POR DONALDO MENDOZA
La posesión de Joe Biden hace presagiar cosas positivas para el mundo, por lo ocurrido antes, mientras y después de asumir el cargo como el presidente 46.o en la historia de los Estados Unidos. El antes, los actos grotescos propiciados por Donald Trump; el durante, el sorpresivo discurso poético de la jovencita Amanda Gorman, que se presentó como skinny black girl (la flaquita niña negra); y el después, entre sus primeros actos de gobierno: incluir en la oficina oval los bustos de Martin Luther King y Rosa Park.
Del apóstol de los derechos civiles, Martin Luther King, es bastante lo que se sabe; pero de su inspiradora, Rosa Parks, quizá haya alguna vaga información. En la gesta por los derechos civiles y la dignidad de los negros en Estados Unidos, Rosa Louise McCauley Parks (Alabama, 1913 – Detroit, Michigan, 2005) fue el florero de Llorente en la tenaz lucha que se desencadenó por la conquista de los derechos reclamados.
La historia de Rosa Parks por ese ideal comienza en 1955. En efecto, el 1º de octubre de ese año Rosa desafía la ultrajante y humillante ley segregacionista que apartaba a los negros de los blancos en la mayoría de las actividades. Una de éstas era la establecida en los autobuses urbanos, que iban con señales delimitadas para que los blancos fueran delante y los negros detrás (el negro se acercaba al conductor, le pagaba, y se bajaba para ingresar por la puerta de atrás). Pues ese día, Rosa se sentó en una banca de la mitad, que debía desocupar si llegaba un blanco. El blanco llegó, pero Rosa Parks se negó a ceder el asiento. Por ese acto de rebeldía fue arrestada y conducida a la cárcel, además de pagar una multa.
Ese acto rebelde y la reclusión, fueron la chispa. Un pastor bautista apenas conocido, Martin Luther King, recogió la bandera de Rosa Parks, y condujo una protesta que ya no tuvo marcha atrás. King, de la mano de la activista negra Johnnie Carr, amiga de infancia de Rosa, iluminados por el ejemplo de Mahatma Gandhi, convocaron a la población negra (mayoría en el uso del servicio colectivo) para que se transportaran por sus propios medios y no ocuparan los autobuses.
El sacrificio se prolongó 382 días. Las empresas, trabajando a pérdida y sin fuerza ya para resistir, obligaron a las autoridades del transporte público a terminar la práctica de segregación racial. Fue la contundente demostración de lo que puede pasar cuando un pueblo lucha unido, con la presencia inspiradora de un líder, sin más armas que la fuerza moral y la convicción de una causa justa.
Tremendo mensaje simbólico del presidente Joe Biden al erigir los bustos de Rosa y L. King en la oficina oval. Un claro mensaje para tantos pueblos en el mundo que padecen la mezquindad de dirigentes que no conocen más filosofía de gobierno que la desigualdad social. Cuidando que no falte “pan y circo” para adormecer las conciencias. ¡Qué buena educación le dio la maestra Leona Edwards a su hija Rosa Parks!