Columna de opinión
Por Danilo Reinaldo Vivas Ramos –
En Popayán y el Cauca se ha hecho costumbre que, cuando sus gobiernos avanzan en su gestión y están ad-portas de terminar el mandato, a pesar de que falte todo un año, el acontecer ciudadano comienza a enmarcarse en el proceso de elección de los nuevos gobernantes.
Proceso que, sin temor a equivocarme, estará signado por la tradicional actitud mediocre y facilista de señalar exclusivamente lo malo o lo que han dejado de hacer los gobernantes salientes y, de contera, los aspirantes a estos cargos de elección popular, ‘instrumentalizarán’ o harán uso de esta manida práctica para construir sus propuestas, armando discursos e ideando consignas sobre lo que el elector quiere oír, pues van tras sus votos, sin alcanzar a pensar, y menos a dimensionar, qué departamento y qué municipio queremos los caucanos y payaneses en el mediano y largo plazo, no en el marco estrecho del cuatrienio del gobierno por venir.
Una de las mayores tragedias hoy en día, para una persona o para una organización, máxime para una región o territorio, está asociada a la falta de propósito, en el primer caso a nivel individual, al no contar con un proyecto de vida; en el segundo, a nivel colectivo, adolecer de un proyecto de región y/o ciudad, capaz de hacer converger los proyectos individuales en verdaderos proyectos sociales, económicos, culturales, políticos y ambientales para el desarrollo y progreso de las entidades territoriales y en ellas, de forma articulada, potenciar el crecimiento de los ciudadanos tal que éstos puedan erigirse como sujetos activos de su propio bienestar y prosperidad, abonando el camino hacia la erradicación del papel de objetos al que, por años, se les ha reducido.
Se debe avanzar, en consecuencia, en proscribir para siempre el lúgubre y lastimero papel que se le ha asignado a nuestras comunidades o el rol conscientemente asumido por una buena parte de los habitantes del Cauca y Popayán de ser simples objetos, que al no contar con sólidos principios y valores ciudadanos, actúan en cada elección como legitimadores del ‘statu quo’, que no es otra cosa que la pobreza y atraso en que se debaten y que cada vez se profundiza más, esperando que el que llegue a los puestos de gobierno, les solucione todos los problemas o que por lo menos el gobernante de turno les ‘lance’ un ‘mendrugo’ de pan, para garantizarles precarios niveles de supervivencia y, con ello, el gobernante asegurar ciertos niveles de gobernabilidad.
En ese trasegar unos sobresalen, comenzando por los gobernantes y las personas ‘más’ cercanas, quienes han estado más preocupados por su imagen y el poder que puedan acumular para futuras lides políticas o actividades económicas, a pesar de dejar a su paso una región y una ciudad, que otrora fueran grandes, en un alto grado de postración e invisibilidad nacional, acompañada de la indolencia de la clase política local, la cual ha estado en correspondencia con el papel pasivo de sectores ciudadanos, organizaciones gremiales y sociales, profundizando con ello los bajos niveles de logro en los diferentes indicadores sociales, económicos, ambientales y culturales que dan cuenta hoy día del desarrollo, crecimiento, bienestar y prosperidad de las comunidades y los territorios.
El tiempo se agota para promover cambios y transformaciones estructurales necesarias que logren sacarnos de la inercia en que vivimos, así como para mandar ‘al cuarto de san alejo’ la manida práctica regional y local, de que el Cauca y Popayán han estado siempre sumidos en el olvido, refiriéndose de manera específica a los gobiernos nacionales, lo que ha generado una perversa dependencia hacia el ejecutivo central, acuñándose la frase: “El país tiene una deuda histórica con el Cauca y su Capital”, quizá haciendo referencia al papel jugado por esta región en los procesos de Independencia y construcción de la República, desarrollando en una buena parte de la población una actitud pedigüeña entrelazada con el usufructo de la caridad franciscana, lo cual ha hecho que perdamos la perspectiva y mengüemos nuestras potencialidades, particularmente la de los jóvenes que están en la búsqueda de nuevos horizontes fuera de esta región gravemente olvidada por nosotros mismos.