Víctor Cerón es un artista plástico, egresado de Unicauca, quien actualmente se encuentra en Bogotá exponiendo su obra “Estructura Personal M.N.E”, una escultura hecha a partir de escombro tallado que intenta dialogar con la mirada estructural del habitar, como acción vital del ser humano, y las transformaciones físicas y socioculturales que surgen a raíz de lo que él denomina como “la crisis de la vida digna”.
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Por Carol Murcia Ledesma – El Nuevo Liberal
or segunda vez, Víctor es invitado a Bogotá para presentar su obra Estructura Personal M.N.E, una escultura bastante particular, no solo por los materiales en que fue construida, sino también por las ideas que hay detrás de su edificación y los asuntos que pone en cuestión frente a las visiones de ciudad, patrimonio, vivienda y dignidad que pone en cuestión.
Tanto en su participación en Artecámara de ARTBO, como en la exposición de Arte Jóven, este artista caucano a destacado entre lo caso 900 participantes de las muestras, no solo por la sensibilidad de su obra al abordar esa conflictuada relación que se tiene con el hogar y la forma en que lo habitamos (más después de la pandemia por Covid-19), sino también por su esfuerzo como escultor en recuperar el trabajo manual y el uso de materiales que son resignificados a partir de su obra. Conversamos en exclusiva con este artista frente a su pasado, la relación del ordenamiento territorial y las visiones de ciudad con su obra y el devenir del arte de la región.
NL: Teniendo en cuenta que las experiencias individuales marcan mucho la obra de los artistas, ¿de dónde vienes?
VC: Yo soy egresado de la Universidad del Cauca, estudié artes plásticas, terminé en 2019. Llegué a Popayán a radicarme hace unos 10 años, para estudiar la carrera. Vengo de Cali, aunque fui criado entre Popayán y Cali, por eso tengo algo de nómada y de alguna forma ha determinado mi identidad, un poco el arraigo que he podido establecer y el contraste entre estas dos ciudades, entonces, como yo no tuve un arraigo fuerte, por ahí creo que empezó todo. Vengo de una familia humilde, vivimos en el barrio La Ladera, al sur de Popayán, mi mamá estuvo conmigo en Popayán junto a la familia, además de los conceptos de construcción, de la casa hecha a mano, ahí dándole a Popayán, actuando también dentro de la gestión cultural, actualmente soy gestor popular y acompaño la lucha por la dignidad de la gente y el bienestar de toda la comunidad. Ahora estamos aquí, en Bogotá, dando la lucha; tenemos una muy buena acogida en el Ministerio porque somos Cauca y la región ya tiene un recorrido porque quienes han estado antes realizaron un buen trabajo y quienes estamos ahora estamos haciendo lo mismo, en ese sentido, tenemos las puertas abiertas.
NL: Teniendo en cuenta ese recorrido, ¿por qué escogiste la carrera de artes plásticas? Y ¿cómo el arte te ha permitido la opción de explorarte y explorar la región para empezar a establecer ese arraigo del que hablas e involucrar a su vez a las comunidades a través de la gestión cultural?
VC: Llego al arte plástico porque en Cali me presenté a Artes Visuales, no quedé por una milésima, entonces la decisión fue vámonos a Popayán que ahí también hay carrera de artes plásticas, que de hecho estaba muy bien referenciada. Desde niño tenía como esa habilidad hacia el dibujo, yo era de los que siempre se hacía sus propios juguetes con plastilina, barro, me gustaba manipular los objetos y materiales, entonces, gracias al apoyo de mi hermana, quien fue la que pudo entender esa afinidad, es como ingresé a la carrera, aunque no es una decisión muy tradicional en la que la familia le diga a uno hágale, pero se hizo y también estuvo desde el principio ese miedo de ¿usted de qué va a vivir? Y aunque es muy duro, las cosas se han venido dando poco a poco y también por eso, en esa medida, el arraigo con el territorio, lo empecé a observar desde una perspectiva crítica desde que ingresé a la carrera por toda la tradición colonial, por esa concepción de la ciudad blanca que pude estudiar desde afuera, por eso empiezo a estudiar y analizar a la gente, su modo de ser y eso lo entrelazo con lo que es la arquitectura, la disposición del material, y eso es lo que he venido haciendo en mi trabajo, en el que empleo escombros, esterilla y todos los materiales que han salido del cuerpo de Popayán y que yo he rescatado para hacer esas construcciones, entonces ahí, en ese sentido he buscado hablar del territorio desde el mismo material que es el territorio, que es algo que me parece muy interesante. En cuanto a lo social, creo que eso corresponde a mis propias necesidades de cuando era niño porque no tuve acceso a la cultura como tal por dificultades económicas, entonces yo creo que la cultura es un derecho social, por eso si yo puedo acceder a determinada oferta cultural, el otro también puede hacerlo, que también la gente del “común” tenga acceso a esto, porque, el arte permite hacer muchas cosas, catarsis, reflexión, confrontaciones y permite ver la vida con un poco más de empatía hacia los demás.
