Popayán, historia y cultura

GERARDO IBARRA

Miércoles 28 de diciembre, 2005
De: Mario Pachajoa Burbano
Amigos:
Un día como hoy, 28 de diciembre de 1969, fallece en Popayán el poeta Gerardo Ibarra Castro. Fueron sus padres Tomás Ibarra Caldas y Sofia Castro Campo.
Estudió en Popayán en la Escuela Normal pero no ejerció el cargo de maestro..
Amante de la literatura hispanoamericana, desde su juventud empezó a escribir y a publicar poesías de género descriptivo, obras que despertaron la atención por su contenido filosófico y armonía. Escribió poesías que pusieron en relieve sus conceptos  fremte a problemas socio-económicos. En 1926 publicó el periódico “Germinal” que le atrajo a muchos simpatisantes.
En la obra “La poesía en Popayán” del literato José Ignacio Bustamante dice sobre Gerardo:  “Su poesía esencialmente romántica, recoge los matices del paisaje o irrumpe en claros y menudos surtidores de sentimiento, en dulces endechas de amor o amargas notas de pesimismo, pero su astro  fue siempre noble, alto y celebrado, como correspondía a sus distinguidas condiciones
de estética y de hombre.”

La mayor parte de su obra está contenida en libro “Bajo los cámbulos”. Escribió poesía religiosa, filosófica, musa galante, ofrendas, poesía amorosa, cantos a la naturaleza, himnos y canciones épicas, poesía festiva y prosa poética.
Entre sus versos transcribimos el siguiente:

El verso azul.

Si extraños ojos viesen estos pétalos yertos,
donde vertí al cansancio de mi insaciable ser,
do lloran mis anhelos porque nacieron muertos
y vibran los recuerdos que nunca han de volver;

No busqué esos ojos inútilmente abiertos
lo que en mis pobres versos yo solo puedo ver,
ni escruten el secreto de ritmos tan inciertos
los que jamás gozaron, ni saben padecer  …

Que sólo su mirada -negro carcaj que adoro-
sabrá encontrar mi verso, lumínico y sonoro
o suave como el aura dormida en el azul;

y entre la vaga urdimbre de tímidos perfiles,
perdurarán mis versos ingenuos y febriles
sobre el remanso glauco de su pupila azul.

JOSE MARIA CORDOBA

Miércoles 18 de octubre, 2000
De: Mario Pachajoa Burbano

Un día como hoy, 18 de octubre de 1827 se reunió en Santafé el Consejo de Guerra para juzgar al general José María Córdoba por la muerte del sargento Valdés acaecida en Popayán cuatro años antes.

Jose maria cordoba

Al general Córdoba, -quien nació en la aldea, en ese entoces, de la Concepción, Antioquia, el 8 de septiembre de 1799-, durante su permanencia en Popayán, le ocurrió un episodio que ha sido muy discutido, y que fue la muerte del sargento Carmen Valdés en 1823. Córdoba tenia 24 años. Algunos testigos aseguraron que el mismo Córdoba le dio muerte con una bayoneta; otros, que dio orden de que se le matara y que inmediatamente la guardia lo ultimó. Unos dijeron que aquello obedecía a celos, otros a palabras irrespetuosas. Por el momento nada se dijo y Córdoba siguió la victoriosa campaña del Perú para cubrirse de gloria en Ayacucho, y en medio de tanta gloria, lo sorprendió la mano de la justicia desde Santafé que le pedía cuentas de aquel homicidio en Popayán.

El fallo del Consejo de Guerra fue absolutorio, pero subió el proceso a una segunda instancia, a la Alta Corte Marcial, cuyo presidente era Félix de Restrepo. De todo aquel proceso resultó, por confesión del mismo Córdoba, que el sargento Valdés ultrajó al sirviente de Córdoba, y como el general lo golpeara con un fuete, el sargento lo amenazó con un palo y entonces Córdoba dio orden de que lo mataran.

Los jueces de la Alta Corte absolvieron nuevamente a Córdoba y Félix de Restrepo, después de hacer una clara exposición de los hechos dijo: “Mi voto es que el general José María Córdoba debe sufrir la pena del último suplicio en la plaza mayor de esta ciudad, previa la degradación pública de su empleo Militar”.

