Los primeros habitantes del continente americano

Por: Andrés José Vivas Segura – 

D

¿ónde y cuándo encuentra su origen el pueblo pubenense? Esta es una pregunta difícil de responder, pues la evidencia dista de nosotros algunas decenas de miles de años. Además, deberíamos primero responder ¿cómo se origina el pueblo americano? La ciencia y la imaginación han buscado su respuesta de formas variadas, con explicaciones respaldadas en posturas teóricas, más o menos exitosas, como veremos en este corto relato.

Cuando el Almirante Cristóbal Colón arribó al continente americano, pensó que había llegado a la India, puesto que ese era el destino que se había trazado desde el principio, y ese era el argumento utilizado para justificar haberse embarcado en semejante empresa, al mando de tres pequeñas carabelas, con la esperanza de encontrar nuevas rutas para el comercio europeo, que evadiesen la intensa piratería de entonces, por las rutas tradicionales de las costas africanas.

Artistic representation by Heinrich Harder of humans hunting glyptodon, a megafauna that lived during the Pleistocene period.
Representación de los cazadores de megafauna de finales del Pleistoceno, hace unos 11.700 años, acechando un Gliptodonte (mamífero gigante, parecido al armadillo, en el norte del continente americano) (Fuente: Internet)

En 1507, justo al año siguiente a la muerte del Almirante, se acuñaba el vocablo América para el “nuevo” continente, configurando una serie de interrogantes sobre el origen del pueblo americano, toda vez que no se trataba de indios propiamente dichos, como inicialmente se interpretó. Al tratarse de una extensa y desconocida nación con millones de habitantes que habían construido su cultura en este nuevo continente desde hacía mucho tiempo, surgía la imperiosa pregunta sobre los orígenes, que con tanta recurrencia ha acompañado a la humanidad.

Desde entonces, y por cuatrocientos años más, los estudiosos tejieron las hipótesis más imaginativas e intrincadas argumentaciones para explicar el poblamiento del continente americano en épocas precolombinas o, más precisamente, prehistóricas. Lógicamente, la principal fuente de todas las explicaciones estaba entonces en la Biblia, lo cual condujo a una variedad de relatos sustentados en los hechos posteriores al diluvio universal y a la dispersión de las diez tribus de Israel, que eran los descendientes de los hijos de Noé: Sem, Cam y Jafet. En cualquiera de los casos se reconocía la importancia del estrecho de Behring como la ruta migratoria entre Asia y América.

Otros pensadores, viajeros e investigadores, encontraron ciertas similitudes culturales y raciales entre los egipcios y los indígenas americanos, como la adoración al Sol como deidad suprema, la práctica de la momificación, la deformación de los cráneos, la práctica del tatuaje corporal, las expresiones calendáricas solares, y la realización de culturas megalíticas, que se iniciaban con la construcción de mastabas, luego la edificación de pirámides, y se llegaba al máximo desarrollo con el templo.

Los americanos de la Era de Hielo viajaban miles de kilómetros
Los primeros pobladores del continente americano provenientes del Estrecho de Behring (Fuente: Internet)

Sin embargo, hace algunos siglos no se creía que fuera posible que los egipcios hubieran navegado desde África hasta América. Por otro lado, se propusieron explicaciones alternativas como la existencia de un continente, ubicado en medio del océano, que sirvió como puente o lugar de paso para antiguas migraciones humanas a América, la Atlántida. Cierto cronista sostenía que este puente existió aproximadamente hasta el año 1300 a.C. y luego colapsó, dejando como vestigios las islas del caribe. También hubo quien propusiera, a finales del siglo XIX, que el ser humano se había originado en América (en Argentina) y, desde allí, se irradió hacia todos los demás continentes.

No fue sino hasta la llegada del siglo XX que se dieron a la luz hipótesis científicas sobre este tópico, entre ellas la propuesta del antropólogo checo Ales Hrdlička, quien documentó ampliamente la ruta migratoria humana a través de Behring, entre Asia y América del Norte, aceptada hoy día como la principal utilizada por los primeros americanos, en su llegada y dispersión por el continente. Sin embargo, este no fue el único probable trayecto propuesto. Otro antropólogo, George Montandón, de nacionalidad inglesa, propuso una ruta transpacífica entre las islas de polinesia, la isla de Pascua y la costa suroriental de Suramérica, como vía de llegada de migraciones malayo-polinésicas, con esclavos australianos, quienes se mezclarían con la población rapanui, dando origen a diversos tipos raciales entre la población indígena.

