumbé”, al son de Bandas Populares como la de los “Guevos”. La mejor papayera en ese entonces era la conformada por los músicos del Batallón Junín, después llamado batallón, José Hilario López ¡Ah recuerdos!