Al salir de la sesión Córdoba invitó a Restrepo a dar un paseo por las afueras de la ciudad y durante todo el paseo hablaron de cosas diferentes a lo tratado en el juicio. Al despedirse Córoba le dijo: “Dios guarde al magistrado para la ley”. Restrepo le repuso: “Dios guarde al héroe para la patria”.

El 17 de octubre de 1829, a los 30 años de edad, el general Córdoba fue herido de gravedad, en el caserío El Santuario, cerca de Ríonegro, Antioquia, al ser derrotado completamente su ejército insurgente por las tropas del general Daniel F. O’Leary, enviadas por el Libertador. En su lecho de muerte, Córdoba fue rematado con dos terribles y contundentes hachazos del comandante irlandés Ruperto Hand.

 

 

MONASTERIO DE LAS CARMELITAS

De: Mario Pachajoa Burbano

Destacado

El Pbro. Hernán Arboleda Valencia, desde el Vaticano, nos ofrece un detallado artículo sobre la restauración del Monasterio de las Carmelitas en nuestra ciudad. Nuestros agradecimientos al Padre Hernán por su interesante artículo

Hay hechos notables ocurridos en nuestra patria chica, que por su significado espiritual y de reparación de la justicia conviene recordar cuando vamos entrando en un nuevo milenio. Tal fue la restauración del Monasterio de las Carmelitas de Popayán, en que me tocó actuar. Sobre ello publiqué un artículo en el N° 298 de 1 de junio de 1978 de la Revista POPAYAN, órgano de la Academia de Historia del Cauca, revista que no está hoy al alcance de todos. Aquí va lo esencial.

LAS MONJAS CARMELITAS DE POPAYAN

El Monasterio del Carmen de Popayán fue fundado por doña Dionisia Pérez Manrique y Cambreros, el 14 de octubre de 1729, con los bienes que para este efecto dejó su segundo esposo Carlos Pérez de Vivero, Marqués de San Miguel de la Vega. Las Monjas se instalaron al principio en los edificios que los Marqueses de la Vega tenían en la manzana cerrada por la plaza mayor (Parque de Caldas). Pero siendo este lugar inadecuado para disfrutar del retiro y silencio propios de un monasterio de clausura, la Marquesa compró dos solares en la calle de Belén y una casa contigua a ellos, donde surgió el monasterio y la iglesia del Carmen. En este Monasterio, en los 134 años que duró desde su fundación hasta 1863, hubo sesenta y siete religiosas y dieciocho Prioras. Ingresaron en él miembros de las más prestantes familias de la ciudad, entre las cuales cabe mencionar a María Manuela (Carvajal y Lasprilla) de la Encarnación, hija de don Domingo Carvajal Bernaldo de Quirós y de doña Juana Lasprilla, y descendiente del duque de San Carlos de España, la cual aumentó considerablemente la dotación del Monasterio y de la Iglesia con sus bienes. A Ana Joaquina (de Arboleda y Vergara) de Nuestra Señora del Rosario, hija de don Francisco de Arboleda y, Salazar, patrono del Monasterio recién fundado, y de doña Francisca de Vergara. A dos hijas del hogar formado por don José Patricio de Mosquera y Figueroa y doña María Teresa de Arboleda y Vergara: Juana Rosalía del Corazón de Jesús, que fue Priora de 1790 1 1796, y María Manuela de San Joaquín. Y a una de las hijas de don José de Valencia y Fernández del Castillo, hermano de don Pedro Agustín (padre de Francisco, primer Conde de Casa Valencia) y de doña Juana Ibarra Torijano, la madre María Francisca del Sacramento

SUPRESION DEL MONASTERIO

En cumplimiento de la Ley de 23 de abril de 1863, que disolvía las comunidades religiosas, las 19 Monjas que vivían en el Monasterio del Carmen hubieron de abandonarlo en la noche del 28 de julio de ese año, y pasaron a la casa de don Vicente Hurtado Mosquera, en la que continuaron su vida de comunidad hasta el 28 de abril de 1864, día en que, rechazando la pensión vitalicia que les ofrecía el gobierno a cambio de todos los bienes de que las había despojado, salieron de Popayán rumbo al Ecuador 16 Monjas que se hallaban en condición de hacer tan penosos viaje, 14 de las cuales fundaron el Monasterio del Carmen de Ibarra en el Ecuador. Las Monjas payanesas exclaustrada y expatriadas fueron:

