Alexander Paloma
Reportero gráfico
EL NUEVO LIBERAL
Las pilas de agua son las que comúnmente se conocen por ser elaboradas con piedras labradas y en formas cóncavas de varios tamaños y con varios niveles que dejan caer el agua en forma de cascada. Un ejemplo de éstas es la que está ubicada en la plazoleta de Santo Domingo.
Hoy se encuentran aplicaciones en arquitectura muy sofisticadas y son también conocidas con el nombre de fuentes de agua; estas se implementan en la actualidad con fines decorativos en la mayoría de los casos, sin embargo, también tienen otras aplicaciones como la de aclimatar los espacios, tal como lo hicieron los árabes durante su expansión en España en los siglos VIII al XV, donde las masificaron y quedaron como testimonio; luego se desarrollarían en América durante la colonización.
La ciudad cuenta con varios espacios públicos en los que hay pilas o fuentes de agua, son ornamentales en la mayoría de los casos, pero fueron ubicadas pensando en darle un ambiente vivo a los entornos en los que se ubicaron. El movimiento del agua, el sonido y la forma que adquiere al caer el líquido despierta algunas sensibilidades en las personas.
Estos bienes públicos están en abandono desde ya hace varios años, sus motores fueron hurtados y las fuentes cuando funcionaban eran utilizadas como baños públicos para algunas personas en condición de calle.
La armonía de la ciudad cambiaría si se reavivan sus pilas y fuentes, sin embargo, para que ello suceda es necesario establecer estrategias para que no sean vandalizadas, crear cultura ciudadana para generar sentido de pertenencia e incentivar el uso de estos espacios.