Rafael Pombo: la fábula en la clase de lengua

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Por Mary Edith Murillo Fernández PhD. – Escritora de la Asación Caucana de Escritores (ACE)

iempre es atractivo para los lectores en formación, que inicien sus conocimientos literarios de fábula y poesía con un escritor conocido por todos, bien porque también sus padres lo han leído o bien porque han escuchado recitar los versos a sus amiguitos y vecinos más cercanos. Rafael Pombo nos convoca en este sentido. Él nació en Bogotá en el año de 1833, pero fue hijo de padres payaneses y tuvo una amplia trayectoria en el ámbito de las letras. Se ha considerado uno de los escritores más importantes de la literatura infantil, ya que casi en todas las cartillas para enseñar a leer y a escribir en prescolar y básica primaria, se han incluido sus escritos y de igual forma, es fácil de encontrar en bibliotecas y librerías del país; razón por la cual la mayoría de los colombianos sabemos de memoria, y desde muy niños, fábulas como: Michí Juan ChungueroPastorcitaLa pobre viejecitaSimón el bobitoEl gato bandido y El renacuajo paseador, este último conocido también como Rinrín Renacuajo. Tan conocido es nuestro Rafael Pombo que muchas instituciones educativas también se denominan con su nombre, haciendo honor a su trayectoria como escritor de fábulas y en general de literatura infantil.

Con Pombo y platillos | MaguaRED

La fábula es un género literario que se caracteriza porque personifica los animales, las plantas y hasta los objetos; es decir, que le da cualidades de persona a cosas y animales como hablar, actuar, reír y llorar; entre otras. Crea de esta manera, un universo en el que los personajes cobran otro tipo de vida y actúan como humanos. Así por ejemplo en El renacuajo paseador le da elementos de personificación al Renacuajo, a su mamá la rana, al ratón vecino, a los gatos y al pato:

“Ratón y Ratona, y el Rana después. /Los gatos comieron y el pato cenó, / ¡y mamá Ranita solita quedó!”

Otra característica fundamental es la moraleja que deja al final de su lectura; es decir, una enseñanza que el lector puede sacar después de su proceso de comprensión lectora. Podríamos decir que la palabra moraleja tiene estrecha relación semántica con el vocablo moral, por lo tanto, es en últimas, una cátedra para aprender a vivir en este mundo. Una moraleja según el Diccionario DRAE significa: “Lección o enseñanza que se deduce de un cuento, fábula, ejemplo, anécdota, etc.” En El Renacuajo paseador, éste no atiende al llamado de su madre: “—¡Muchacho, no salgas! —le grita mamá” Pero el Renacuajo, hace caso omiso a la orden que le da su madre y al final se va de rumba donde la familia ratona, que, en pleno festín, es devorada por los gatos y él, en su huida, por un pato: “se coló en la boca de un pato tragón / y este se lo embucha de un solo estirón.” Equivale a decirle al pequeño lector: “¿ves lo que le pasó al renacuajo por no hacerle caso a la mamá?” pero a través del goce estético de la palabra hecha poesía.

De igual manera, las fábulas de Rafael Pombo se caracterizan porque tienen rima consonante, esto significa que vocales y consonantes riman entre sí, por ejemplo, moda, rima con boda porque ambas terminas en “oda” y renacuajo con majo porque ambas terminan en “ajo” y jarra con guitarra y así sucesivamente; pero también usa la rima asonante, esto significa que las vocales riman sin necesidad de que la consonante sea la misma como en vecino y conmigo que riman la i y la o.

Así entre rimas, métricas y ritmos, los pequeños lectores inician su festín de palabras y valores, en medio de la musicalidad de la fábula y su moraleja.

El hijo de Rana, Rinrín renacuajo,

salió esta mañana muy tieso y muy majo

con pantalón corto, corbata a la moda,

sombrero encintado y chupa de boda.

—¡Muchacho, no salgas! —le grita mamá

pero él hace un gesto y orondo se va.

Halló en el camino, a un ratón vecino

y le dijo: —¡Amigo! — venga usted conmigo.

Visitemos juntos a doña Ratona

y habrá francachela y habrá comilona.

A poco llegaron, y avanza Ratón,

Estírase el cuello, coge el aldabón,

da dos o tres golpes, preguntan ¿quién es?

—Yo doña ratona, beso a usted los pies.

¿Está usted en casa? —Sí señor, sí estoy,

y celebro mucho ver a ustedes hoy;

estaba en mi oficio, hilando algodón,

pero eso no importa; bienvenidos son.

 

Se hicieron la venia, se dieron la mano,

y dice Ratico, que es más veterano:

— Mi amigo el de verde rabia de calor,

démele cereza, hágame el favor.

Y en tanto que el pillo consume la jarra

mandó la señora traer la guitarra

y a renacuajo le pide que cante

versitos alegres, tonada elegante.

—¡Ay! de mil amores lo hiciera, señora,

pero es imposible darle gusto ahora,

que tengo el gaznate más seco que estopa

y me aprieta mucho esta nueva ropa.

—Lo siento infinito —responde tía Rata—,

aflójese un poco chaleco y corbata,

y yo mientras tanto les voy a cantar

una cancioncita muy particular.

Mas estando en esta brillante función

de baile, guitarra y canción,

la gata y sus gatos salvan el umbral,

y vuélvese aquello el juicio final

Doña gata vieja trinchó por la oreja

al niño Ratico maullándole: “¡Hola!”

Y los niños Gatos a la Rata vieja

uno por la pata y otro por la cola.

Don Renacuajito mirando este asalto

tomó su sombrero, dio un tremendo salto.

Y abriendo la puerta con mano y narices,

se fue dando a todos noches muy felices.

 

Y siguió saltando tan alto y aprisa

que perdió el sombrero, rasgó la camisa,

se coló en la boca de un pato tragón

y este se lo embucha de un solo estirón.

Y así concluyeron, uno, dos y tres

Ratón y Ratona, y el Rana después.

Los gatos comieron y el pato cenó,

¡y mamá Ranita solita quedó!

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