-María Rosa Gutiérrez Illera de S.Joaquín, hija de Joaquín Gutiérrez y de María Ignacia Illera;

-María Carmen Grueso Tejada de San Eliseo, hija de Felipe Grueso y de Joaquina Tejada;

-María Manuela Beltrán Mazorra de la Santísima Trinidad, hija de Camilo Beltrán y Gertrudis Mazorra;

-Ana María Valencia Velasco de San Agustín, hija del coronel Tomás Valencia y de María Josefa Velasco;

-María Jesús Valencia Coz y Villar de los Dolores, hija de don Francisco Antonio Valencia y Nicolasa Coz y Villar, hermana de Marta, esposa de don Sergio Arboleda Pombo y O’Donnell;

-Juana María Valencia Quijano de San Rafael, hija de don Antonio Valencia y de doña Catalina Quijano, abuelos del Maestro Guillermo Valencia;

-María Carlota Velasco Dueñas del Espíritu Santo, hija de José María Velasco y Rafaela Dueñas;

-María Ascensión Torres Prado de San Luis Gonzaga (de velo blanco), hija de Juan Francisco Torres y María Mercedes Prado;

-Felisa Velasco Dueñas de Jesús y San Miguel, hermana de María Carlota, ya mencionada;

-Carmela Sarmiento Izquierdo del Corazón de Jesús, hija de José María Sarmiento y Catalina Izquierdo, no pudo viajar por su mala salud y falleció en Popayán de 84 años de edad el 23 de junio de 1880.

RESTAURACION DEL MONASTERIO

Antes de que se cumpliera el siglo de la salida de las Monjas de esta ciudad, las del Monasterio de Ibarra quisieron restaurar el de Popayán, proyecto en que se interesaron particularmente doña Leonor Vergara, de Buga, y los Padres Redentoristas Juan de la Cruz Salazar (ya fallecido) y Hernán Arboleda Valencia, autor de esta crónica. Acogió con entusiasmo este proyecto el Exmo. Y Revmo. Señor Arzobispo de Popayán, Diego María Gómez Tamayo, y encontró eco en distinguidas familias de la ciudad y en las autoridades civiles, pues el mismo Presidente de la República, Dr. Guillermo León Valencia, les costeó los pasajes a las Monjas, y el Dr. Dn. Francisco Urrutia Holguín personalmente llenó todos los trámites necesarios en el Ecuador para el traslado de ellas y de sus pertenencias. En esa forma pudieron instalarse nuevamente las Monjas del Carmen en Popayán el 2 de agosto de 1963, día en que se declaró canónicamente restaurado el Monasterio. Vinieron de Ibarra, presididas por la incansable y entusiasta Priora María Isabel de la Trinidad (Ana Quintero Betancur, de Medellín) ocho religiosas. Posteriormente ingresaron tres candidatas, que emitieron los votos. Las Monjas, con su primera Priora a la cabeza, alma de la restauración del Monasterio, emprendieron la magna obra de la reconstrucción de su nueva morada definitiva, siendo ya imposible la recuperación del edificio que les perteneció. Ya casi concluído el nuevo Monasterio, fruto de la confianza en la Divina Providencia, de la tenacidad y de la ayuda y amistad de las autoridades civiles, de muchas personas y familias payanesas y de otras ciudades, a él se trasladaron llenas de gozo las once religiosas el 29 de agosto de 1976. …

Desde 1963 el Monasterio de San José y Santa Teresa, restauración del Monasterio del Carmen que fundaron nuestros antepasados, con la vida de oración y sacrificio de sus Monjas, ha vuelto a ser el pararrayos de la Ciudad Fecunda, que la defiende, y atrae sobre sus moradores las bendiciones del cielo. Loor a las sufridasy animosas Restauradoras del Monasterio del Carmen y loor a cuantos han contribuído a esta magna empresa. Pbro. Hernán Arboleda Valencia, CSSR … “””

Monasterio de las carmelitas

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.