EL TURISMO Y SUS MILAGROS

Editorial

Por: Marco Valencia Calle

El desempleo y la crisis social que vive el país obliga a miles de seres humanos a sobrevivir y conseguir el alimento diario a través de la economía informal, el rebusque o las ventas callejeras, porque, latinoamericano que se respete hace lo que sea o lo que tenga que hacer para no morir de hambre.

Y como la necesidad es la madre de la creatividad, los días festivos en Colombia además de ser la gran oportunidad comercial de las industrias alrededor del turismo, lo es también de esa economía subterránea, llamada así por evadir legislaciones fiscales y laborales (no siempre ligadas a la mafia o la ilegalidad).

Un fin de semana con puente es una bendición económica para miles de personas que no tienen un ingreso fijo (sueldo o pensión), pues gracias a la Ley Emiliani, esa reforma al código laboral que permitió pasar los feriados religiosos o patrios al primer día de la semana, tenemos fines de semanas de tres días para fortalecer la movilidad y el turismo en el territorio nacional.

Pero no solo hablamos de la industria formal de los servicios, el transporte, los alimentos, los hoteles entre otros; sino de la oportunidad de obtener ingresos a miles de personas a través de las ventas callejeras, la exposición de artesanías y la preparación de alimentos.

Los diez fines de semana con puente –establecidos en Colombia en el año 2022–, son la oportunidad para que muchas personas nacionales y extranjeras se desplacen entre ciudades en busca de atracciones culturales y deportivas que se organizan para el ocio, el disfrute y el descanso general.

El turismo organizado deja buenos dividendos de manera formal e informal para una ciudad, y ha sido la salvación económica de países como Cuba, Italia y España; e incluso, dándole  vida a ciudades alejadas de  la capital de la república como Buga, Ipiales, Chiquinquirá o Popayán; que sin tener playa, arena y sol son visitadas por millones de creyentes cada año.

El pasado fin de semana, con puente incluido –por ser la fiesta católica de la Inmaculada Concepción–, ciudades como Cali tuvieron el Festival del Petronio Álvarez, Medellín la Feria de las Flores y,  Bogotá su Festival de Verano. Y a lo largo y ancho del Cauca se realizaron ferias y fiestas populares con la asistencia de propios y visitantes y la participación de artistas musicales de todos los géneros.

Pero este editorial tiene un fin: hacer un llamado para que nuestras instituciones y empresas privadas ayuden a mejorar en todo sentido las ofertas y servicios de turismo en Popayán y el Cauca. Es necesario conocer qué y cómo están trabajando en otros lugares.

Hacer entender mediante una pedagogía bien diseñada la gran oportunidad económica que turismo ofrece para todos, y por ello, es necesario cuidar muy bien esa «gallinita de los huevos de oro» ofreciendo productos de calidad y exclusivos, artesanías con características típicas, o alimentos que únicamente se puedan conseguir visitando nuestra tierra.

Entender, además, que al turista se le cuida y se le trata bien, porque como dice el slogan: «turista bien atendido, trae más turistas».

Coletilla: Ojalá las reformas económicas no hagan desaparecer los festivos religiosos del calendario con el cuento de que ahora somos un país de pluralidad religiosa.

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