NL: ¿Por qué tomar los escombros y resignificarlos dándoles una segunda vida a partir del arte? ¿Cómo se condensa esa idea en la Estructura Personal M.N.E?
VC: Creo que una cosa que me marcó a mi es que los escombros al principio se toman como algo precario, algo de valor popular, pero creo que más allá de eso, el uso del material responde también a una salvaguardia de la técnica del hacer, en la escultura como tal, tenemos muchos medios digitales, entonces yo voy más en sintonía con lo manual, con la técnica de hacer con las manos, entonces, hacia allá es que va también el uso del material, teniendo en cuenta que para el arte hay mucho medios, es decir que casi con cualquier cosa se puede trabajar, así mismo los escombros son un vestigio del ser humano que hacen una apología a esas transformaciones de vida.
Para mí es un gusto hablar de esta escultura, porque es la más grande y así mismo ha tenido un trabajo enorme de investigar, decantar y hacer en el estudio y en mi casa, haciendo polvo, haciendo reguero, pero también, desde mucho tiempo atrás estuve en el proceso de caminar la ciudad, escoger y recoger minuciosamente el escombro de casas, porque creo que el escombro tiene esa memoria latente de las personas que ahí vivieron, y bueno, eso responde a una plasticidad muy poética. Para esta obra, me pareció lo más indicado el escombro como un reflejo de la realidad para hablar de esa construcción, de ese habitar y cómo nos despedimos de las personas.
NL: Lo que comentas me lleva a pensar en el ordenamiento territorial y esas múltiples miradas de ciudad que se tienen actualmente frente a las edificaciones y los diseños de los espacios donde se habitan, ¿qué puedes decirnos al respecto y cómo el arte y la cultura pueden entrar a mediar en esa multiplicidad de visiones de ciudad?
VC: Inicialmente, el referente teórico que usé para mi trabajo de grado del que parte esta escultura, es esa mirada crítica que hay entorno a la arquitectura, y creo que en ese momento hice una suerte de predicción de lo que estamos experimentando ahora en una vida no tan digna, de la vida estresante, donde habitamos en cajones, cocheras o fosforeras donde llegamos solamente a dormir para al otro día salir a trabajar, entonces, el cambio de la casa familiar hace que me empiece a cuestionar cosas, en ese sentido, el darle más importancia al comercio y a otras dinámicas territoriales, ha generado cambios grandes, y son esas transformaciones de la vida actual son las que intento abordar, aunque Estructura Personal M.N.E. responde a una persona, se basa en su vida y su historia a través de lo que vive en su casa y cómo la destrucción de esa casa para construir otras casitas nos habla de que, así se vea frágil y parezca que se va a derrumbar, pero la vida al final la podemos sobrellevar, entonces también es como un llamado a la institución a que algún día podamos tener una vivienda digna para todos.
NL: ¿Cuál es tu lectura frente al devenir del arte de la región?
VC: El arte, como Cauca, ha caído un poco en lo folclórico, viéndolo desde afuera, en lo étnico y en la violencia. Yo creo que el arte puede fácilmente caer en tratar un tema como moda, esa es una posibilidad que veo qué podría pasar, sin embargo, he conocido artistas de la región que se encuentran haciendo lo propio, reflexionando frente a lo que es lo indígena, de los procesos comunitario y reflexión también con mi parte de lo mestizo. Yo creo que el llamado y la mirada es que debemos dar más visibilidad a los procesos que se están haciendo en el marco de la reflexión como tal, siento que la reflexión es importante desde el arte y que también los artistas empecemos a pensarnos también en comunidad y no solamente distintos, sino que somos más allá de un color de piel o una etnia, creo que se le puede aportar mucho a la paz con el arte y el llamado es a que sigamos en el camino de recepción, pero también con un trabajo muy crítico y conciso desde el corazón, que no caigamos en la moda de, bueno, por irnos bien en Bogotá o en otras partes del mundo, cazarnos con lo indigenista por ser comercial, sino que sigamos respetando nuestros valores artísticos y nuestra vocación a la comunidad.