FERNANDO SANTACRUZ CAICEDO
Hoy, como siempre, se plantea la inminencia de una nueva reforma tributaria. El proyecto anterior fue abatido por el Pueblo. El sector económico que siempre obtiene utilidades es el financiero y, simultáneamente, el que menos tributos paga al fisco y el mayor beneficiario de exenciones y deducciones. Mientras el conjunto de sectores productivos creció, en el primer trimestre de 2021, a una tasa del 1.1%, el sector financiero lo hizo al 4.9%. Colombia es un país sui géneris. La tasa de interés que pagan los consumidores de créditos NO las fija el Banrepública, ni el Minhacienda, ni la Superfinanciera. La establecen ¡los dueños de las entidades bancarias!, sin intervención de las instituciones estatales, deviniendo omnímodo su poder. De ahí que, mediante la USURA, sea el financiero el renglón privilegiado de la economía nacional.
El 80% del sistema bancario colombiano está concentrado en tres actores locales, vinculados a los grandes grupos económicos del país: AVAL (Organización Luis Carlos Sarmiento Angulo), BANCOLOMBIA (Grupo Empresarial Antioqueño) y DAVIVIENDA (Grupo Bolívar). Los márgenes de intermediación financiera de estos conglomerados -medida de eficacia especulativa- son escandalosos. La ganancia neta generada -diferencia entre los ingresos y egresos financieros-, la obtienen traficando con dinero, esto es, pagando a los depositantes bajas tasas de captación (2.35% anual) y cobrando a los deudores altas tasas de colocación (22% anual). El residuo entre las tasas de colocación y captación (22% – 2.35%= 19.65%) es la tasa de intermediación, próxima al 20%. ¡Inaudito! Lo antedicho reviste gravedad extrema, considerando que la tasa del Banrepública es de 1.75%. ¡El asunto constituye tema esencial del debate financiero!
Pese a los efectos socioeconómicos causados por la pandemia, durante 2020 el sector financiero obtuvo utilidades netas por $55.5 billones, desagregados así: $14.3 billones para las Sociedades financieras -establecimientos de crédito: $6.1 billones; $41.2 billones para los Fondos financieros -Pensiones y Cesantías: $29.1 billones. Tales Fondos son apéndices de los mismos Grupos que dominan el mercado bancario, principal fuerza de presión para que las reformas tributarias garanticen la sostenibilidad de la deuda del Estado -de la cual son sus principales acreedores. Las utilidades del sector son tan desmesuradas que su indicador de solvencia es 17.2%, sobrepasando en 8.2% el mínimo regulatorio. A su vez, la inconformidad de los usuarios por los abusos del sistema financiero aumentó en 122% -en relación con 2019-, correspondiéndole a los servicios bancarios el 80.3%.
Hoy, nuestra economía se encuentra en recesión. El 2020 fue el año más dificultoso de la historia económica reciente -contracción de los indicadores socioeconómicos, Covid-19 y defunciones. Según proyecciones de Asobancaria, la cartera del sector se expandirá el 4.5 durante 2021. Las regulaciones expedidas para el sector financiero, ante la menor capacidad de pago de los deudores, se enfocó en aligerar las obligaciones de los grandes empresarios y relegar a los medianos y pequeños negocios -principales damnificados por el impacto sobre sus ingresos e importantes generadores de empleo. La actividad financiera es una de las que menos fuentes de trabajo origina, debido a su computarización. En 2019, la Corte Constitucional declaró exequible la disposición que ordenó a las entidades financieras liquidar una sobretasa al impuesto sobre la renta durante 3 años, equivalente a 36%, 34% y 33%, para 2020, 2021 y 2022, respectivamente, por cuanto “las entidades financieras gozan de beneficios que otras sociedades comerciales no tienen” y la Equidad es un principio fundamental del sistema tributario. Tal decisión fue acatada a regañadientes por la Asobancaria, organismo que arguyó que “este fallo genera un precedente negativo para todos los sectores económicos que en el futuro podrían ser sujetos de un trato tributario diferencial, por cuenta de su actividad o resultados financieros”. La próxima reforma tributaria debe tratar rigurosamente al sector financiero, en tanto que sólo se interesa por incrementar sus voluminosas rentas sin apoyar y reactivar efectivamente al sector productivo. ¡Duros impuestos y fuertes sanciones al sector parasitario de la economía!