Al igual que con la hipótesis transatlántica desde África, muchos dudaron de la capacidad humana de realizar un viaje de trayectoria tan larga en el océano Pacífico, hasta que en 1947 el explorador noruego Thor Heyerdahl demostró, en su expedición Kon Tiki, entre las costas del Perú y los atolones de la polinesia francesa, que la travesía sí era posible, al menos en este sentido, y que los Incas pudieron viajar a oriente en épocas pretéritas con relativo éxito.

De hecho, los cronistas narraron lo que los incas, a su vez, les contaron, sobre la expedición del antiguo monarca Topa Inca Yopanki, compuestas por 500 balsas y 20.000 hombres, que navegaron hacia unas lejanas y misteriosas islas en occidente, de donde regresaron con varios objetos curiosos como una silla de latón, algunas muestras de oro y plata, el cuero de un animal parecido al caballo, y algunos esclavos de tez negra. Curiosamente, en la isla de Mangareva, en Polinesia, existe una tradición oral que cuenta sobre la llegada de un rey llamado Tupa, quien llegó en balsas de vela, que venían desde el oriente.

Fue Paul Rivet, sin embargo, en su libro Los orígenes del pueblo americano (1943), quien sistematizó y organizó el conocimiento existente hasta entonces, concluyendo que hubo un poblamiento de tipo múltiple para América, procedente de Asia, Australia, y el área Malayo-Polinesia, entre cuyas pruebas se encuentra el hecho de la predominancia del tipo de sangre O entre indios y mongoles o asiáticos, dando como resultado un tipo étnico que él denominó paleoamericano, distribuido por todo el continente.

Entre 1969 y 1970, Thor Heyerdahl volvió a asombrar al mundo antropológico con su viaje entre África y América, en una embarcación construida con juncos de tipo egipcio, que él denominó Ra II. A la luz de esta demostración, no parecía ya imposible que los grandes navegantes europeos y africanos hubiesen podido llegar a América en algún momento dado, por ejemplo, las experimentadas tropas fenicias, cartaginesas, romanas, árabes o egipcias. El abanico explicativo se hacía cada vez más amplio.

Conforme la investigación avanzaba, se encontraron algunas importantes similitudes entre los dialectos de las culturas que habitaron el continente americano y otras provenientes de Australia, Polinesia, Melanesia, África noroccidental e islas Canarias, al igual que se han observado convergencias entre la huella cerámica de culturas muy distantes, que sugieren incluso el contacto con grupos de pescadores provenientes del Japón desde el año 3000 a.C. También se ha comprobado la presencia de vikingos en Groenlandia y Norteamérica, con colonias de hasta 3.000 habitantes, al mando de Erik el Rojo, hacia el año 982.

Thor Heyerdahl y la aventura de la Kon Tiki
Thor Heyerdahl en la expedición Kon Tiki, en 1947, con la que llegó desde América hasta la Polinesia francesa (Fuente: Internet)
Ra II off Barbados
Imagen autografiada de la nave Ra II, liderada por Thor Heyerdahl en su expedición entre África y América, en 1970 (Fuente: Internet)

En la segunda mitad del siglo XX, las investigaciones sobre la influencia del clima global en el pasado humano permitieron establecer la correlación entre los períodos glaciares e interglaciares, con la apertura de lugares de paso entre continentes, por donde fluyeron varias oleadas migratorias de pequeños grupos humanos, vía Behring, fenómeno que probablemente se ubica en su datación más antigua, entre hace unos 40 mil y 25 mil años. No obstante, hoy día es aceptada la existencia de rutas diferentes, complementarias a Behring, con aportes esporádicos de origen asiático, africano y europeo a la genética y la cultura amerindia, lo cual explica la alta diversidad de tipos humanos, de familias lingüísticas, y de expresiones culturales americanas.

Los cronistas más antiguos que acompañaron a los primeros conquistadores, como Fray Pedro Aguado, Fray Antonio Medrano o Fray Pedro Simón, se documentaron con informantes indígenas para escribir extensos tratados sobre la cultura y las costumbres de los Muiscas, pero algunas manos oscuras de la historia destruyeron o desaparecieron aquellos capítulos donde se hablaba sobre sus conocimientos astronómicos, de sus elevadas costumbres morales y civilizatorias.

Resulta curioso que la denominación de indio haya persistido en el habla popular hasta nuestros días, a más de quinientos años después de los descubrimientos cosmográficos de don Américo Vespucci, como un epíteto que buscaba unificar, a través del lenguaje, la gran diversidad de agrupaciones humanas que habitaron entonces este vasto territorio, ampliamente incomprendidas por parte de los europeos que les invadieron.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.