No es santo de mi devoción el gobernador Temístocles Ortega. No voté por él y expresé mi opinión contraria a su elección. La vieja clase política del Cauca, la misma que hoy se agazapa detrás de candidaturas disfrazadas, no dieron su brazo a torcer y derrotaron al “pollo” López con el argumento frágil y mentiroso, pero efectista, de que había defraudado a Millonarios. Qué les pasó ahora? Que les ocurrió con Ortega? Defraudó la confianza pública? Actuó deshonestamente? No cumplió su programa de Gobierno? Nada de eso. Ortega, que no es bobo, no cumplió sus expectativas. No les dio las posiciones que querían y sobretodo, no satisfizo sus aspiraciones en materia de contratación de obras, de suministros, de contratos… contratos especialmente en Salud, Secretaría que todos peleaban.
Tengo algunas reservas sobre el actual Gobernador, pero no tengo ningún motivo para dudar de su honestidad. Sus nuevos mejores enemigos y antiguos mejores amigos, se hicieron lenguas destacando su capacidad y su rectitud; ahora hablan mal de él en privado y en reuniones políticas, pero no hemos visto, una denuncia penal, una queja en la Procuraduría, un debate en el Congreso o una movilización popular como las que en el pasado se hacían en el Cauca cuando los políticos no nos sentíamos a gusto con un gobernante. Simplemente lo abandonaron y temen que pueda llegar al Congreso. En el Cauca nadie pasa sin su bendición, y hay que atajarlo a cualquier precio, como hay que atajar a Luis Fernando Velasco que ha tenido la osadía de brillar en el orden nacional sin su venia y sin su consentimiento, y no les tiembla la voz para descalificar a Jimena, por el “gravísimo pecado” de ser mujer y ser su hermana.
Sinembargo, me descubro frente a la capacidad de Iragorri, Salazar, Cárdenas, Avirama, Ospina, Silva, Navia y otros fantasmas que deben estar ahí, para inventarse unos candidatos manejables, y que sin el menor sonrojo los presenten como ingenuos e inofensivos “empresarios”, cuando el Cauca sabe quiénes son, qué representan, qué preparación tienen, qué han hecho o han dejado de hacer, y sobretodo, cuáles son sus antecedentes como comerciantes, negociantes o inescrupulosos mercachifles, que no empresarios; algunos de ellos con fortunas tan grandes y tan rápidamente amasadas que sorprenden y generan serias sospechas. Los mismos que hoy, con la complicidad de una sociedad acobardada, compran medios, apoyos, avales, paz y salvos morales y ahora, cargos de elección popular.
Tiene razón Temis, como le decía sus antiguos amigos, al afirmar que la Secretaría de Salud del Cauca es un nido de ratas. Solo los hipócritas y algunos exgobernadores y exfuncionarios deshonestos, “no lo sabían”. Es de público conocimiento que la salud se la robaron en el Cauca, mediante artilugios de contratación y mediante la sobrefacturación de drogas y procedimientos médicos que les generaron ganancias enormes, como se la robaron en todo el país, en un atraco miserable, que clama justicia al cielo, negándole el derecho a la salud y a la vida a los más humildes caucanos y colombianos que mueren a las puertas de los hospitales por falta de atención o por falta de una aspirina, de esas que los nuevos “empresarios” compraban a cien pesos para venderlas a mil al Sistema de Salud.
Yo no creo que la vieja clase política, agazapada detrás de esas candidaturas, pueda mirar de frente a los ojos de los caucanos para decir que va a hacer el cambio en el Cauca para su beneficio. Aquí está tocando fondo el binomio corrompido de la política y los negocios. No tengo compromiso con nadie, por eso hoy, como hace cuatro años, dejo constancia de que esto es un perverso sainete para continuar la farsa.
Temis le falló a los políticos, como les falló Pacho Fuentes, porque no les dieron lo que querían. Ojalá los caucanos, en esta oportunidad, escojan y elijan Gobernador y Alcalde buscando capacidad, preparación académica, experiencia e intachables antecedentes en sus vidas. Hombres o mujeres que en sus negocios y actividades, particularmente económicas, no alberguen la más mínima duda, ni la más leve sospecha. Que no tengan que recurrir al argumento torticero de que son honestos porque todavía no los ha condenado la justicia, como si la sanción social no fuese suficiente.
No es un gerente cualquiera lo que buscamos; es un representante digno de esta tierra, que los hay muchos, cuya vida sea garantía de capacidad, de idoneidad y no hazmerreir de quienes nos ven como una provincia decadente que le dio patente de corso al filibusterismo político y a la corrupción disfrazada de empresa criminal.
La gente decente de Popayán y del Cauca no puede callar por temor, por prudencia o por simple indiferencia. Debe pronunciarse, con altivez para luego no arrepentirse. Debe gritar para defender su dignidad; y si la gente no grita, gritarán las piedras, como dijo el hijo de un carpintero, hace dos mil años, entrando a Jerusalén, montado en un burro, cuando intentaron callarlo.