RODRIGO SOLARTE
Nuevas vacaciones de verano. Igual naturaleza con diferentes oportunidades e ingresos para el disfrute. Descanso mental, visual y físico, indispensables por la virtualidad laboral que continuará, mientras epidemiológicamente la pandemia y la vida, contraindiquen la presencialidad.
Necesidad de menos redes sociales, más enfermantes mentalmente que informativas y educativas. La naturaleza es un libro abierto que no hemos aprendido a leer con nuestros niños, niñas adolescentes y jóvenes.
En este ¨ valle de lágrimas¨, los adultos poco disfrutamos de los paisajes y su contenido de vida. La urbanización y polución de las ciudades y poblaciones con fábricas contaminantes, han llevado al gris nuestras visiones. El Cauca tiene el verde y azul que complementa el amarillo y rojo colombiano.
Desde la habitación comienza el buen amanecer, esté en la vereda, cabecera municipal o ciudad. El sol ilumina el levantarse y la caminata como ejercicio físico y mental, el regadío a las plantas y agua a los animales con sus ritmos alimentarios.
Oración, respiraciones profundas, música a gusto con gratos recuerdos, concentrados más en el contexto natural cercano que en las noticias negativas, TV e internet, mostrando los estragos ecológicos y la esquizofrenia humana con tantas violencias a la que hemos llegado como civilización enferma. Todas ellas y más, promueven la salud mental, encerrada en estas cuarentenas.
La bioseguridad preventiva actual que hemos asimilado por La CoVid-19 inicial y sus mutaciones, objeto de práctica cotidiana para que nuestros NNA y jóvenes, imiten, aprendan con sus razones, y tengan en cuenta cotidianamente tanto en el verano como en los inviernos tropicales, ha de dar paso a los procesos económicos, sociales y políticos, correctores y complementarios, además de los culturales.
Ellos retomarán, promoción de la salud familiar, prevención de las violencias por la equidad alcanzada, atención de la enfermedad inicial para que no llegue a las UCIS, manejo científico y culturalmente consciente, insumos necesarios para la atención incluyendo las secuelas, rehabilitación con participación de la familia y solidaridad permanente de ellas y Estado con las Instituciones pertinentes, humanamente comprometidas.
Recordemos como adultos, los inolvidables veraneos vividos que refrescan nuestra memoria. La mente afortunadamente recuerda más lo agradable que nos haya sucedido, aprendiendo de las experiencias negativas, las cuales deben ser compartidas, pertinente y oportunamente con la descendencia.
No son pocas las familias caucanas y colombianas en duelo crónico por las violencias sufridas y la pandemia actual que continúa amenazante con todos los estratos sociales, pero mucho más con quienes la vulnerabilidad social y económica se potenció con esta guerra biológica contra la especie, y política, por la gobernanza con derechos mayores para los económicamente pudientes que requieren solidaria e histórica autocrítica, para el veraneo agradable de su paz interior y ejemplo para sus hijos, seres humanos y colombianos como todos los demás.
Vaya mi acompañamiento a familiares cercanos que en este período pasaron a la otra dimensión de su existencia. Solarte Otero (Fredy Jair); Correa Sánchez (Hernán Darío ) Solarte Fernández ( Nestor.MD ) y otros apóstoles y trabajadores de la salud, defensores y promotores del primer derecho humano, LA VIDA, sometidos a las deficiencias del Estado Neoliberal que tenemos.
El Sars-CoV-2 no veranea. La fortaleza de nuestro sistema inmune o de defensa del organismo es su mayor enemigo. No descuidemos: Agua suficiente. Ejercicio. Alimentación lo más natural posible. Prioridad con niñas y niños que están creciendo y desarrollando su SER. Valores y principios de vida sana. Aprender más de la naturaleza biodiversa. Meditación, oración acorde a la fe que se profese. Sueño desintoxicante adecuado. Optimismo. Amor y solidaridad integral, dignas de la humanidad que aspiramos.
El mejor verano posible para todas y todos.