FERNANDO SANTACRUZ CAICEDO
Toda Unidad -persona, sociedad, estructura orgánica, etc.- que se divide,se destruye o pierde su esencia. La comunidad de voluntades y metas interpersonales o intergrupales, constituye la Unión. Las Coaliciones Políticas son antípodas de la Unidad, porque en ellas convergen fuerzas e intereses volubles. Sin embargo, pueden conformar Uniones si sus propósitos son relativamente estables. ¡De ahí que, las Coaliciones carecen de Unidad Ideológica!
La Coalición Centro Esperanza –CCE- se ha fusionado lentamente, conciliando divergencias, superando escollos, hasta plantear un Ideario (recursos públicos, seguridad, implementación de los Acuerdos de Paz, economía social, igualdad de género, políticas públicas diferenciales, educación, transición energética, política internacional de Estado, honestidad en el gobierno), enmarcado en la preservación del “capitalismo-democrático” y, por ello, de signo continuista-reformista. A estas alturas del proceso eleccionario sus discrepancias se agudizan, particularmente en materia de mecánica electoral -reglas inestables, modalidad y composición de listas congresales, mecanismos para seleccionar candidato presidencial, etc.-, descuidando la elaboración del Programa de Gobierno y denotando serias inconsistencias. Pese al origen clasista e ideológico heterogéneo, el Centro Esperanza pactó compromisos sobre la base de Unión en la Diversidad,fundados en el superior interés social. El rasgo característico de toda Coalición es la propensión grupistaa imponer sobre los otros los propios dogmas, siendo imperativo adoptar tácticas flexibles para accionar mancomunadamente. Hasta aquí, ¡todo parecía normal!
Súbito, cual halcón predador, descendió una paracaidista -como en 2018, para “unirse” a la campaña de Petro. Llegó a la Cámara y al Senado heredando los genes y los votos, parciales, de sus politiqueros progenitores, militando en el partido liberal y apoyando la godaza candidaturade Andrés Pastrana. Fundó Oxígeno Verde, en 1998. Obsequió “torpemente” su secuestro a las Farc, en 2002. Liberada, en 2008, demandó a la nación para que la indemnizara con $15 mil millones. Rechazada su petición, viajó al exterior, se tituló en teología -“ciencia” que trata de Dios- y, desde entonces, posa rodeada de un halo de beata-iluminada. En coautoría con el expresidente Santos, anunció el “abracadabra” para resolver la problemática colombiana. Seguidamente, aterrizó en los predios del Centro Esperanza. Se les coló subrepticiamente como “colaboradora” y, en un parpadeo, se alzó como “precandidata presidencial”. ¡Clásica jugada de oportunistas! e “hipócritas”, según le espetó Alejandro Gaviria, luego de ser reprendido públicamente por emplear “maquinarias” para sus propósitos electorales.
En desafortunada entrevista concedida a El Espectador (21/01/2022), Ingrid Betancourt exhibió sus inocultables Orejas de Lobo, despotricando contra Petro; alardeando sobre la exigente amplitud de la CCE; pronosticando un Congreso mayoritariamente femenino; defendiendo resueltamente su “oportunismo”, tras la muletilla de que “intervenir en política es un derecho de todos los colombianos”. Pero, su mayor pifia estribó en reducir el ideario de la Coalición a la lucha contra la inmoralidad: “Nos hemos unido para acabar con el sistema de corrupción”, ignorando los gravísimos problemas de miseria, discriminación, exclusión, desigualdad y violencia que padecemos.
En las presidenciales de 2018 Fajardo, Petro y de la Calle, quedaron atrapados en sus respectivos cotos mentales, lo cual les impidió edificar la Unión Política en torno a las aspiraciones del pueblo. A la Coalición de la Esperanza le acontecerá algo semejante, si sus precandidatos NO eliminan radicalmente sus egotismos, si NO avanzan firmes hacia la conquista de grandes ideales, si NO maduran un Programa de Gobierno, SI persisten en aplicar las disociadoras praxis de la mojigata “iluminada”, quien solo sueña en“su presidencia”. ¡Despiértense Babosos, su consigna es destruir! Rechacemos presidentes con doble nacionalidad y doble faz.Desconocer lo antedicho significa traicionar los anhelos mayoritarios, re-sumergir a Colombia en el lodazal guerrerista. Tal la magnitud de la responsabilidad de la CCE, agrupación que, ¡expulsada la disgregadora!, debe prepararse para competir en la segunda ronda por la presidencia -si no triunfa Petro en la primera; o, para aunar fuerzas y esfuerzos con Petro, a fin de NO desaparecer del escenario político y evitar la perpetuación de la derecha hegemónica.