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    Peleas de gallos: entre la cultura y el maltrato

    Entretenimiento y diversión de galleros y espectadores impulsan la ilegalidad y maltrato animal en galleras.




    Por: María Isabel Campos

    La pelea de gallos finos sigue prolifera la ilegalidad y el maltrato animal. Foto suministrada para el Nuevo Liberal.

    Personas como el señor Jesús Narciso González, un hombre de 43 años que llegó a la capital caucana desplazado por el conflicto armado desde el municipio de Bolívar, Cauca, hace 15 años, manifestó que el sustento de su familia, desde aquella época, depende de su trabajo en las galleras, el cual consiste en organizar las apuestas y recolectar el dinero entre los espectadores por el gallo que se quiere que gane la pelea.

    Una pelea de gallos o riña de gallos es un combate que se lleva a cabo entre dos de estas aves de un mismo género o raza denominadas «aves finas de combate», propiciados por el ser humano para su disfrute.

    Los fines de semana son los días en los que más hay pelea en las galleras de la ciudad de Popayán y en todos los municipios del departamento. En estos lugares, galleros y espectadores pierden y ganan dinero, expresando sus sentimientos de goce con algarabía y bullicio mientras se celebra o reniega la muerte de uno de los animales contrincantes.

    Según la Federación Colombiana de Criadores de Gallos de Combate, existen en el país más de 5.600 galleras, siendo menos de 50 las únicas legales a nivel nacional.

    En el Cauca, las apuestas que se mueven en estos lugares, y las decenas de riñas ilegales que se forman en una noche de gallos, pueden alcanzar muchos millones de pesos en apuestas. Espectadores y ‘galleros’ aseguran que no se hace daño a nadie, pues para ellos los gallos nacieron para pelear y hace parte de su cultura, es tradición de abuelos, padres, hijos nietos que heredan esta ‘pasión’.

    En historia…

    Las riñas de gallos comenzaron en China e India, trasladándose a la antigua Roma donde eran consideradas como una muestra de valentía.

    Los españoles las trajeron al continente americano como una afición que sólo los blancos podían disfrutar y luego se caracterizó como parte de las fiestas populares de las regiones del país, especialmente la costa.

    Arena, espuelas y un ganador

    Las galleras son los lugares donde, en amplios espacios de arena, los gallos deben enfrentarse alrededor de 15 minutos o más para intentar vencer a su contrincante, a veces menos de 1 minuto es suficiente para derribar al animal.

    Debe ser un espacio grande ya que la gente que asiste al lugar oscila entre 200 personas dependiendo la clandestinidad de la gallera.

    El aroma de la cerveza y aguardiente son características del lugar, igual que el bullicio y el desorden, sus espectadores en un 97% son hombres.

    El gallo se debe entrenar

    A los gallos se les prepara desde sus primeros meses de vida para pelear y deben ser entrenados día adía y con exigencias cada vez más extenuantes para el ave.

    Sus picos son limados, deben tener una alimentación balanceada, se purgan y se les inyecta calcio y vitamina para que rinda en la riña.

    Es el peso el que define a los contrincantes, por eso deben subirlos a una báscula el día de la pelea. También es muy común ‘acotejarlos’, es decir medir, su altura, para que cada persona pueda saber a cuál gallo le apostará su suerte en esa pelea.

    Después de “casar” la pelea se prepara al gallo, armándolo con las espuelas en sus garras. Muchas veces hay galleros que para llevar una ventaja y así ganar, envenenan las espuelas para causar la muerte de su contrincante apenas le cause un rayón en su piel.

    Después de que son pesados, acotejados y armados, es el momento para meter los gallos al “ring”. La pelea la pierde el gallo que caiga y no ataque a su oponente durante un minuto, usualmente la mitad de los gallos mueren en un evento gallístico.

    Hay maltrato, dice el estatuto nacional de Protección Animal

    El estatuto Nacional de Protección Animal decreta en el artículo 1 de la Ley 84 de 1984. “A partir de la promulgación de la presente Ley, los animales tendrán en todo el Territorio Nacional especial protección contra el sufrimiento y dolor, causados directa o indirectamente por el hombre”. Por otro lado el artículo 10 decreta lo siguiente “Los actos dañinos de crueldad descritos en el Artículo 6 de la presente Ley serán sancionados con pena de arresto de uno (1) a tres (3) meses y multas monetarias.

    Es entonces estos diversos puntos generan dudas sobre el tema. Porque por un lado, la Federación Colombiana de criadores de gallos legalizó pocos, recintos para las peleas, pero el problema radica en que los que aún son ilegales siguen abriendo las puertas a los espectadores, y es ahí donde el maltrato animal se agudiza puesto que hay casos en los que embriagan al animal, lo golpean o abandonan cuando el rendimiento del gallo “no tiene nivel” para ganar la pelea.

    Palabras más palabras menos, el maltrato de los gallos es uno de esos actos en donde la ley se contradice, al no actuar penalmente contra el maltrato animal que se presenta en las galleras, por el hecho de que es una actividad de tradición cultural de la colectividad de un municipio o región.

    Es preocupante este hecho porque lo paradójico del caso es que de esta actividad también subsisten familias enteras, personas que venden espuelas, maletas para trasportar los gallos, licores, y hasta comida en las afueras de la gallera. Es sin duda todo un espectáculo de sensacionalismo donde la muerte de un ser vivo es el centro de atención.