UNICAUCA: la joya de la corona en crisis

Editorial

Por: Marco Antonio Valencia Calle

L

a Universidad del Cauca está cumpliendo doscientos años de vida institucional este mes. 

Y tan necesaria la celebración como la depuración que debe realizarse para limpiar el buen nombre que personajes indeseables vienen mancillando con su actuar oscuro y falto de ética. 

Entre todas las instituciones que sostienen esta sociedad patoja y caucana, UNICAUCA es sin duda, la más importante.

Es la institución de mejor credibilidad en la región, la de más confianza, la más próxima al corazón de todos. Incluso por encima de la misma Iglesia, que ya es mucho decir.

Por eso no deja de extrañarnos que rumores maldicientes como que la politiquería logró adueñarse de la institución y nadie reclame.

 ¿Quiénes permitieron semejante daño? ¿Qué políticos convirtieron a los académicos en juguetes del escenario electoral?

 ¿Qué pasó con los sindicatos de docentes y trabajadores que no dicen nada? ¿Qué pasó con los estudiantes? ¿Qué paso con los egresados? 

 ¿A todos se le comieron la lengua los ratones y la sensatez se les disolvió? ¿Ya nadie reclama por los bienes morales atropellados? 

¿A qué horas nos volvimos una sociedad cobarde, callada e inane? ¿Esta es la universidad que respalda nuestro quehacer y preparación profesional? 

¿Y nos vamos a quedar todos tan callados?

Una cosa es la política para el servicio de la gente y el progreso social y otra cosa la politiquería.

La política es parte fundamental de la educación universitaria. El debate, el trabajo intelectual y la capacitación que ofrece una universidad pública a sus profesores  y estudiantes para interactuar con la sociedad para su bien, es parte del proceso. Pero la politiquería no.

Que digan que la politiquería está paseándose por los pasillos en Unicauca y todos en silencio dejando corromper el alma y nervio de nuestra sociedad sin decir nada es grave.  ¿Lo vamos a permitir?

La politiquería es  la podredumbre de la sociedad. En ella medran las mafias de cuello blanco y ocurren todos los abismos podridos en los que puede caer la raza humana. La politiquería es el vil ejemplo de lo más bajo que social y económicamente podemos caer. 

Y así como es un escándalo las denuncias judiciales que indican que hay egresados que compraron exámenes para ingresar o graduarse, o títulos universitarios, también es un escándalo que los directivos universitarios sean tan permisibles con otros delitos como el acoso sexual.

Hace rato varias estudiantes vienen denunciando con nombre propio y querellas a profesores por el delito de acoso sexual, y las directivas, al parecer no hacen nada.

Esta semana una de las denunciantes con nombre propio a través de Radio Caracol expresó que sus quejas y reclamos han sido omitidas por los directivos Universidad del Cauca desde hace años. 

Un rector serio, capaz, que jura ante Dios y El Estado cumplir sus deberes, no habría dejado pasar un solo día sin suspender a los implicados por sospecha de un delito tan grave y atroz, hasta que al menos, las cosas se aclaren. 

Sostener un rifi rafe de semejante magnitud en estrados judiciales, sociales y mediáticos genera un enorme daño a la Universidad. Es inconcebible.

“Dejar pasar y dejar hacer”, es tan deplorable como los mismos delitos. 

¿Y los exalumnos nos vamos a quedar callados? 

La Universidad debe pronunciarse. 

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