Empezó el mes de diciembre y recordamos que el Papa Julio I oficializó la Navidad en el año 333, comemorando el nacimiento del Niño Dios. Popayán celebra de manera muy especial y autóctona esta festividad. El Liberal nos hace un resumen de nuestras tradiciones navideñas que los payaneses en el extranjero recordamos con una gran nostalgia.
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TRADICIONES NAVIDEÑAS PAYANESAS
Por: Mario Pachajoa Burbano
El pesebre
an Francisco de Asís fue el autor de la tradición del pesebre en el siglo XII, al presentar en vivo el nacimiento de Jesús en una cueva de Greccio, un pequeño poblado italiano. Desde entonces ha perdurado hasta nuestros días como una de las tradiciones navideñas más especiales. Los niños suelen poner en él la carta que hacen al Niño Dios, donde le agradecen su generosidad, le prometen portarse bien y le piden los regalos que desean que les traiga en Nochebuena.
Novena de aguinaldos.
Margarita del Santísimo Sacramento, fue una de las propagadoras de la devoción al Niño Jesús. Era una monja carmelita de origen francés que tuvo una visión del Divino Niño trayendo escritas en la palma de la mano las palabras «el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros», en letras de oro. Desde ese momento, inició la costumbre de rezar el 25 de cada mes, como conmemoración del nacimiento de Jesús. Su costumbre se propagó al mundo cristiano como una hermosa tradición de navidad, la Novena del Niño Dios o Novena de Aguinaldos, cuyo rezo se hace del 16 al 24 de diciembre, acompañada por cánticos y villancicos.
Los Aguinaldos.
Hace muchos siglos durante las festividades de fin de año existía la costumbre de intercambiarse regalos, conocidos con el nombre de aguinaldos. Posteriormente, surgió la costumbre de realizar juegos entre familiares y amigos y el perdedor entregaba un regalo, generalmente de carácter simbólico, conocido como aguinaldo. Entre estos se destacan el sí y el no, preguntar y no contestar, dar y no recibir, pajita en boca, el beso robado y tres pies.
Los Villancicos.
Esas composiciones poéticas tuvieron sus primeros orígenes en el zéjel o estribote árabe. Posteriormente evolucionaron en canciones campesinas de los habitantes que las villas medievales, por ello su nombre de villancicos. Pasó el tiempo y se convirtieron en lo que son en la actualidad: cánticos propios de la Navidad en alabanza y remembranza del nacimiento del Niño Dios.
El pesebre es una de las tradiciones más especiales de la navidad.
Pie de foto La novena forma parte de nuestra tradición navideña.
CALOTO, CAUCA
Por: Mario Pachajoa Burbano
La ciudad de Caloto, Cauca, es quizá la población colombiana que más veces ha cambiado de lugar, se ha construido, se ha destruido y renacido entre sus cenizas. «Proclama» trae la historia de la cual hemos extraído fragmentos.
La historia de Caloto comienza desde la época de la conquista española, poco después que Sebastián de Belalcázar fracasara en su intento por someter a los indios paéces que habitaban la región de Tierradentro, departamento del Cauca.
Con anterioridad, Belalcázar había ordenado fundar una ciudad que, «haciendo frontera, fuera plaza de armas con mucha ocupación de capitanes y soldados» para defender a Popayán. La orden de Belalcázar fue ejecutada por el capitán Juan de Cabrera, el 29 de junio de 1543. Veinte años después Caloto fue destruida por los paéces y pijaos, pero el empeño de los conquistadores por ocupar el territorio indígena Páez continuó.
En abril de 1562 Gonzalo Jiménez de Quesada da su consentimiento al capitán Domingo Lozano para que emprenda otra expedición siendo destruido el grueso de sus soldados. De regreso a Santa Fé para equiparse con un buen número de soldados y armamento, le permite a Lozano volver, en diciembre de 1562, a tierra de los paéces. La orden recibida por Lozano expresaba: «Hecho el castigo y allanada la tierra, se poblase un pueblo en que descansasen y tuviesen de comer los soldados que, en castigar la maldad de los paéces, estuviesen algún tiempo ocupados».
Caloto Viejo
Después de numerosas vicisitudes, Domingo Lozano fundó la nueva ciudad con el nombre de San Vicente Ferrer de los Paéces o «Caloto Viejo», el 3 de enero de 1563, en una meseta entre los ríos Páez y Tóez. La prosperidad e importancia de esta ciudad fue tanta que, mereció ser materia de disputa entre los gobiernos civil y eclesiástico, entre el Arzobispado el Nuevo Reino y el Obispado de Popayán; entre la Real Audiencia de Santa Fé y la Real Audiencia de Quito.
