No botemos los votos

Rodrigo Solarte.jpg webRODRIGO SOLARTE

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PEDIATRA

La abstención en las elecciones, por múltiples motivos, ha sido una actitud frecuente en las y los ciudadanos colombianos.

La corrupción, presión armada, compraventa de votos, ausencia de información clara y cultura ciudadana, incredulidad frente a las promesas y su crónico incumplimiento, difícil acceso geográfico a las mesas de votación, radicales consignas que priorizaron la lucha armada después de varias frustraciones históricamente documentadas, el incumplimiento programático de los elegidos con las responsabilidades sociales o colectivas demagógicamente anunciadas en las campañas, el concebir la política como un medio de subsistencia y poder, más que de servicio y participación con responsabilidad, pertinencia de actitudes y conocimientos integrales, son entre muchas, razones explicativas para la existencia de nuestra débil democracia representativa.

Una nueva etapa de nuestra historia colectiva se está abriendo paso, con todas las dificultades implícitas en estos períodos de cambio político, incluyentes de lo económico, ecológico, social y cultural, cuya diversidad existente, convergirá progresivamente, de darse una mayor participación responsablemente asumida por electores y elegidos a todos los niveles de la organización comunitaria y social.

El horizonte de la paz a lograr por la cesación de la lucha política armada, la consecución de derechos, todavía incompletos, a la salud, la educación con cultura ciudadana, el trabajo, la participación real en el presente y futuro de la nación, comenzando con las nuevas generaciones, futuros ciudadanos, con buen trato integral a la naturaleza y seres humanos que la disfrutamos, nos obliga ética, moral y políticamente a elegir responsablemente, continuar participando, desde la familia e individuos, hasta lo regional, nacional, global, o lugar donde nos encontremos.

Que este 25 de octubre del 2015, quede en nuestra historia, como un día en el cual, la pesadilla de la guerra, de paso a un amanecer de optimismo con realismo de las potencialidades espirituales y materiales que poseemos las colombianas y colombianos de todas las etnias, culturas y estratos.