Columna de opinión
Por: Clara Inés Chaves R. – Ex diplomática y escritora
El sacerdote jesuita Francisco De Roux, quien fuera el director de la Comisión de la Verdad, estuvo al frente de esta institución por tres años y medio y se ha caracterizado por su lucha en la defensa de los Derechos Humanos y recibió recientemente el premio Sájarov nominado por la Unión Europea.
Vale la pena mencionar que este premio se confiere desde 1988 por el Parlamento Europeo en honor al físico soviético y disidente político Andréi Sájarov.
Lo que destacó el parlamento europeo fue el duro trabajo que ha venido realizando el padre De Roux en favor de las víctimas del conflicto armado para que ellas tengan voz y se conozcan sus relatos individuales y colectivos a fin de que se le restauren sus derechos.
Comparto con el padre De Roux su afirmación de que Colombia está herida debido a más de medio siglo de conflicto armado, y que es preciso que el país y los colombianos conozcamos la verdad no solamente sobre este conflicto que no termina, sino sobre el narcotráfico, sus redes y todo lo que hay a su alrededor.
Este flagelo del narcotráfico que ahora es narcoterrorismo internacional es algo que no se puede desconocer y que la sociedad internacional y en particular la colombiana deben luchar junto a sus líderes para ir cerrándole las puertas y generando una reconstrucción social no solamente en valores sino también en justicia social para que la pobreza y el abandono del Estado no sigan siendo algunas de las causas que permiten este flagelo.
Debemos comenzar por casa para que luego, con el ejemplo, podamos hacernos oír y tener un peso específico. No es posible que tentáculos de otros carteles como los mexicanos vengan a imponer su ley en nuestro país y causar estragos como los que producen en México.
Conocer la verdad es la única manera para que una nación se reconcilie y para fortalecer la democracia, la gobernabilidad y el Estado de Derecho.
Es curioso que sean las instituciones y los gobiernos extranjeros los que admiren y reconozcan la importancia del acuerdo de paz que se firmó con las extintas FARC, y la gran labor realizada por el padre De Roux.
Como dicen las abuelas “En casa de herrero, azadón de palo”. Parecería que pueden más la desinformación y todos los males que algunos politiqueros nos han incrustado desde nuestra independencia hasta la fecha, que la humildad en reconocer los méritos de otros que permiten hablar bien de país y que pertenecen a nuestro patrimonio nacional como colombianos que se destacan en distintas actividades, y en este caso en una labor tan loable pero tan desagradecida como es la lucha a favor de los Derechos Humanos.
No es posible que la política nos siga robando ese orgullo nacional y nuestra identidad a cambio de rencillas partidistas y de color político.
Como colombiana debo dar las gracias al padre Francisco por su labor, y ojalá muchos connacionales se contagiaran de su trabajo a favor del país. Todos tenemos que tener puesta la camiseta por Colombia y por la paz.