JENIFER VANESSA SARRIA SIERRA
Últimamente está muy de moda que desde pequeños comprendamos el significado de la palabra emprendimiento, entendiéndose como la capacidad que tiene la gente de encontrar oportunidades en medio de las adversidades.
Para emprender es necesario crear diferentes opciones de solución a partir de objetivos, actividades y tareas que al final desembocan en resultados organizados, después de haber pasado por múltiples fracasos y algunos aciertos. Sin embargo, el propósito más importante es crear productos o servicios innovadores para la sociedad.
Un emprendedor es una persona que genera ideas y logra materializarlas a partir de múltiples habilidades, aprendiendo de los errores y llevando su creación a diversos mercados con la posibilidad de perfeccionar lo que ya ha realizado.
Tanto en colegios como universidades ya existe la asignatura de Emprendimiento, la cual impulsa a los estudiantes a crear empresa para satisfacer las necesidades de potenciales clientes. No obstante, como sabemos y es habitual, en el papel aparece todo muy bonito, hasta que nos enfrentamos a la realidad y descubrimos que el mercado es salvaje, pues las compañías compiten, pero no comparten. Queda claro, entonces, que una cosa es crear una empresa para un trabajo final de alguna materia, con el propósito de obtener una buena nota, y otra muy diferente es crearla en una realidad como la payanesa, en donde la colaboración entre la academia y el mercado es escasa.
Por un lado, las universidades se centran en la producción de conocimiento, además de promover en los estudiantes esa curiosidad por buscar en ellos características de emprendedor. Los alumnos, después de generar una lluvia de ideas, deben seleccionar la mejor (porque en nuestra cultura está prohibido equivocarse). Luego tendrán que desarrollar esa idea sobre el papel, sin tener en cuenta variables reales del mercado. Mientras tanto, las empresas buscan obtener ganancias sin mirar hacia los lados, donde se encuentra la academia albergando múltiples talentos que podrían crear nuevas oportunidades laborales para sí mismos y para otros.
Los estudiantes que logran germinar una idea de negocio, al notar que estas materias son más teóricas que prácticas, tratan de entablar conversaciones con aquellos que ya han recorrido el difícil camino del emprendimiento, buscando que sean el faro que los ilumine para ir edificando su camino poco a poco.
A pesar de que la Alcaldía, la Cámara de Comercio y otras entidades brindan periódicamente a los futuros empresarios talleres y cursos a favor de la creación de empresa, quienes en verdad generan conocimiento son aquellas personas que ya se han tropezado con miles de piedras en la labor de emprender. Son ellas quienes, a partir de sus vivencias en el mercado, saben qué senderos seguir y cuáles no, pero nada es más efectivo que armarse de mucho valor y enfrentarse a las dificultades de crear negocio en la ciudad.
No es fácil emprender en un lugar reacio a las compras por internet, donde la competencia aún está en los precios y no en el valor agregado; en un contexto en el que todavía se compite por territorios y locales, en vez de apostar por talentos potenciales. Realmente es complejo iniciar un negocio con la zozobra de arriendos exorbitantes y en un sitio en el que la cultura de la rebaja extrema aumenta con la confianza de la amistad.
Una buena idea o alternativa para emprender (y es un punto positivo a favor de la pandemia) es la virtualidad, ya que gracias a ella el mercado no solo se limita a una determinada ciudad. Diferentes plataformas tecnológicas y redes sociales brindan herramientas y posibilidades para aumentar las ventas, crecer y aprender, aunque a veces esto implique repensar el negocio o morir en el intento tanto como sea necesario, hasta que las cosas funcionen.
En conclusión, para mejorar el emprendimiento en Popayán, las empresas y la academia deben hacer alianzas estratégicas buscando ideas de creación e innovación. Quienes ya han vivido la experiencia de emprender, pueden compartir sus secretos con los que están iniciando sus proyectos, formando un movimiento creativo y colaborativo. ¡Es mejor compartir que competir! Entre tanto, quienes inician empresa deberán investigar, indagar, estudiar y aprender de las equivocaciones para hacer las cosas bien.