Los paéces no estaban contentos con el establecimiento de una población española en territorio de dominio indígena. Por esta razón solicitaron reiteradamente a Domingo Lozano que los invasores abandonaran el lugar como condición única para poder sellar la paz. Al no ser escuchados por los españoles, los nativos decidieron atacar y destruir la ciudad de La Plata en 1573. El suceso obligó al gobernador de Popayán, Sancho García de Espinar, a salir en expedición para someter a los indígenas. Los duros castigos que fueron impuestos a los rebeldes, hicieron que estos cobraran venganzas destruyendo nuevamente a la «población española» de Caloto.
Ciudad Ambulante.
Cumpliendo órdenes de la corona española, la ciudad debió ser reedificada y Caloto pasa a convertirse en una ciudad ambulante, a través de los senderos montañosos y escarpados del Cauca desde la tercera fundación, hecha por el capitán Hernando Arias de Saavedra sobre la meseta del Páez a fines de 1579, con el nombre de San Juan del Huila. Al persistir el asedio de los enemigos se vuelve obligación otros traslados.
En enero 10 de 1582 es trasladada por el capitán Arias de Saavedra al Asiento de Minas de Caloto con el nombre de» Nueva Segovia de Caloto»; en octubre 15 de 1585 al Valle de Quinayó, en la provincia de los Tunibíos, y en agosto 27 de 1587 a la ribera derecha del Río Palo por el capitán Lorenzo de Paz Maldonado. La ciudad del Valle de Quinayó no fue totalmente evacuada y algunos de los habitantes en su mayoría mestizos, se quedaron en ella. Los de sangre española se fueron a la nueva fundación en las márgenes del Río Palo quedando la ciudad dividida en dos partes: Caloto Arriba y Caloto Abajo, en la que se estableció la sede del gobierno. En 1592 fue destruida por los indios la parte de Arriba.
Las diferencias entre los dos reductos de lo que fuera la antigua ciudad en el sitio del Río Palo, le corresponden visitar las partes y dirimir tal situación al Teniente General de Indultos y Composiciones, Policarpo del Pando. En orden a la unidad, manda que,«todos los vecinos de Caloto se trasladen» al sitio donde hoy se levanta la ciudad, y así debió ser confirmado en protocolo colonial en el año de 1714.
Nueva Segovia.
Cuando a la ciudad unificada vuelve la calma toma el nombre de «Nueva Segovia de San Esteban de Caloto» y se abre a una nueva vida de las ciudades coloniales de la América Española. El Rey le otorga el titulo de «Ciudad muy Noble y muy Leal» e involucra la ciudad al proceso de organización al estilo de la época compartiéndolo con Cali, Buga, Cartago y la Real Audiencia de Quito. La nueva ciudad, con el desarrollo social, construyó un valioso patrimonio arquitectónico que luego cedió con el paso del tiempo. Como testimonio queda el Templo Parroquial y alguna residencia particular que sirve de marco a la plaza principal.
Ciudad Confederada.
Luego que el prócer Joaquín de Caicedo y Cuero arengara al pueblo caloteño para que se uniera a la lucha por la independencia, el 13 de octubre de 1810, se celebró un Cabildo Abierto. Ese día el pueblo juró lealtad y obediencia a la Junta Suprema para trabajar por la causa emancipadora. La representación de Caloto estuvo en cabeza de José María Cabal, prestigioso y valiente militar patriota.
En contraprestación, las fuerzas realistas convirtieron a la Nueva Segovia de San Esteban de Caloto en escenario de sus vandálicas persecuciones, cosa que no duró mucho tiempo debido a la intervención heroica del ejército patriota que les propinó duros golpes y la vergonzosa derrota en la batalla de El Palo.
Más tarde Caloto se convirtió en paso obligado del ejército libertador, conducido por Simón Bolívar cuando hizo su primera visita al Valle del Cauca, y en su tránsito hacia la Campaña del Sur. En la colonial Hacienda de Japio, Bolívar instaló su cuartel general en seis ocasiones. Desde 1821 a diciembre de 1830, Caloto registra el honor de haber contribuido en forma directa al Padre de la Patria en la causa por la Libertad Granadina.