HAROLD MOSQUERA RIVAS
El día 7 de febrero de 1948, el líder liberal Jorge Eliecer Gaitán, en la Plaza de Bolívar de Bogotá, improvisó un discurso, dirigido al Presidente de la República, en contra de la violencia y en procura del respeto de los derechos humanos y el restablecimiento del orden público, que hoy, 73 años después, frente a la situación que atraviesa el país, bien puede invocarse de nuevo, es claro que a los civiles aprovechando la justa protesta, ejercen el vandalismo, la violencia, el saqueo y la destrucción, que por supuesto no compartimos, no tiene sentido dirigirles un discurso de esta naturaleza, por cuanto el artículo 6 de la Constitución de 1991 establece una diferenciación de responsabilidades, entre los particulares y los servidores públicos, al señalar: “Artículo 6. Los particulares sólo son responsables ante las autoridades por infringir la Constitución y las leyes. Los servidores públicos lo son por la misma causa y por omisión o extralimitación en el ejercicio de sus funciones”. Mientras el particular solo responde por infringir la Constitución y la Ley, el servidor público responde además por la omisión de sus funciones y por la extralimitación en el ejercicio de ellas, que es lo que se presenta cuando los miembros de la fuerza pública, hacen un uso excesivo o desproporcionado de la misma.
El particular que causó la muerte a un oficial de policía, violó la Constitución y la Ley y debe ser judicializado y responder por ello, en un debido proceso y con respeto de sus garantías, de presunción de inocencia y el derecho de defensa. Pero el servidor público, que omitió sus funciones, como los agentes de policía que observaron a particulares disparando a la minga indígena y ni siquiera se inmutaron, o el mismo Presidente de la República que recibió en junio de 2020, hace 11 meses, el pliego de peticiones de emergencia, con 6 puntos, al cual ni siquiera se dignó dar una respuesta negativa, también tienen responsabilidad. Se supone que, si se trataba de un derecho de petición, contaba con 15 días para dar respuesta, positiva o negativa, porque nada lo obligaba a responder positivamente. Esa omisión está dentro de las causas de la protesta.
En el citado discurso, Gaitán expresa: “Bajo el peso de una honda emoción me dirijo a vuestra excelencia sabiendo que interpreto el querer y la voluntad de esta inmensa multitud, que cobija su ardiente corazón, lacerado por tanta injusticia, bajo este silencio clamoroso, para pedir que haya piedad y tranquilidad para la patria” y al final cierra con esta petición: “Señor Presidente: Esta enlutada muchedumbre, estas banderas negras, este silencio de masas, este grito mudo de corazones, os pide una cosa muy sencilla: que nos tratéis a nosotros, a nuestras madres, a nuestras esposas, a nuestros hijos y a nuestros bienes, como querríais que os tratasen a vos, a vuestra madre, a vuestra esposa, a vuestros hijos, a vuestros bienes”. No se trata de calcular el efecto político que tendrán los acuerdos que se firmen, en el proceso electoral del 2022, se trata de empezar a concertar las condiciones para que podamos convivir en paz.
Sin violencia, sin saqueos, sin vandalismo, sin uso abusivo de la fuerza contra quienes ejercen la protesta para reclamar sus derechos y sobre todo con diálogo y negociación, los hechos de los últimos días, van a ser solo un luctuoso recuerdo en las páginas de nuestra historia.