NELSON EDUARDO PAZ ANAYA
Los columnistas y periodistas de opinión por hacer mejor la tarea, terminan en laberintos con temas que al final nadie entiende y que acaban además, haciendo daño al medio de comunicación por el desinterés; mientras se dejan de lado asuntos del diario soportar.
Hacemos esta columna mientras se aguantan unas ganas acumuladas de poder utilizar un baño público; a riesgo de que se me cancele el espacio de opinión, insistiré en el tema, porque creo defender un derecho ciudadano, por su conexidad con la salud y con elementales razones de higiene pública.
El asunto puede parecer díscolo o cosa por el estilo, pero hace días da vueltas en la mente y más aún, haciendo diligencias en el centro de la ciudad; acontece a todos los caminantes del sector histórico, razón por la cual, con la venia de los lectores, con los mejores términos, insistiré en el afanoso asunto.
Sucede que en el centro de Popayán, que también lo es de la institucionalidad, servicios y comercio, no hay baños públicos. Siendo un tanto particular, de manera rápida se puede hacer un recorrido, sin apremios fisiológicos. Veamos: en la cuadra del Palacio Arzobispal con la Catedral incluida, no hay un solo baño público, la fetidez del portalón hace parte del lugar.
En las manzanas de la Alcaldía y de la Gobernación, los funcionarios colocaron candados en las puertas de los baños y esconden con sigilo las llaves, no las prestan; a los ciudadanos que acuden en busca de algún trámite, si se da un requerimiento del sanitario, la respuesta es vaya a la casa y vuelva, que aquí lo esperamos.
Como si fuera poco, óigase bien, nada menos que en el edificio de la Cámara de Comercio, la ventana empresarial de la ciudad, se colocó un café Juan Valdez, vaya delicia, pero eso sí, no se le ocurra ir a orinar, porque allí será Troya, toca ir a la administración para poder que le presten las llaves del cuartico, así que a esperar que la niña muy querida se desocupe de la lista de pedidos; este ritual, que la tradición ha enseñado se haga con la mayor discreción, aquí se vuelve notorio y si es una mujer, ni se diga, lo íntimo se vuelve público y teatral.
En los bancos como en las iglesias, no hay baños, para evitar los clientes en una equivocación vayan a dar a la caja de seguridad; en las iglesias, la verdad no sé, los unos en espera de un extraño gesto humanitario de Sarmiento y las otras, en la próxima encíclica.
Como se ha visto el acto normal de orinar, por las restricciones pasa a ser una vergüenza y casi una desgracia; en la fuente de soda contigua a la esquina de la Gobernación, la que riega un olor a panadería que impregna todo el parque de Caldas, óigase bien, si no se factura y se cancelan mil pesos, imposible meterse a orinar en medio de guacales de envases, en las peores condiciones de sanidad.
Como obtuvieron licencia de funcionamiento los lotes de engorde que funcionan como parqueaderos, sin reglamentación, haga la experiencia, requiera un baño y en algunos le indican hacerlo como los perros, en la llanta del último carro, no hay un estacionamiento en la ciudad, en donde haya un baño decente, menos para las mujeres, para ellas imposible.
Así igual y peor en un ya largo listado de edificios de oficinas públicas, en donde además, como en la policía, disque por seguridad, acordonan el frente para que solo se puedan estacionar los vehículos de sus privilegiados, pero tampoco disponen de servicios para visitantes.
Pero aun, y desde luego será imposible agotar una enumeración total, pero en las estaciones de suministro de combustible, espacios de servicios según los POTs, en la de la glorieta de Don Antonio Nariño, de propiedad de PROVITEC-ASOINCA, crecidos empresarios y docentes, sin ningún rubor le echan la culpa a las restricciones de salud.
Así imposible para la Administración Municipal hacer viable la ciudad, de verdad han tratado de hacer eficiente la movilidad y la higiene publica, pero qué hacer con los efluvios corporales, también incluyen un mensaje de marginalidad.
El Concejo estudia el Plan de Ordenamiento de la Ciudad, es posible se reivindique al habitante, mientras sudorosos esperamos apretando las piernas.
¿Cómo hacer si es imposible orinar?