CARLOS E. CAÑAR SARRIA
En su libro ‘Los movimientos sociales en Colombia’, Pedro Santana Rodríguez, enfatiza que los modernos movimientos sociales han establecido una relación crítica con el Estado, del que reclaman satisfacción de una serie de necesidades y demandas
Esta relación conflictiva Estado- sociedad, también compromete los partidos y movimientos políticos que mantienen un pie en la sociedad civil y el otro pie en el Estado. Es decir, buscan consenso en sectores de la sociedad civil, en sus propuestas de organización de la sociedad y de resolución de problemas; y en movimientos políticos que cuando ya son gobierno direccionan el poder del Estado.
Agrega el citado autor que los modernos movimientos sociales buscan reivindicaciones sectoriales y particulares, se fijan en aspectos de micro-barrio, zona de gran ciudad o región, los cuales llegan a expresar contradicciones por fuera de la estructura capitalista, como los movimientos de género- de mujeres, homosexuales, negros, al igual que movimientos ecologistas-, entre otros. Pero también obedecen a las contradicciones del capitalismo: movimientos obreros, campesinos, indígenas, etc. En general, los movimientos tienden a durar mientras duran los motivos que los crearon.
En Colombia, es bien conocido que los partidos políticos tradicionales afrontan una de sus peores crisis. Carentes de legitimidad, incapaces de representar a las mayorías; grupúsculos políticos con afán electorero. El abstencionismo electoral es una demostración de la falta de liderazgo de unos partidos que se han ganado el escepticismo de la población por no cumplir el papel de ser los verdaderos intermediarios entre la sociedad civil y el Estado. Todo el mundo se pregunta: ¿dónde están los partidos?
Como respuesta a la falta de legitimidad de los partidos, surgen los movimientos sociales. Orlando Fals Borda, afirma que los nuevos movimientos sociales, cívicos y culturales sobrepasan las coyunturas locales en que se iniciaron para adquirir presencia regional y nacional. El movimiento Inconformes de Nariño y el movimiento Peñolita en el municipio de El Peñol en Antioquia, a manera de ejemplo, en los 80 se convierten en la segunda y primera fuerza política, respectivamente.
La contundencia con que se expresa el paro nacional, en un país donde el decir era que en él pasaba de todo y nada pasaba, demuestra la crisis no sólo del régimen sino también del sistema político. Los movimientos sociales como expresión de sociedad civil, llenas los vacíos de los partidos políticos, pues las comunidades no ven otra opción que representarse por sí mismas.
Dotados de una naturaleza civilista, pacífica, descentralizada y autónoma. Con actitud tolerante y pluralista en una nación reconocida pluriétnica y multicultural, los movimientos sociales resultan reconfortables ante el estado de violencia generalizada que vive el país.
Sin embargo, encontramos la carencia de tradición democrática en las relaciones públicas y privadas de nuestros compatriotas; el autoritarismo de la política refleja el autoritarismo de la vida ciudadana, lo cual les ha significado a los movimientos sociales no pocas y graves dificultades, pues como lo anota el tratadista Álvaro Camacho Guizado, “Visiones autoritarias del mundo no producen fácilmente organizaciones no autoritarias”. Actitud relacionada con la violación de los derechos humanos, motivo de preocupación nacional e internacional. Las amenazas, los amedrentamientos, las torturas, las desapariciones, las masacres contribuyen a fomentar un clima de zozobra e incertidumbre, impidiendo la formación de nuevos movimientos sociales. Es decir la criminalización de un derecho constitucional.
Por lo tanto, pensamos en la necesidad de comenzar por la protección del derecho a la vida, ya que sin vida no cobra sentido la democracia. Hacer realidad los derechos sociales y económicos y generar en los ámbitos públicos y privados una pedagogía por la tolerancia y la convivencia pacífica. Estado, movimientos sociales y políticos, gremios de la producción y la misma sociedad civil pueden unidos, minimizar los males que tiene Colombia.