“La música es una herramienta social”: Nicolás Barberán

Perfil de un músico chileno que, a su paso por Popayán, habló de explorar sonidos y géneros y contó algunos detalles de su historia personal y artística. Barberán considera que a través de la música se puede hacer del mundo un lugar mejor.

Por: Keka Guzmán

El Nuevo Liberal

En medio de un patrón repetitivo que suele seguir una estructura de doce compases está Nicolás. O Nico. Nico Barberán. Pero también está en los recuerdos de una iglesia chilena, entre las cinco líneas horizontales y los cuatro espacios de un pentagrama que se abre a una infinidad de nombres, figuras y valores. Y también está en la exploración de las siete primeras letras del abecedario, solo siete letras que logran crear nuevos rumbos, nuevas vidas. Ahí ha estado siempre Nico. En medio del Boom Boom de John Lee Hooker y de Dios.

—Pasá, pasá.

Es un tipo alto. Tiene el cabello negro y largo, las cejas pobladas, usa gafas y sus manos son grandes. Al verlas uno se da cuenta que tiene el mundo entre ellas: su guitarra. Se pone de pie y por poco se pega en la cabeza. Con el pelo cogido a la mitad, se extendió en su rostro una sonrisa que achinó sus ojos, casi ni se veían. No soltaba la guitarra.

—Pasá, pasá.

Nico. Nicolás. Nico Barberán. Nacido en Santiago de Chile en el 88. Músico, guitarrista, cantante, compositor, arreglista. Creció escuchando Los Prisioneros y aprendió a tocar música en una iglesia. Asistía a campamentos, aprendió acordes y se enganchó por la guitarra y la música. Con su primera guitarra acústica empezó a tocar en el colegio y luego de que John Lee Hooker llegara a su vida, se inclinó por el blues. Creó una banda que se llamaba Los Pitufos porque en el Liceo Lastarria, que era su escuela, los estudiantes usaban camisa azul, como los pitufos.

Nico. Nicolás. Nico Barberán.

 

2. A sus dieciocho años, Nico comenzó el estudio formal musical/ Fotografía suministrada

— ¿Qué vas a hacer de ahora en adelante? —dijo Felipe Leyton, su amigo, el último día del colegio.

—Ya, ya, ya, estudiemos música.

Explorar sonidos

A sus dieciocho años, Nico comenzó el estudio formal musical. Nunca fue al conservatorio. Cuando ingresó a la universidad solo había tomado una clase de guitarra. Su única escuela habían sido las canciones religiosas de la iglesia.

—Yo sabía una escala y me creía un rey, así que me hicieron pedazos. Entonces a trabajar la técnica, a trabajar la música.

En la universidad se encontró con la música de jazz, uno de los estilos que más le gustan. Se graduó de Licenciatura en Música y se encontró con el rock, inevitable para un guitarrista. En Chile hizo parte de una banda que se llamó Chabakano donde hacían música afrolatina. Mezclaban la rumba, el son de cuba y varios sonidos autóctonos de las regiones. De esa fusión salió un disco y se fueron de gira para el sur. Estuvieron tocando tres años y también trabajando música pop y el soul. Siempre le ha gustado explorar los sonidos.

Después de la universidad, Nico Barberán se fue a vivir a Estados Unidos. Se ganó una beca y ahora estudia una maestría en Música Clásica y Educación. Allá tiene su estudio y está empezando una academia de música que se llama One o One Music Studio. Terminó su primer disco y ahora trabaja en otros tres. Es el director musical y guitarrista de Abel Gallardo, nominado a los Latim Grammy. Se encontraron hace menos de un año y empezaron a trabajar juntos.

Para Nico Barberán, la música es una herramienta que genera un cambio social positivo.

—Hay gente que ocupa la música como un lado más negativo, un poco a la violencia y la destrucción. Para mí es una herramienta social y cada que estoy con mi guitarra se me paran los pelos. Soy muy sentimental y emocional. Aprendí de los actores que cuando están interpretando un personaje intentan poner su mente y su cuerpo en la situación. Yo hago lo mismo, cuando compongo música y cuando la toco.

Uno le pregunta a Nico Barberán sobre la definición de música y él responde: Conchalí Big Band. Para él representó un ejemplo de herramienta social. Una forma de estar en contra de las drogas, de la delincuencia. Una manera de expresar que a través de la música se puede avanzar, se puede hacer un lugar mejor.

Conchalí Big Band fue un proyecto de integración social educativo, dedicado a la formación musical de jóvenes de la comuna de Conchalí, una zona muy vulnerable de Chile. El proyecto nació en el año 1994 por el músico Gerhard Mornhinweg. Sus primeros pasos la identificaron como una banda instrumental que ejecutaba arreglos de música popular, música de cine y algunos temas de jazz. En todos sus años de trascendencia ha formado a muchos músicos chilenos. Por eso, por la labor social y trascendental vinculada con la música en todas sus formas, Nico Barberán la admira, la respeta y la sigue.

Fusión de culturas

Dentro de su rutina está levantarse todos los días a las seis de la mañana. Intenta hacer un poco de ejercicio, se toma una taza de café y tiene una rutina de tres horas, donde combina guitarra clásica y eléctrica y, luego, dedica una hora a componer. Después, se va a ensayos, es profesor particular, pero también es estudiante.

—La pasé un poco mal un tiempo porque alejarme de la familia, de los amigos, de los recuerdos y del idioma, es una rutina fuerte. Estuve bien triste.

Detrás de cada una de sus melodías y composiciones hay una historia por contar. Una que quizás lo llevaron a sumergirse en recuerdos y pasados, en sombras que nunca se alejan así vaya en dirección al sol. En honor a la iglesia en la que creció, su primer disco se llama Homenaje, que es un tributo a ese espacio de su vida que tanto significado tiene. A los recuerdos y los primeros pasos que se dieron ahí, porque quizás en otro lugar no se hubieran dado. Entonces, tomó las melodías de la iglesia e hizo todos los arreglos, con jazz, blues y ópera instrumental. Y fue un homenaje a Dios.

Después de eso, su camino está en los descubrimientos. En Estados Unidos se encontró con una fusión de culturas y fue ahí donde descubrió la música latinoamericana. Empezó a tocar con gente de allá y a valorar un poco más el asunto.

—Es un proceso natural, la música es para todos, como el cielo, el que quiere hacer música que lo haga, pero tiene que ser una cercanía con la gente.

Luego agrega:

—No sé si sé mucho o no sé nada. Cada vez que siento que sé más, sé menos.

Nicolás Barberán. Tiene nombre de artista. Nació siendo un artista, a pesar de que no se sienta especialista de ningún género. Le gusta el jazz, le gusta el blues, pero se siente mejor cuando todo se mezcla. Ahí está él. En medio de líneas horizontales y letras que traducen la música y convierten todo en magia. Ahora, explorando con la música folclórica latinoamericana: cumbia, charanga, samba, trova. Y también, llegando a lugares donde nunca han visto una guitarra, llevando un mensaje, un mensaje que se traduce en perseguir los sueños y soñar con el ojo abierto.

—Al principio pensé que era muy difícil, pero lo logré, así que, agradecido con eso.

Gracias Nicolás. Nico. Nico Barberán.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.