Columna de opinión
Por CARLOS E. CAÑAR SARRIA –
Pasadas las festividades decembrinas y de comienzo de año, parece ser que el centro de interés estará orientado hacia las diferentes campañas políticas que las elecciones de octubre próximo darán lugar a cambios de mandatarios, asambleas y concejos en el orden local y regional. En concreto, este es otro año electoral, que mantendrá inquietas a las diferentes campañas, a la opinión pública y a las redes sociales. Ese será el ambiente político en todo el país y el Cauca no es la excepción.
Estamos acostumbrados a que el departamento del Cauca, desafortunadamente sólo se convierta en noticia ante el frecuente accionar de los movimientos sociales en algunos casos por la lucha del reconocimiento de los pueblos; por las diferentes expresiones de violencia; cuando se suscitan desastres naturales y desde luego, por ausencia de representatividad en el contexto local, regional y nacional.
Ya comenzarán a aparecer aspirantes por todo lado, precandidatos y candidatos que pretenden contar con el respaldo electoral, ofreciendo cosas imposibles de cumplir a costa de las necesidades de la población. Porque más han sido las promesas que las realidades en el devenir histórico de nuestro departamento, relegado de manera consuetudinaria, a los más bajos índices de desarrollo humano y de convivencia civilizada. Situación que no deja de ser vergonzosa.
A la clase política regional le corresponde responder por ser –o deber ser- la vocera de los problemas regionales ante las instancias de poder, de donde debieran resultar las políticas públicas que demandan las comunidades.
No es fácil entender cómo nuestros políticos- con algunas excepciones -dejan ver sus caras en épocas preelectorales y electorales con el fin de lograr adherentes, captar votos para después esfumarse sobre todo en los momentos difíciles.
A los congresistas, por ejemplo, se les ve poco trabajo que contribuya al bienestar de la gente que teóricamente dicen representar. No es evidente el trabajo en equipo y en bancada y terminan sus periodos legislativos más con pena que con gloria. Lo mismo sucede con los mandatarios regionales, cuya propia invisibilidad se traduce en la invisibilidad departamental.
Por eso hemos sostenido que al observar al Cauca ubicado en los primeros lugares en subdesarrollo, la crisis no es sólo económica sino también de valores humanos, que no es otra cosa que falta de liderazgo y compromiso social.
Ya es tiempo de que cambie el trágico destino del Cauca, para dar lugar a nuevos liderazgos, donde desaparezcan las prebendas personales y sectoriales, las divisiones intestinas, el clientelismo y la politiquería; con un verdadero proyecto de región, capaz de mejorar las condiciones de vida de sus gentes.
El Departamento del Cauca lejos de ser una alternativa de desarrollo económico y de progreso social, parece la “Cenicienta” en el orden de las prioridades en un país donde las inequidades y desigualdades avanzan en forma acelerada y que el nuevo gobierno debe atender y resolver.
Lo que realmente necesita el Cauca es de unos verdaderos dirigentes, nuevos liderazgos que logren ofrecer y realizar aquello que la incapacidad, la negligencia o el egoísmo dejaron de hacer aquellos que hegemónicamente se han perpetuado en el poder.
Proyecto de región, sensibilidad social, vocación de servicio es lo que se espera de una dirigencia renovada. Que los políticos en las diferentes campañas no se sigan limitando a la exhibición de publicidad costosa, a recorrer las regiones, pero huérfanos de programas, de propuestas interesantes y realizables.
Ante esta situación que no deja de ser preocupante, cuánta falta hace tener buena educación polìtica para que la población no se deje embaucar por los mismos de siempre; por aquellos que no obstante, no haber hecho nada positivo por el Cauca, pretendan seguir disfrutando o disfrutar de las mieles del poder, sin merecerlo.
Con educación política es posible construir ese ente colectivo denominado pueblo, sin el cual no puede existir una verdadera democracia y mucho menos una auténtica expresión de sociedad civil. Ojalá se pueda cambiar el paradigma y podamos contar con una dirigencia regional que realmente merezcamos. De lo contrario, seguiremos perdidos.
Es importante el papel que desempeñan los medios de comunicación, algunos muy cuestionados por la falta de imparcialidad; periodistas electoreros a quienes poco les importa el bienestar general de las comunidades. Al país y en particular al departamento del Cauca le hace falta más periodismo crítico y que exista menos periodismo adulador, que a leguas se percibe, que quienes así actúan, no dan puntada sin dedal.
Se espera que de aquí a octubre próximo, sean las hojas de vida, los programas y propuestas de los diferentes candidatos, los que primen a la hora de decidir el voto y que el proceso electoral se desarrolle en paz.