Ricardo Quintero Nieto, ignoto caballero

Cosas que eran difíciles de superar son dulces de recordar.

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Por: Elkin Quintero

icardo Quintero Nieto nace el 15 de mayo de 1921 en el Pedregal, Inzá Cauca. A lo lejos, el poderoso Nevado del Huila deja que un fogonazo de luz migre hasta el cielo como señal de beneplácito y orgullo por aquel pequeñín.

El Pedregal, corregimiento del municipio de Inzá es un territorio ancestral plagado de cuentos, mitos y leyendas. Este hermoso lugar fue quien lo vio cantar loas a la Virgen de las Mercedes en las fiestas patronales, declamar poemas de Quevedo, Lorca, Rimbaud y Neruda en las izadas de bandera, parafrasear las hazañas de Ulises intentando llegar a Ítaca, escuchar de la voz de Cervantes los disparates del Quijote en su intento de reivindicar a los caballeros andantes en las horas de la tarde intentando complacer a su madre; sin embargo, los dioses ancestrales tenían preparado otro destino para Ricardo y con el correr del tiempo se dieron a la tarea de verlo sucumbir ante el dolor, como Edipo Rey frente a sus tragedias.

Asimismo, las paredes de bahareque de su humilde y bella casona lo vieron llorar por un amor no correspondido que luego le diera el impuso para componer versos de amor y relatos de un encanto sin par; asimismo, las calles empedradas llenaron de polvo y sueños sus pantaloncitos cortos. Esa magia con los años lo motivo para escribir la obra más representativa e icónica de Tierradentro: “Territorio Ignoto”. Una obra que evidencia su amor por su terruño e igual de poderosa que las creaciones líricas de Matilde Espinosa.

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Corría el año de 1928, ya terminados sus estudios de primaria migró a Bogotá con una maleta repleta de esperanzas y sueños. La indiferente metrópoli lo vio con su rostro cubierto de asombro y su espíritu libre deambulo por las calles de la Candelaria, Chapinero, Usaquén, Monserrate. Fueron días y noches maravillosas, sin embargo, el destino le tenía preparada la más grande prueba: Volver a su tierra.

Vaticinando que su figura sería ignota, decidió empezar a escribir con fuego el nombre de sus colinas, llanuras, familias, árboles, ríos, etnias, carreteras, tesoros, mitos, nevados, páramos y demás maravillas de su Tierradentro amado y lo hizo con tan maestría que el universo de las letras aplaude su obra.

Pese a la cruda realidad, su fuerza declarativa le permitió viajar lejos de su Pedregal amado y dejar su huella en el himno a Puerto Tejada, en los ensayos, en las tertulias literarias de Popayán, Bogotá, Cali, MedellínEn libros, en cartas, en poemas siempre intentó mostrar la cara hermosa de su pedacito de patria: EL Pedregal.

Se dice que una tarde sin más, volvió a su tierra y el amor a su madre Benicia Quintero lo lleno de fe, esperanza. Engalanó los nichos de la iglesia con bellos adornos religiosos, se vistió de azul esperanza en épocas de elecciones, instruyó a muchos chicos para que fueran los líderes del mañana, su amor por la docencia lo hizo intachable, disciplinado y recto. Pero un día, un hado antiquísimo, oscuro y eterno se llevó entre sus garras a lo que él más amaba en este mundo. Su madre.

Un dolor inconcebible se apodero de su razón. A pesar de su intelecto extraordinario y de su pluma mágica, no pudo con la pena, y tras la muerte de su adorada madre se encerró en su dolor. Solo la soledad de su biblioteca lo alimentó y consoló, pero no fue suficiente. Una tarde del 10 de diciembre de 1981 sobre las 4:45 de la tarde decidió descansar para migrar al cielo donde podía ser feliz. En su viaje llevó consigo su genio creador y la última esperanza de progreso para una región ávida de líderes sin intereses mezquinos y necesitados de protagonismo.

La desgracia para su obra llegaría después de su muerte; en lugar de conservar y proteger su legado, los señalamientos necios obnubilaron la mente de líderes y familiares al punto de desconocer su obra. Muchos, inspirados por un espíritu siniestro decidieron borrar su nombre de la memoria histórica del municipio y no dejar nada para las nuevas generaciones. No obstante, una biblioteca hace gala de su nombre, pero no de su obra, genio y figura. Pero, para sorpresa de herederos, usurpadores o inquisidores, el mundo universitario aplaude su obra, ya que “Territorio Ignoto” reposa en la Biblioteca de la Universidad de Texas, un honor merecido por pocos.

Es el momento para preguntar; ¿por qué, nosotros, su familia, no conservamos nada de su memoria? ¿Por qué, su amado Pedregal no conserva nada de su figura y su legado con honor y orgullo? ¿Por qué, el municipio de Inzá no impulsa realmente su legado y su obra?

Invito a todos los amigos de la lectura para que se aventuren a leer su obra “Territorio Ignoto” y solo así comprender la extensión maravillosa de Tierradentro. No de otra manera se puede explicar la fascinación que causa en el turista su multiplicidad cultural y geográfica. El recorrido por el libro nos deja la inquietud por aquello que hay más allá de libros, evidencia de lo vivido y que sobrevive a pesar de siglos de opresión, guerra, violencia y odios fratricidas. Es un libro mesiánico, nacido de la gracia y del milagro de vivir en un territorio mágico y natural que no es un mundo utópico de creación literaria.

Por lo tanto, urge más que un programa de turismo, conocer la razón de sus límites, horrores o posibilidades porque este libro es capaz de alertar sobre los fanatismos que otorgan derechos de crueldad a quienes aún hoy deliran con la igualdad.

Concluyo incitando a propios y extraños para dejar de lado odios políticos, étnicos, culturales, religiosos y familiares y así, reconstruir la memoria histórica del municipio de Inzá e intentar crear una verdadera identidad, esa será la única manera como le retribuyamos algo al genio creador de Ricardo Quintero Nieto y por fin, desde ese reino sin nombre, descanse en paz.

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