Juego y deportes en el proceso vital

Columna de opinión

Rodrigo Solarte – 

E

l movimiento es común denominador durante todo el proceso vital. Las biociencias interdisciplinares del crecimiento, desarrollo y deportes continúan aportando a los conocimientos individuales y colectivos pertinentes.

Los aprendizajes iniciados amorosamente con los padres y demás allegados, continuados en la escuela con maestras y maestros, profesores de la educación física y deportes, orientados y escogidos por las mismas niñas, niños y adolescentes, serán continuados en las siguientes edades de formación y capacitación para el trabajo y realización del plan de vida, hasta el final de la misma.

Todo el sistema educativo y laboral iniciado en familia, acorde con el período del crecimiento y desarrollo infantil, escolar, adolescente, adultos y mayores, con las normales diferencias anatómicas, fisiológicas y antropológicas de mujeres y hombres  en contexto natural y social, deberá contar con el apoyo integral de familias, comunidades, sociedad y Gobiernos del Estado-Nación que hayan conformado.

En las sociedades mercantiles, consumistas, privatizadoras de derechos, muchas madres, padres, niñas y niños, en el rebusque permanente para sobrevivir, este instinto vital, espontáneo al juego y prácticas deportivas después, es coartado,  asumido caritativamente o por algún costo económico, por personas solidarias o externas a las familias de los potenciales deportistas.

El juego y los deportes movilizan todo el funcionamiento mental, emocional y físico, tanto individual como grupal y del colectivo al que pertenezcan o representen.

Empírica o científicamente reconocemos la importancia de la salud física, mental y apoyo económico social a familias, niñas, niños, adolescentes y jóvenes, para el progreso individual, familiar y  comunitario que llevarán a una sociedad saludable, alegre, conviviente, productiva, digna y orgullosa de los SERES HUMANOS que la conforman.

La organización y cultura centrada en el capital, como la actual, ha dividido el deporte en aficionado o amateur y profesional.

 Los valores mercantiles con patrones y trabajadores, permearon al deporte profesional como a cualquier empresa, convirtiéndolo en medio para competir y conseguir contrato, previo período de prueba, mantenimiento de la capacidad competitiva y motivación para las aspiraciones de los amateurs y más jóvenes. 

Pienso que en los procesos de cambios estructurales que estamos iniciando con el Nuevo gobierno progresista, temas como el de esta columna de opinión, tendrán en su momento, la vital importancia analítica integral que tiene para las actuales y siguientes generaciones.

Las jóvenes adolescentes colombianas en este mes de octubre del 2022 con sus padres, familiares, entrenadores, disciplina, trabajo en equipo y convivencia familiar como compañeras; honestidad, juego limpio y real patriotismo, elevaron una vez más nuestra autoestima como país, al lograr el subcampeonato mundial de fútbol femenino sub-17, en La India, frente a España, y el primer puesto en el mundial femenino, categoría mayores de fútbol de salón en Mosquera, Cundinamarca, frente al Canadá.

El esencial trabajo del fútbol en equipo, el más popular a nivel mundial, es gran ejemplo formativo en lo deportivo, humanístico y social, donde en el terreno de juego, todas y todos los participantes, disciplinadamente cumplen su labor, técnica y humana, competitiva sí, pero éticamente practicada, ante una afición que asimilará tan ejemplar comportamiento a entender e imitar.

El juego y los deportes tienen importante lugar en la formación humana, ciudadana y profesional desde la infancia. Padres, maestros, compañeros, directivos y comunidades en general, tanto de las ciudades como de los campos, han vivido o sentido la necesidad fundamental para la vida y lo que significa para la salud física y espiritual por la PAZ individual, familiar y social, que junto al trabajo y productividad se requieren para el VIVIR SABROSO y dignamente.

Termino esta columna de opinión, feliz como Unicaucano, por la terminación del hermoso campo deportivo de Tulcán para las y los payaneses, caucanos y universitarios del suroccidente colombiano y el país.

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