SIGIFREDO TURGA ÁVILA
En 1974 al fundarse la Cooperativa de Profesores de la Universidad del Cauca, luego Cooperativa de la Universidad del Cauca, con uno de los varios apoyos que contó fue con Seguros La Equidad, siendo gerente el doctor Francisco de Paula Jaramillo y Subgerente don Julio Enrique Medrano, quienes autorizaron que la cooperativa fuese el organismo que representara en el Cauca a dichos seguros.
Quien quedó encargado por parte de La Equidad para manejar este convenio fue el señor Carlos Gustavo Palacino Antía, en quien encontramos un sencillo joven profesional con magníficas relaciones humanas, brillante en sus conocimientos tecnológicos relacionados con las áreas de seguros y sin ninguna tacha cuando de su oficina se recibían los servicios, confirmando ser un magnífico administrador del servicio que le habían encomendado.
Otra cualidad que le conocimos al señor Palacino fue su manera tan positiva de reflexionar con sus interlocutores cuando quiera que tenía la oportunidad de ilustrar sobre la necesidad de trabajar cumpliendo fielmente con los principios, valores y métodos vivificantes de la filosofía cooperativa.
Cuando en La Equidad, inteligentemente se impulsó el nacimiento de SALUDCOOP, procurando atender benéficamente la salud de la población, aunque cumpliendo la absurda Ley 100, qué mejor que don Carlos Palacino fuese la persona encargada de aplicar con criterio de solidaridad tan absurda Ley, formulada prácticamente para darle juego a los negocios de supuestos inversionistas privados, que no pasaron de ser unos parásitos y vividores de recursos aportados por el estado y por los trabajadores.
Ninguna EPS que apareciese podía nacer gigante como SALUDCOOP. Tenía a su favor como ninguna otra EPS un mercado amarrado propio, que gozaba de la credibilidad de aproximadamente cerca de 5 millones de asociados de las cooperativas y fondos integrados a La Equidad y toda la fortaleza económica de inversionistas con mentalidad solidaria soportada en esas cooperativas, en caso de que lo requiriese.
De ahí que mientras las demás EPS privadas parasitaban sin efectuar mayor inversión de recursos propios, SALUDCOOP pudo con sus propios recursos construir hospitales y clínicas, IPSs por todo el país, aportando servicios muchas veces sin recibir con oportunidad el pago debido.
Por la mezquindad de los competidores de SALUDCOOP a quienes primó favorecerse económicamente y no las soluciones a los problemas de la salud, no extraña que se la jugaran hasta hacer que el gobierno interviniese sin razón a esta empresa, llevándola a que cayera en una infame rapiña de inescrupulosos que se la feriaron como carroña, sin que hoy nadie responda por ese inmenso patrimonio social que le “raponearon” a la economía solidaria de Colombia.
Lo más triste, es que la única responsabilidad que se adjudica en las informaciones y noticias por la desaparición de SALUDCOOP, es la que corresponde al señor Palacino.
Reconociendo que nadie está exento de cometer errores, el amigo Palacino dio el “papayaso” a los enemigos del modelo por el cuál el luchaba.
En primer lugar no tuvo el cuidado en evitar que le pagaran sueldo y prebendas económicas para él, que superaron lo que recibían muchos gerentes o directores de empresas grandes de lucro.
Hubo hallazgos sobre proyectos, aunque no ilegales, pero que al parecer le generaron ventajosos privilegios personales y a otros directivos de SALUDCOOP.
Creemos que el señor Palacino no incumplió rigores legales con recursos de los trabajadores y del estado como parece que sí ocurrió en ASMET SALUD, tema al que esperamos referirnos en nuestro próximo artículo. Si bien es cierto que la prepotencia practicada por Carlos Palacino era suficiente para sacarlo de la gerencia e investigarlo, nunca hubo inviabilidad de SALUDCOOP que motivara su liquidación como malhadadamente hicieron.