HUGO ALDEMAR COSME VARGAS
En el verano norteamericano de 1975, cuando llegué por primera vez a Lafayette, estado de Indiana, me llamó la atención ver muchos pasacalles saludando a alguien que parecía muy importante para esa ciudad. Era el nuevo entrenador del equipo de fútbol americano de la Universidad de Purdue. Nunca había imaginado que, en un entorno eminentemente académico, como es esa universidad, hubiese tanta alegría por un tema deportivo, que para mí era intrascendente. Desde entonces no me pierdo la lectura de esos carteles, que abundan en Colombia, especialmente en épocas de campañas políticas.
Nuestro alcalde ha colocado algunos, recientemente, pregonándonos que él y su equipo de trabajo están modernizando a Popayán. ¿Será cierto? Consideré entonces necesario investigar el tema y aportar ideas sobre algo que debería estar siempre en las agendas de los dirigentes públicos porque “una ciudad moderna es aquella que le brinda calidad de vida a sus habitantes desde una perspectiva multidimensional”.
El Departamento Nacional de Planeación-DNP- introdujo desde el año 2014 el “índice de ciudades modernas”-ICM-, que nos permite saber, a la luz de 6 dimensiones, 15 dominios y 36 indicadores, en qué puesto estamos y, obviamente, cómo nos estamos moviendo para volvernos modernos cuando finalice el mandato nuestro actual alcalde. Pero para lograrlo se debería estar trabajando en gobernanza, participación, instituciones, productividad, competitividad, complementariedad económica, seguridad, sostenibilidad, ciencia, tecnología, innovación, equidad e inclusión social. Al menos, por lo que vemos y padecemos diariamente, no parece que las cosas estén mejorando. Veamos algunas.
El sector histórico de nuestra ciudad quedó definido en el Plan especial de manejo del sector histórico de Popayán-PEMP-, diseñado en 2009, no actualizado y nada funcional. Hay allí tres tipos de edificaciones: los claustros admirables, bien mantenidos, institucionales; las casonas, de propiedad unifamiliar, con bonitas fachadas, pero fuertemente intervenidas en su interior, hasta el punto de que algunas revelan una especie de “tugurización”; y el resto, con avanzado estado de deterioro. Y todas ellas forman parte del patrimonio histórico de Popayán, son intocables, no reciben para su mantenimiento, ayuda económica del estado, sólo el Ministerio de Cultura aprueba sus intervenciones y se han convertido las casonas, en un dolor de cabeza para sus propietarios, en una mala inversión económica, en una fuente permanente de infracciones contra el patrimonio histórico, es decir que se ha consolidado en frente de nosotros y de los alcaldes municipales que nos han gobernado, un clarísimo deterioro urbano que nadie parece estar conteniéndolo. ¡A gritos necesitamos una actualización de normas y un plan de renovación urbana!
Y el resto de la ciudad se está densificando; se quiere meter en áreas pequeñas a los nuevos habitantes de la ciudad, abandonándose el bienestar que produce una casa de habitación, con patios y zonas verdes. Esta pandemia nos enseñó que necesitamos espacios aireados e iluminados, que, al no encontrarlos en la vivienda, el municipio está en la obligación de proporcionarlos: manzanas deterioradas que pueden transformarse en parques municipales; patios interiores abandonados o mal usados o construidos, que pueden interconectarse creando alamedas que brinden oxígeno a montón; rondas peatonales en los principales ríos que enriquecen nuestra región.
¿Y las plazas de mercado se estarán modernizando? Todas ellas siguen teniendo dinámica, a pesar de “las grandes superficies”; siguen siendo los únicos sitios de posible acceso para vender sus productos agrícolas, nuestros campesinos que aun batallan por labrar, sembrar, cuidar, cosechar y vendernos alimentos. Pero, no funcionan. Son insuficientes en tamaño, mal administradas, pésimamente mantenidas, invasoras del espacio público, no muy limpias. ¿Por qué la alcaldía municipal no está diseñando ya una central de abastos que facilite al campesino vender sus productos y regule al mismo tiempo la cantidad de vendedores informales que trabajan en la calle, en los alrededores de las galerías? ¿Por qué no se reconstruyen sus actuales espacios, aumentando pisos donde quepan todas aquellas personas que invaden hoy muchas calles del sector histórico, como único medio de subsistencia?
En 2020 Popayán obtuvo un índice ICM igual a 49, sobre 100, que la sigue ubicando en una categoría baja a media de ciudad moderna, por debajo de Bogotá, Medellín, Manizales, Tunja, Pasto, entre otras. Si nuestro alcalde quiere modernizarnos deberá subir este indicador, pero no parece que lo está intentando. ¡Amanecerá y veremos!